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Opinión

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3 de mayo no se olvida (pero se protege a responsables)

Pocos casos de corrupción, ineficacia y perversidad han sido tan evidentes como el de la línea 12 (L-12). Toda la historia está llena opacidad, alcanza a tres administraciones locales de la CDMX y a la actual de la república, muestra lo mentirosa que es una corriente política, primero en el PRD y ahora en MORENA, que tiene como divisa la honestidad y transparencia. Muestra también algo más: que los intereses políticos personales del presidente López, Claudia Sheinbaum, Miguel Ángel Mancera y Marcelo Ebrard, entre otros, son más importantes que la justicia. Si hay un punto donde se ha derrumbado el tinglado que AMLO ha montado es exactamente en el asunto de la línea 12. 

No hay engaño, todo se ha hecho a plena luz del día: la falta de justicia, la presión a las víctimas, la irresponsabilidad de las empresas constructoras y, lo más lamentable, la protección desde la presidencia de la que gozan los principales implicados. Ninguna renuncia ni acusación; ningún asomo de culpa y quienes los señalamos somos indudablemente “hipócritas, conservadores y calumniadores”.

La noche del 3 de mayo de 2021, a la altura del Metro Olivos, la estructura que sostenía al tren se vino abajo formando una siniestra letra V. Lo que vino después fue una serie de eventos que, por desgracia, aun no terminan ni para las víctimas ni para las autoridades. En ese “incidente”, como lo calificó la jefa de Gobierno tratando de minimizarlo, 26 personas que en su mayoría regresaban a sus hogares perdieron la vida y decenas más resultaron heridas; muchas de ellas aun cargan las secuelas del evento.

Ese día y los subsiguientes escuchamos el mismo guion que hemos oído de los funcionarios de cualquier signo partidario: se hará una investigación hasta sus últimas consecuencias, se atenderá a las víctimas y sus familias, etc. Claudia Sheinbaum se hizo presente en el lugar, pero el presidente López nunca apareció, fiel a su costumbre de no tomar riesgos en situaciones que no estén controladas. Luego de la caída del tren, no exagero si afirmó que las miradas se concentraron en Marcelo Ebrard. 

En 2012, el entonces jefe de Gobierno Marcelo Ebrard inauguró la Línea Bicentenario o 12, a la que presentó como la más moderna del sistema. Sin embargo, desde el principio, las cosas olían mal. Originalmente planeada para que costará 17.5 mil millones de pesos acabó costando 26.0 MMP, es decir, casi un 50% más. Los rumores de defectos y corrupción aparecieron desde entonces. 

Casi desde su inicio hubo que hacerle importantes inyecciones de recursos para un “mantenimiento” que más bien parecían reparaciones de errores iniciales. Todo fue tan escandaloso que, al terminar su mandato, Ebrard se marchó del país. Los rumores de que se le podrían hacer acusaciones continuaron durante años. El nuevo jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, no procedió contra su antiguo camarada, prefirió convertirse en cómplice. Quién sabe si ahora se arrepienta de esta decisión. 

Año y medio después de su inauguración, en 2014, la línea tuvo que cerrar 11 de 20 estaciones para corregir múltiples fallos de fabricación. Se habló de incompatibilidad entre trenes y rieles, entre otros aspectos. La parte del tramo elevado comprendía de Tláhuac a Culhuacán. El entonces director del Metro, Joel Ortega, mencionó "desgastes ondulatorios en la vía" y "fallas sistémicas que va en demérito de la prestación del servicio y que obliga a hacer una disminución progresiva de la velocidad".

Un diagnóstico de una empresa en aquel año llegó a la conclusión de que la línea tuvo “una serie de fallas en la planeación, diseño y construcción que provocaba una sobrecarga en las vías y su deterioro prematuro”. En 2017, luego de los terremotos, el director del Metro, Jorge Gaviño, señaló que la línea 12 había "nacido con problemas endémicos" y que habría que hacer un costoso mantenimiento cada año. 

¿Se conocieron hasta 2014 y luego 2017 los problemas que tenía la línea 12? No. Recientemente, la organización Mexicanos Contra la Corrupción e Impunidad dio a conocer un análisis de las bitácoras de la construcción de la L-12. En ellas consta la misma información que en 2014 otra empresa encontró: fallas graves y estructurales. Se sabía desde antes de la inauguración que no era seguro viajar en ese tren. Calló Ebrard, Mancera y Sheinbaum, quien ahora desconoce y demanda a la empresa noruega DNV, que ella misma ponderó para hacer un dictamen.

La tercera parte de tres que la empresa DNV tenía obligación de entregar tuvo un retraso de ochos meses y ha sido desconocida por Claudia Sheinbaum, aduciendo que no se hizo con la metodología pactada y en el trabajo colaboró un abogado que presentó un recurso legal contra el presidente López. La empresa, por su parte, aseguró que el informe final ya se entregó, en apego a los requisitos metodológicos y sin algún conflicto de interés en las labores. Por lo pronto, se ha ocultado esta tercera parte del peritaje que, muy probablemente, implica de lleno a la actual administración capitalina en el problema. 

Estos dos impresentables, Sheinbaum y Ebrard, son aspirantes a la silla presidencial por parte de MORENA. Debían estar sometidos a proceso o, al menos, haber perdido sus encargos, pero están protegidos por López, quien se ha vuelto cómplice de las muertes de ese 3 de mayo.

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