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Arte e Ideas

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Estampas de la FIL: Israel, de la paranoia a lo sublime

Entre el exagerado y nada amable despliegue de seguridad y la sabiduría de Grossman y Vargas Llosa las contradicciones abundan en el encuentro.

La primera imagen del país invitado la recibí nada más acercarme a la Expo Guadalajara. Calles bloqueadas por policías y militares, barricadas, tráfico redirigido. El taxi medio perdido tratando de encontrar una ruta por calles aledañas para llegar al hotel.

Finalmente conseguirlo para encontrar en el lobby del mismo, un módulo que recuerda esas improvisaciones región 4 con que algunos empresarios plantan cara a los desafíos de seguridad. Dos arcos magnéticos, una máquina de rayos x por la que debe pasar todo el equipaje de los huéspedes, una canastita de plástico para el celular, monedas y llaves. Ni una explicación, ni una palabra amable: Así es señor y aguántese.

Desde la ventana de la habitación se ve un campo de futbol a unas manzanas de la Expo. Un helicóptero se posa en la cancha vacía, tres camionetas blindadas se detienen frente al helicóptero. Dos figuras descienden y abordan las camionetas que parten por una ruta de acceso hacia la Expo. El helicóptero se queda ahí.

Minutos después intento entrar a la FIL. Es el primer sábado, un día de afluencia generosa, abierto al público sin las restricciones que habrá la siguiente semana con los horarios para profesionales. Cruzar la Avenida de las Rosas es la primera complicación. Todo el frente de la Expo ha sido tapizado con vallas, motocicletas, patrullas con las luces de emergencia encendidas.

El acceso para prensa ya fue restringido. Compro un boleto y me formo en una larga fila para entrar junto al resto del público. En cada una de las puertas, al pie de las escaleras mecánicas de acceso, hay un nuevo módulo: arcos magnéticos, mesas portátiles con manteles y canastitas de plástico: deje celular, monedas y llaves: Así es señor, y hágale como quiera.

Me acerco con curiosidad al pabellón del país invitado. Es el área de la feria donde suele haber una exhibición de la cultura del país en turno. Su inauguración estaba programada un par de horas antes, a cargo del presidente de Israel, Shimon Peres. Después, el político israelí participaría en una mesa de diálogo con el expresidente del gobierno español Felipe González.

La primera sorpresa es que el pabellón de Israel está completamente tapiado. Cada tantos metros, soldados, elementos de la policía preventiva y sujetos de traje y audífono al oído guardan las instalaciones.

Alguno relata la ahora marcha habitual de payasos que por la tarde gritaban frente al acceso a la feria Muera el sionismo . En este país se consigue que una multitud ignorante grite lo que sea, sin mucho esfuerzo.

Un ejecutivo de una editorial comenta que los encargados de la librería del pabellón invitado habían enviado a las editoriales una lista que excluía a algunos autores. Es por la censura . Lo miro con incredulidad mientras me explica que el pabellón está cerrado por tratarse del shabbath.

En las afueras del salón donde Peres y González dialogan, ha habido algún forcejeo entre hombres de traje y alguien de la prensa.

Los sujetos de traje y audífono hablan en hebreo, el periodista sonríe nervioso apuntando a la puerta que dice Acceso Prensa .

Alguien más se acerca y discute en inglés, se intercambian lo que parecen disculpas.

Algunos curiosos se acercan a las mamparas y exigen pasar al pabellón. Los encargados de seguridad los miran con fastidio o indiferencia: Está cerrado señor, circúlele.

El domingo por la mañana el pabellón está abierto. En un ejercicio de ingenio y economía, han construido una suerte de colina con tarimas de madera. Tiene olivos, letreros, librería, una especie de cine, maniquíes con vestidos y una tienda de joyería y alhajas. A pesar de la simpleza de su material el resultado es muy atractivo.

Alguien me entrevista para una radiodifusora local, quieren saber si me gusta el pabellón (sí), qué opino sobre que inviten ese tipo de países (digo que me parece muy bien que inviten países con tal riqueza cultural), que si conozco a algún autor israelí (sí, a varios, empezando por Amos Oz), que si conozco algo más de la cultura israelí (sí), etcétera.

A unos pasos de ahí, David Grossman, el otro gran escritor vivo de Israel sostiene un diálogo en el salón Juan Rulfo con Mario Vargas Llosa (digo el otro porque el gran Oz no vino, sin menoscabo de la riquísima tradición literaria de su país).

El salón ha dejado de ser tal, debido a la afluencia de público han tenido que retirar las paredes plegables y extender la sala al enorme recibidor de la planta baja de la Feria. Debe haber más de 2,000 personas escuchando la conversación, buena parte de ellas de pie. El sonido es espléndido. Los escritores hablan de las lecturas que los influyeron, de sus pasajes favoritos. Después, sobre el gran privilegio que significa ser escritor.

Mientras para Vargas Llosa la ficción des-animaliza al hombre primitivo y es parte fundamental de lo que llamamos civilización, para Grossman es la única manera de vivir, de enfrentar el sufrimiento, las contradicciones y dureza de la vida: poniéndole nombre y haciéndola nuestra.

El peruano lamenta que hoy en día se catalogue a la literatura como un entretenimiento más, un elemento para distraer al ser humano en su tiempo libre. Grossman lamenta la inundación banal de los medios masivos de comunicación, esos que convierten al ser humano en masa, que hablan a uno como hablan a todos. A diferencia de la literatura que es capaz de hablar a cada uno, y significar para cada uno, de manera distinta.

Grossman se ve obligado a regañadientes a enunciar su postura política frente al pueblo palestino. La defensa de la libertad y la dignidad humana, una postura no muy bien vista en Israel hoy día, pero que parece a todas luces, desde la distancia, la más sensata.

Vargas Llosa habla sobre su creencia juvenil de que los escritores podían cambiar al mundo.

Esta vez, hay que decirlo, los organizadores se han metido en aprietos. No sólo es la apertura más concurrida que recuerdo en años de asistir a la FIL, sino que ha puesto el listón muy alto para el resto de la semana.

Twitter: @rgarciamainou

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