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Arte e Ideas

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Capital mental: Cinco fáciles lecciones para salvar la patria

Los programas destinados a resanar en la primaria o la secundaria los daños ocurridos en las primeras etapas de la vida con frecuencia resultan tardíos, laboriosos y costosos.

Para Mich y Bob Esponja

1) En los primeros años de la vida el cerebro humano se mantiene ocupadísimo. En cada segundo que pasa se llevan a cabo 700 nuevas conexiones entre las neuronas existentes. Se calculan alrededor de 100,000 millones de ellas en un cerebro normal. Esta vertiginosa labor de "cableado interno" depende de la herencia (genes), del ambiente en el que se vive y de las experiencias que acontecen. Si cualquier elemento falla o se problematiza excesivamente, las bases de la estructura pensante y emocional se dañan y el aprendizaje se entorpece, los problemas de conducta se desbordan y la salud física y mental quedan comprometidas.

2) Cuando los obstáculos y las carencias comienzan desde etapas muy tempranas los problemas continúan, limitando no sólo el desempeño escolar y la socialización sino que sus efectos pueden prolongarse el resto de la vida. Desde el año y medio de edad, las diferencias entre niños criados en ambientes saludables dotados con un buen nivel educacional, muestran diferencias importantes en su desarrollo, en comparación con aquellos niños que han vivido inmersos en la pobreza tanto económica como intelectual y afectiva. Desde los tres años, los hijos criados por adultos con formación universitaria poseen un vocabulario dos a tres veces más amplio, si se les compara con los hijos de padres que no terminaron la primaria. Los niños más dañados y menos estimulados se irán retrasando, cada vez más, a menos que se les ayude con intervenciones lingüísticamente enriquecidas.

3) Este drama comienza con un panorama de adversidad durante los tres primeros años conformado por pobreza, problemas psico-sociales y enfermedades mentales de los padres y cuidadores, maltrato infantil, papás solitarios y un precario nivel educacional materno.

4) Las adversidades iniciales se cuelan hasta los huesos. Más allá de la capacidad y la salud mentales, las experiencias negativas suelen "corporalizarse" posteriormente. Diabetes, obesidad, cáncer, hipertensión arterial e infartos, son algunos ejemplos de las consecuencias.

5) El dinero importa. Por cada peso invertido en ambientes saludables para el aprendizaje, el desarrollo y la protección de daños emocionales en el entorno familiar, la recuperación económica resulta en un hecho innegable. ¿Cuántos millones dejarían de despilfarrarse en el combate a la criminalidad, en el tratamiento de adicciones y en programas asistenciales de dudosa eficacia, si en cambio se destinaran esos dineros para evitar el fracaso y la deserción académicas y en el tratamiento oportuno de problemas psico-sociales de las personas que se ocupan de los más pequeños?

Ojalá que nuestros gobernantes se enteraran de que es mejor hacer las cosas bien desde el principio y de manera permanente, ya que el cerebro humano no está conformado para campañas sexenales y años electorales.

Los programas destinados a resanar en la primaria o la secundaria los daños ocurridos en las primeras etapas de la vida con frecuencia resultan tardíos, laboriosos y costosos. Debería actuarse lo más pronto posible, sobre todo con quienes están en mayor riesgo por condiciones estresantes de vida derivadas de la pobreza e inestabilidad emocional.

Siempre es más fácil, efectivo y barato tapar el pozo ahora, que después, cuando el niño ya se ha ahogado.

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