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Raza y entrega en la Plaza México

Hubo de todo. Lo único que faltó fue el triunfo de alguno de los alternantes en el cuarto festejo en la Temporada Chica de la Plaza de Toros México, los chavales hicieron gala de entrega, pundonor y la raza que les faltó a los novillos.

Hubo de todo. Lo único que faltó fue el triunfo de alguno de los alternantes en el cuarto festejo en la Temporada Chica de la Plaza de Toros México, los chavales hicieron gala de entrega, pundonor y la raza que les faltó a los novillos.

Ricardo Frausto comprometido con su lugar como director de lidia que le valió el reconocimiento del público, Mirafuentes de Anda quien tuvo momentos de gran lucidez en sus faenas de muleta, y Diego Emilio, quien terminó el festejo muy maltrecho por la cantidad de volteretas que recibió ante su arrojo y valentía.

Grandes protagonistas resultaron los banderilleros Jorge Luna y Francisco García Mena, quienes cubrieron con sobradas facultades su labor y fueron llamados a saludar en el tercio, así como los monosabios, quienes dejaron en óptimas condiciones el ruedo tras el fuerte aguacero que cayó.

La tarde corrió entre sol, viento y lluvia. Parecía que los muchachos tendrían las condiciones propicias para el triunfo pero los ejemplares de Vallencinos salieron débiles y complicados, razón que no aminoró la voluntad de los alternantes.

Frausto, quien abrió plaza, tuvo una labor completa con lances variados, faena de poder y estocada más golpe de descabello para recibir ovación; voluntad en medio de un torrencial aguacero para dar la vuelta al ruedo al terminar con la vida de su segundo, y un constante compromiso como director de lidia, auxilió en repetidas ocasiones a Diego Emilio, para que la gente le reconociera su disposición.

De Anda enfrentó un débil y complicado burel en el que lidió con seriedad, valor y voluntad para saludar en el tercio luego de escuchar un aviso, para después de un retraso de casi una hora, vérselas con el quinto en el que afloró el sentimiento y el temple que atesora para recorrer el anillo luego de una leve petición de oreja.

Emilio, por su parte, mostró arrojo y voluntad de ser, las condiciones de su primer enemigo, que provocó un tumbo, lastimó al picador Luis Miguel González y pasó crudo el tercio de varas, se combinaron para enredarse en un quite con Frausto en el que su paisano realizó un quite por Gaoneras, que replicó de la misma manera con sobrada gallardía y realización.

El ejemplar de Los Ébanos no le puso las cosas sencillas al aguascalentense, lo prendió en dos ocasiones, le provocó varios hematomas, le rasgó el terno y le dejó como recuerdo un rayón en el muslo.

Aun así, se quedó a terminar su labor y saludó en el tercio. Con el de Vallencinos, que cerró plaza y visiblemente minado en sus facultades físicas, realizó una labor voluntariosa, fue revolcado otras tantas veces y se tardó en matar para escuchar un aviso al término de su actuación.

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