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El sitio que consquistaron Sinatra y el papa define al campeón

Un inmueble con historia de todo tipo será este domingo el lugar para definir al rey del futbol.

Botón Mundial Brasil 2014

Una vez más llegó la copa del mundo a Brasil y se añoró que la selección estuviera en la final, pues se quería desaparecer ese fatídico episodio de 1950, denominado Maracanazo. El Mundial regresaba a casa después de 64 años, además abría la posibilidad de sumar el sexto título. Ese fue el sueño.

Pero las ilusiones, a veces, ahí pueden quedarse. Al conjunto de Brasil se le criticó por su forma de jugar, su ausencia de magia al tocar el balón, pero llegó hasta la semifinal, enfrentó a Alemania y ahí acabo todo. Brasil protagonizó otra tragedia en casa. Por segunda vez, la nación parecía estar de luto.

La escena trágica comenzó al minuto 11, al caer la anotación de Thomas Müller. En sólo seis minutos, los teutones anotaron cuatro goles. A Brasil lo habían aniquilado en el primer tiempo. Hecho que medios locales calificaron como vergonzoso, indignante, frustrante y humillante.

La nación del futbol agregó una desgracia más y sólo le queda pelear por el tercer sitio, pues la cita en el mítico Maracaná la tienen Alemania y Argentina, el próximo domingo.

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El Maracaná, como también se le denomina al estadio que lleva por nombre el del periodista Mário Filho, es sede por segunda ocasión de una final mundialista, como ha sucedido con escenarios como el Olímpico de Múnich (Alemania 1974 y 2006), el Azteca (México 1970 y 1986). Ahí también se celebró la Copa Confederaciones del 2013, los Juegos Panamericanos 2007, la Copa América 1989, el Mundial de Clubes 2000 y varias ediciones de la Copa Libertadores, asimismo, será escenario de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.

André Alexandre Guimaraes Couto, investigador en Historia del Deporte de la Universidad Federal Fluminense, explica que el inmueble representó en 1950 un símbolo de modernidad brasileña, un símbolo de capacidad de los brasileños para hacer una buena copa del mundo. El Maracaná es un motivo de orgullo e identidad del futbol brasileño y de la entidad carioca .

El escenario que se ubica en Río de Janeiro -casa del Flamengo y Fluminense (Serie A)- fue inaugurado el 16 de junio de 1950 y tenía la capacidad para albergar a 200,000 personas, tras un accidente en 1992 se redujo su aforo para 130,000 asistentes. Con la remodelación, quedó finalmente en 80,000 espectadores.

Es un sitio que, en su momento, representó un proyecto de nación, así como la vinculación entre el deporte y la identidad nacional. En la final que disputaron Brasil y Uruguay en 1950, donde los charrúas sumaron su segundo campeonato, momento en el que guardaron silencio cerca de 199,854 aficionados, después del gol de Alcides Edgardo Ghiggia.

El jugador uruguayo describió para el diario español El País: El ambiente era de euforia, los brasileños estaban seguros de que nos iban a ganar. Nosotros estábamos tranquilos. Les ahogamos en el centro del campo (...) la fiesta que ya tenían preparada , dijo.

Ghiggia contó que un día le dijo a un brasileño que entre las tres personas que habían callado el Maracaná estaban: el papa, Frank Sinatra y él.

El antropólogo social y profesor de la Universidad Rural de Río de Janeiro, Edison Gastaldo, indicó: Nosotros los antropólogos del deporte decimos que el 16 de julio de 1950 es el día en el que nace el país del futbol y fue cuando el futbol empieza a representar al país cuando gana y cuando pierde. Con el futbol hay un tipo de casamiento con la identidad nacional .

El Maracanazo dejó como lección a los jugadores de esa generación no jugar con tacones lejanos, es decir, como si fueran divas desfilando en un pasarela, y salir al campo de juego sabiendo que eran ganadores, explicó Edison Gastaldo. Ahora, ya se respeta al rival, saben que son fuertes, pero nada se ha ganado, todavía .

yesme.cortés@eleconomista.mx

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