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Arte e Ideas

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Capital mental: Políticamente incorrectísimo

Resulta inaceptable emitir juicios, comentarios y bromas que puedan descalificar, minimizar el sufrimiento, desesperación y vulnerabilidad de personas mentalmente enfermas.

Hace poco recibí un correo que expresa de forma diáfana y trepidante el dolor, la confusión, la indignación y, por último, la dura aceptación de un padre ante el sufrimiento de su hijo.

"Ahora que leía... inevitablemente, me vino a la mente lo terrible que resulta la incomprensión de la gente ante las enfermedades mentales, el uso peyorativo, completamente estúpido de expresiones como "estás esquizofrénico". Al principio, mi hijo salía del cuarto y me decía con una expresión de miedo indefinible, alguien quiere entrar y hacerme daño; cuando subo al camión la gente habla de mí, pero cuando volteo se callan. Yo le contestaba furioso y, por supuesto, convencido de la lógica de mis argumentos: ¿Qué no ves que no hay nadie? Y es que yo tenía miedo también. No podía saber qué pasaba por su mente y veía como lo trataban los demás, como un asesino o un violador. Me tomó muchos años comenzar a entenderlo, la miopía de la cercanía. Ahora ya estoy resignado a que mi hijo transite por la vida enfrentando la incomprensión universal, no solo de la gente común, sino inclusive de los médicos".

Durante la semana pasada también recibí el correo de una lectora objetando el que yo hubiera utilizado, en una artículo anterior, la expresión "locos de manicomio". Su argumento era claro y preciso: Creo simplemente que hay que usar otras palabras, y así los términos penosos del pasado -y presente- van a desaparecer.

Ahora me parece importante compartir estos dos mensajes por su extraordinario valor, al reflejar llana y directamente la dificultad que aún existe en nuestra sociedad para comprender que los padecimientos mentales son una realidad de salud pública que afecta a millones de personas, de ambos sexos, de todos los estratos sociales y de cualquier nacionalidad, etnia o credo.

Estas enfermedades -llámense neuro-psiquiátricas, mentales, psicológicas o cerebrales-, son el resultado de un conjunto inestable y complejo de factores y circunstancias biológicas (herencia, desnutrición), psicológicas (personalidad, carácter), vivenciales (catástofes naturales, abusos, estrés, alcoholismo), sociales (desempleo, analfabetismo, miseria, inseguridad) y políticas (marginación, persecución, discriminación).

Las enfermedades mentales pueden aparecer en diferentes etapas de la vida, independientemente de la voluntad, los valores o la educación de los individuos y pueden llegar a acabar con todos sus planes, ilusiones y esfuerzos. Los enfermos mentales no son más responsables, o más culpables, que el resto de los enfermos.

Por ello resulta inaceptable, además de cruel e insensible, emitir juicios, comentarios y "bromas" que puedan descalificar, minimizar su sufrimiento, desesperación y vulnerabilidad o el de sus familias y de quienes trabajan al cuidado, el tratamiento y la rehabilitación de personas mentalmente enfermas.

Por eso aquel padre que hoy se reprocha haber perdido la serenidad ante lo inasible y desconcertante en el comportamiento de su hijo enfermo, ya no admite el rechazo, la burla y el estigma de los demás, pero sobre todo la ignorancia o la indiferencia de algunos médicos.

Sin duda hay rectificar y adecuar nuestro lenguaje, pero de poco servirá si no modificamos -con hechos- los servicios de atención en salud mental.

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