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Efectos de la escasez en la inversión en desarrollo de capital humano de los hogares
“La trampa de la escasez captura esta noción ... Cuando las personas tienen muy poco, adoptan conductas que mantienen o refuerzan su desventaja futura”. Sendhil Mullainathan, autor de Scarcity y especialista en Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Chicago.
Resulta una obviedad reconocer que, de acuerdo con la información de muchos estudios a nivel mundial, los hogares que tienen un mayor nivel de ingreso tienden a realizar inversiones mayores, tanto en términos cuantitativos como cualitativos, en el desarrollo de sus hijos, a través de mecanismos de educación formal y no regular que desarrolla habilidades que serán fundamentales tanto en niveles posteriores de educación, como en el mercado laboral futuro.
También resulta evidente que las familias que por su nivel de ingreso o por su vulnerabilidad frente a eventos disruptivos en términos financieros, son más susceptibles de afectación, enfrentan un mayor nivel de precariedad financiera y consecuentemente tienen menores posibilidades de generar o disponer de recursos para apoyar la formación de capital humano al interior de sus hogares.
Sin embargo, lo que no parecería tan claro es por qué, frente a programas típicamente gratuitos o mecanismos de subsidio, orientados a fortalecer el desarrollo de potencial capital humano. particularmente de los hijos, cuando las familias de menor nivel de ingreso enfrentan condiciones de incertidumbre de corto plazo, disminuye su propensión para aprovechar este tipo de beneficios o subsidios, aun cuando éstas no implican un costo ni un impacto financiero negativo en el corto plazo.
De acuerdo con el estudio The preoccupied parent. How financial concerns affect child investment choices, de Burlacu et al, parecería que, ante condiciones de vulnerabilidad de corto plazo, la percepción de escasez o de vulnerabilidad económica genera una concentración mayor de la atención en los hogares en los aspectos que se consideran más inmediatos de su vida financiera, como son los temas de alimentación y vestido.
Ese exceso de foco en las necesidades de corto plazo les impide aprovechar mecanismos de subsidio de corto plazo; que tienen un impacto en generación de mejores condiciones de vida futura, tanto para el hogar como para los hijos cuando llegan al momento de su inserción en el mercado laboral; así como tomar decisiones presentes o aprovechar mecanismos que no implican un desembolso presente, y que generan valor significativo para el futuro.
Estos hallazgos son consistentes con otras investigaciones que muestran que, ante condiciones de escasez, las personas disminuyen la profundidad y calidad de sus decisiones financieras, lo que típicamente acentúa las condiciones de estrés financiero, además de que impiden ampliar la perspectiva temporal del efecto de las decisiones del presente en el mediano y largo plazo.
Lo anterior tiene implicaciones importantes. En términos de política pública, nos obliga a comprender que se requiere sí evidentemente fortalecer (o en el caso de México incluso crear de manera muy básica y sostenida), mecanismos de subsidio que apoyen a los sectores de mayor vulnerabilidad para crear mejores condiciones de desarrollo de capital humano para sus hijos, pero, simultáneamente, desarrollar políticas que disminuyan la percepción de escasez e incertidumbre de corto plazo y, a través de mecanismos conductuales –que el propio estudio señala– que incidan para recordar a las familias que, sin importar los impactos o percepción negativa de incertidumbre del corto plazo, las decisiones que hoy en adopten determinará el resultado que tengan de bienestar económico para el futuro.