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Opinión

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El costo de las fiestas

Cada que finaliza un año civil, las fiestas de fin de año marcan no solamente el final de un período, sino que constituyen un ritual por el que las personas en sociedad tendemos a marcar los fines de ciclo y el inicio de otro.

La función social de las fiestas y su sentido ritual son un objeto de estudio clásico desde la antropología y otras ciencias sociales. En México, este período de fiestas, se ha extendido en el imaginario desde el 16 de septiembre hasta las fiestas de día de reyes, ya entrado el año nuevo. La comida es parte esencial del sentido ritual de una celebración y en el caso de las fiestas de fin de año ha sido objeto también de análisis en la forma en la que nos comportamos los consumidores.

Ante la inflación de precios en la comida que experimentamos en este año, producto de diferentes coyunturas como la crisis pandémica, la crisis de la logística en el mundo y la guerra Rusia- Ucrania, los precios de comida aumentaron no sólo en México, sino en todo el mundo. Ante esta cuestión, internacionalmente se ha prestado atención a cómo el alza de precios en algunos productos básicos ha afectado la forma en la que las personas consumen ingredientes o productos ya cocinados que se asocian con las fiestas.

Desde el día de Muertos en México, diferentes medios alertaron sobre la subida de precio del pan de muerto, y la manera en la que sus diferentes presentaciones fueron consumidas según diferentes estratos de la población. En Estados Unidos, existe una alerta sobre el alza del precio de los pavos, alimento icónico de las fiestas de Día de Acción de Gracias y de Navidad. Se ha estimado también un aumento en el precio de los ingredientes para acompañar los platillos principales. Más allá del alza, algunos analistas se preguntan si objetivamente, los consumidores dejan de comprar estos productos, deciden sustituirlos por otros más baratos, o simplemente, se endeudan para cumplir con los cánones de una fiesta tradicional.

Las respuestas a estas preguntas son variadas y complejas, puesto que en la toma de decisión de compra intervienen no sólo los factores objetivos como el alza de precios, sino también factores más subjetivos que muchas veces son los que decantan las decisiones. Entre estos factores, justamente el peso que se le da a las fiestas a veces puede más que el buscar estrategias para sustituir ingredientes u optar por un menú “menos ortodoxo” en función no sólo del precio, sino también de otras preferencias personales o grupales más subjetivas. Ante el alza de precios, algunas cadenas por ejemplo, sugieren la sustitución del pavo fresco por el pavo congelado – que es más barato – o incluso, por un pollo. La dificultad para muchas personas radica en que simbólicamente para personas de cierto estrato social, el pollo no hace una distinción entre lo que sería una comida cotidiana de una comida de fiesta. 

Existen consumidores que ante el alza, no hacen más que destinar una parte proporcional más alta a la compra de los ingredientes “típicos”, aunque esto signifique un desbalance en la parte proporcional que se destina a la comida del gasto familiar. Este aspecto estudiado por Maurice Halbwachs como un clásico del gasto alimentario y la diferencia de nivel socioeconómico, pone en alerta sobre el  bienestar de las familias que cada vez ven más comprometido su ingreso.

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Columnista de alimentación y sociedad. Gastronauta, observadora y aficionada a la comida. Es investigadora en sociología de la alimentación, nutricionista. Es presidenta y fundadora de Funalid: Fundación para la Alimentación y el Desarrollo.

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