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¿Pertenecen los millennials al precariado?
El precariado surge de las condiciones de trabajo que se han generalizado a partir de la implantación de políticas económicas de corte neoliberal. Sus características coinciden con la generación que los mercadólogos llaman millennial.
El problema con los lugares comunes es que, a fuerza de su reiteración, impiden examinar aquello que señalan desde otras perspectivas. A cualquiera que interese el tema, sabrá que los millennials —generación nacida entre los años 1980 y el 2000, afirma la definición más sencilla— tienen una nueva visión del trabajo. Entre las características de esta fresca visión destacan: poco arraigo a las empresas, que los motiva a saltar de una a otra; cumplen varias funciones a la vez en los trabajos que desempeñan; son poco ahorradores, y su futuro no les preocupa.
Artículo tras artículo, nota tras nota, nos vamos haciendo a la idea de que son los millennials los que exigen estas condiciones al mercado laboral. Curiosamente cada una de las características descritas tienen su correspondiente en la definición de precariedad laboral: temporalidad de los contratos de trabajo, desempeño de actividades que están por debajo del nivel formativo y de habilidades, salarios bajos que resultan insuficientes para cubrir las necesidades básicas de una persona y falta de seguridad social y prestaciones laborales.
El lugar común se ve amenazado ante una pregunta simple: ¿y si el mercado laboral es el que impone las características a los millennials?
La precarización de las condiciones de trabajo es un fenómeno que se ha generalizado —globalizado, dirán algunos— a partir de la implantación de políticas económicas de corte neoliberal en los países. Esta podría ser una ingrata coincidencia o no, y examinarla corresponde a otro artículo. El hecho es que esta situación afecta a un gran número de personas en todo el mundo, y se ha vuelto la norma para toda una generación que ingresó al mercado laboral hace al menos 15 años.
La precariedad laboral es objeto de estudio entre economistas. Guy Standing, economista de origen británico, ha propuesto que el conjunto de personas afectadas por la precarización conforma ya una nueva clase social: el precariado, neologismo construido a partir de los términos precariedad y proletariado. Proletariado es el término utilizado por Karl Marx y Federico Engels —autores del Manifiesto del Partido Comunista— para designar a la clase obrera, resultante de los procesos de industrialización y que su medio de subsitencia era la venta de su trabajo.
Guy Standing, que trabajó en la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como director del Programa de Seguridad Socioeconómica, describe al precariado como un grupo socioeconómico caracterizado por tres rasgos fundamentales: sus miembros no tienen empleos estables, el pago por su trabajo carece de cualquier garantía social y con frecuencia tienen menos posibilidades de ejercer algunos derechos civiles —al sufrir un trato no igualitario— al contrario del resto de la sociedad.
Apenas por encima de la pobreza extrema, el precariado está en las bases de la pirámide social, que tiene en su punta a los multimillonarios —o plutocracia, en términos de Standing—, seguidos por la élite en la que se concentran los capitales, los asalariados con empleos estables y bien pagados y que cuentan con pensiones seguras y cuantiosas, los profesionales y técnicos calificados, y por último, y por encima del precariado, los proletarios.
En julio del año pasado, Standign presentó una conferencia en el marco de los Encuentros Económicos de Aix-en-Provence, organizados por el Círculo de los Economistas de Francia, en la que explicó a detalle quiénes son los que conforman ésta nueva clase social. “Quienes pertenecen a esta clase encadenan pequeños trabajos temporales, becas de formación, contratos a tiempo reducido, contratos a cero la hora”, expuso el economista. “Las personas que pertenecen al precariado tienen además que desempeñar una gran cantidad de trabajo no remunerado en torno al empleo: estar permanentemente solicitando un trabajo, estudiar distintas materias, navegar sin tregua por las redes, hacer colas y rellenar innumerables formularios”. Y remató: “Este precariado depende en su mayor parte de salarios orientados a la baja, volátiles e imprevisibles, y privado de ventajas no salariales tales como vacaciones pagadas, permisos de enfermedad y jubilaciones”. ¿No son estas precisamente las características que se endilgan a los millennials?
Las causas de esta nueva estructura mundial de clase, según Standing, son las 2,000 millones de personas que se han sumado al mercado mundial del trabajo en las últimas tres décadas; los bajos salarios que se pagan en países emergentes y que provocan la caída real de los salarios de los trabajadores en países industrializados; la automatización laboral, que —subraya el economista— “aumenta los poderes del capital y acentúa la presión a la baja de los salarios”.
Esta situación afecta también a países industrializados como Gran Bretaña, en los que el aumento de empleo va acompañado de una bajada de los salarios medios, debido a que los nuevos empleos están peor remunerados.
Pero, ¿para qué es útil describir una nueva clase social?
Para Standing, a los miembros de esta nueva clase social no les es ajena su situación de precariedad laboral ni su posición en la pirámide social, y saben que esto es común a muchas personas más. Guy Standing afirma que estas características hacen al precariado peligroso para el statu quo: el tener conciencia de que son un segmento importante de la población obligada a tener estas condiciones de vida, le habilita para organizarse, exigir y generar cambios para mejorarlas.
Y tal vez Guy Standing tenga razón sobre este punto. En Estados Unidos existe el Freelancers Union, que ha sumado a sus filas a 300,000 trabajadores independientes, con la finalidad de proporcionarles defensa ante conflictos laborales y de proveerles con un seguro médico. Fundado en el 2001 por la organización Working Today, Freelancers Union —que en su operación se asemeja más a una red de organizaciones civiles que a un sindicato— surgió a partir de la realidad de que el trabajo independiente representa la tercera parte de la fuerza laboral en Estados Unidos. Un trabajador independiente tiene la fuerza necesaria para exigir sus derechos ante un empleador si estos se ven vulnerados, gracias al respaldo de la organización de otros que están en su misma situación.
Otros ejemplos del peligro que representa el precariado para el orden establecido son los movimientos de protesta como el Indignados en España, el Occupy Wall Street en Estados Unidos o el #YoSoy132 en México, que implican una toma de conciencia por parte del segmento de la población en el que mayormente recaen los efectos de la precariedad: los jóvenes.
Es posible que un término con tintes mercadológicos como lo es el de millennials sea equivocado como definición, pero es claro que existe una generación que comparte características comunes y que difieren de las de otras. Y aunque precariado sea un término menos glamoroso, es probable también que señale lo que en realidad están viviendo.