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Cuando Banxico ya no pueda bajar la tasa
El Banco de México se ha llevado sus raspones presidenciales, sobre todo cuando el autónomo banco central contrapone su información sobre el desempeño de la economía con los “otros datos” de López Obrador. Pero, en general, la línea discursiva en las mañaneras es que la 4T no se mete en los asuntos de la política monetaria.
Lo que no le gusta para nada al presidente es ese detalle del análisis del Banxico cuando en las reuniones de política monetaria “unos y otros” dicen que factores ideológicos y decisiones de política pública han contribuido a una desaceleración de la actividad económica.
Hasta ahora, la 4T no puede sino estar contenta con las decisiones tomadas por la Junta de Gobierno en materia de política monetaria, con seis bajas consecutivas del costo del dinero en lo que va del año y una inflación dentro de los parámetros del banco central.
Una tasa de interés interbancaria más baja ayuda a fomentar el crédito y el consumo, aunque México tiene resistencias por la estructura informal de muchas actividades productivas, pero en general, funciona.
Pero con la baja de ayer 13 de agosto, el banco central debe estar cerca de ese punto de equilibrio entre cuidar su misión básica de mantener el poder de compra de la moneda y contribuir de manera prudente a la recuperación económica con dinero menos caro.
La pandemia ha provocado cambios notables en la oferta y la demanda de muchos bienes y servicios, y en lo que las autoridades monetarias acaban de dimensionar la nueva normalidad del movimiento de los precios, deben tomar como una advertencia los incrementos en los niveles inflacionarios de las últimas quincenas.
No tiene este gobierno una obsesión con la recuperación de la economía formal. De hecho, dejó a su suerte a muchos agentes económicos en plena crisis, incluidos trabajadores y empresas. Por lo tanto, no es su prioridad el impulso de productos financieros a tasas más bajas para fomentar el consumo.
Más bien, la estrategia es la repartición de dinero a través de programas asistencialistas, de alto tufo electoral, y muchos de estos recursos se distribuyen por canales informales y en esa informalidad se mueven.
Pero, si el Banco de México empieza a encontrar resistencias para poder decidir nuevas bajas en el costo del dinero, por cuidar el control inflacionario, podría revivir las sugerencias presidenciales de apoyar la recuperación con dinero más barato.
Y ni hablar de que algunos desequilibrios en las finanzas públicas que pudieran presionar el Riesgo País y las variables macroeconómicas y que con ello el banco central se viera obligado a cambiar el rumbo de su política monetaria hacia posibles incrementos de la tasa de interés.
Por lo pronto, con la baja de 50 puntos base de ayer 13 de agosto, en la tasa de interés interbancaria, la 4T no puede sino estar complacida con el papel del banco central en los esfuerzos para reactivar la economía.
Hacia adelante, ya veremos cómo se da la relación entre la 4T y el autónomo y profesional Banco de México.