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Cuando limosna es grande el santo desconfía; commodities no bajan

Buen día, qué gusto saludarte de nuevo. Recién salidos de las celebraciones del Año Nuevo Lunar en China, el año del gallo está en tránsito y los mercados asiáticos están de regreso después de haber estado en días festivos la semana anterior...

Que sea China el sujeto de plática de arranque. Los chinos han estado modificando internamente sus políticas agro-industriales, y si nos vamos un poco a la historia veremos cómo la estrategia de ser alimentariamente autosuficientes impulsó el crecimiento abrupto en la siembra de maíz.

China, en el 2001, sembraba con maíz 23 millones de hectáreas, y para el 2015 la superficie había crecido a 37 millones, el incremento de área y producción trajo consigo una capacidad de respuesta a sus necesidades internas muy respetable; sin embargo, la productividad no venía de la mano con todo este crecimiento.

China tiene aún temas pendientes de infraestructura y logística, el almacenaje de maíz es poco uniforme y en algunos lugares poco ortodoxo. Esas ineficiencias de alguna manera son cubiertas con subsidios estatales, a final del día SinoGrain controla la escena comercializadora local con la fuerza del estado y la conexión del campo con la industria pasa por el escrutinio de la autoridad.

China, en el tiempo, ha logrado convertir la deficiencia de producción de maíz en un superávit y ya es un problema en estos momentos: según los números del Departamento de Agricultura estadounidense, China tiene más de 100 millones de toneladas de maíz almacenadas; eso en sentido estricto es más de la mitad del maíz existente en el planeta, y si me apuras, a conocimiento de operadores, hay analistas que aseguran que en China hay en realidad el doble de lo que se estima, o sea, cerca de 200 millones de toneladas.

Como te puedes imaginar, cuando se trata de cuentos chinos nos gusta escuchar lo que se dice, pero ponemos especial atención en lo que se hace, y lo que los chinos están haciendo evidente es que hay más maíz de lo que necesitan tener de momento.

La política agrícola cambió y la estructura de subsidios cambió con ella; los chinos están desincorporando superficie de maíz y, a cambio, incentivando la siembra de otros cultivos de mejor impacto colectivo.

China está en la ejecución de un plan estratégico, de cinco años, en el que es premisa desincentivar el apoyo al agricultor que siembre maíz y diversificar sus cultivos, pero eso no implica que los chinos quieran forjar dependencias importadoras con alimentos estratégicos; lo que los chinos han hecho ha sido invertir en tecnología y, si haces memoria, no hace mucho tiempo salieron de compras.

China compró casas comercializadoras de granos muy importantes, y no sólo eso, también adquirió empresas de tecnología agrícola que le ayudara a completar su cometido: eficiencia, usar menos tierra y producir más.

China pretende establecer estándares de producción similares a los de EU, algo así como 10.8 toneladas por hectárea, cuando hoy día anda más por la mitad de ese tipo de producciones.

El tema es que menos tierra y más tecnología le permitirá producir lo mismo, o más, y poder atender la siembra de cultivos de más impacto nutricional.

Seguro te estás preguntando a qué viene todo este rollo, y no quiero hacer más que un llamado de atención sobre lo eficiente que se torna el movimiento estratégico en ámbitos de seguridad alimentaria cuando se tiene una estrategia a largo plazo; China domina el ámbito de la demanda, es un cliente supremo para muchos países productores pero está siendo capaz de manejar la tierra arable del planeta ajustando algunos ámbitos vaso-reguladores.

China es el comprador más grande de soya del mundo, importa cerca de 86 millones de toneladas al año, y ha hecho que países productores pongan tierras propias al servicio de los chinos, una dinámica que en el análisis detallado es no menos que impresionante.

Ello nos permite ponernos en lo futuro: Sudamérica está consolidando un ciclo agrícola potente, tanto en maíz como en soya, y eso sumado a lo que existe de trigos en el mundo nos hace pensar que al menos en términos fundamentales no tenemos demasiadas razones para ser alcistas.

Sin embargo, hay detalles de alta explosividad: Rusia escala su ámbito de intrusión en Ucrania y esto no va por buen camino, Ucrania es un gran productor de trigo, Rusia también y en conjunto, los proveedores del mar Negro son los más grandes abastecedores de trigo en el planeta.

Si, por alguna razón, la violencia escala entre ambas naciones y regresamos a los tiempos del referéndum de Crimea en el 2014, posiblemente podríamos ver una crecida en el precio del trigo, no porque desaparezca el inventario, sino porque los especuladores buscarán ir a territorios de bajo riesgo y en este momento los fondos están vendidos en el equivalente a 11 millones de toneladas.

Leíste bien, 11 millones de toneladas, y te puedes imaginar lo que sucede si estas entidades entran en pánico y se arremolinan a comprar ese volumen para neutralizar su apuesta bajista.

Piensa un poco en esa cifra para que veas cómo en muchos mercados de commodities agrícolas estamos sentados en un barril con pólvora, 11 millones de toneladas son el equivalente a la producción de trigo argentino el año anterior, no es un dato menor, y ese equivalente está en manos de especuladores.

¿Te imaginas lo que pasa si alguien llega a prender la mecha? Bueno, pues digamos que ese es un espíritu amplio de latente volatilidad. Digamos, para cerrar, que te cambie el tema sin avisar; salimos de China y nos metimos al trigo sin meter el embrague, hablando de volatilidad, así es quien desde Chicago te saluda y busca de todas las maneras posibles sugerirte que cubras tus riesgos... Con respecto a ello, ¿estás en buenas manos?

*aochoa@rjobrien.com

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