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El paso a paso para empezar a invertir (IV)
(Cuarta parte)
Empezamos a explicar el rol que tiene cada una de las tres grandes clases de activos en nuestro portafolio de inversión, empezando por los instrumentos de deuda. En la tercera parte hablamos que tienen dos tipos de riesgos: la capacidad de pago del emisor (riesgo crediticio) y el riesgo de mercado o de tasas de interés.
Desde luego, no es lo mismo prestarle nuestro dinero a Estados Unidos que a Guatemala. El primero es un país más desarrollado y financieramente más sólido que el segundo. El riesgo de Guatemala es mayor y por lo tanto el país debería pagarnos una tasa de interés que compense ese riesgo adicional.
Pero también mencionamos que los instrumentos de deuda, a pesar de que por lo general pagan una tasa fija durante toda su duración, pueden presentar una amplia volatilidad en su precio. Como se cotizan todos los días en los mercados financieros, su precio dependerá mucho de la tasa de interés que paguen, comparada con la que se pueda conseguir en ese momento en el mercado.
Un ejemplo de cómo se mueve la tasa de interés de los Bonos del Tesoro a 10 años en Estados Unidos. En enero podríamos haber comprado un bono que pagaba una tasa fija menor a 1.7% anual. Hoy podemos comprar un bono, con una duración similar, que paga una tasa fija mayor al 2.8% anual (una diferencia enorme).
Entonces, si en nuestro portafolio tenemos el bono emitido en enero, como paga una tasa considerablemente menor a la que se puede conseguir hoy, lo tendríamos que vender a un precio menor. Ha perdido valor. Desde luego, el precio se podría recuperar si las tasas de interés en el futuro bajan considerablemente (se puede volver más valioso en el futuro).
Por eso decimos que no existe una inversión sin riesgo. Siempre puede haber volatilidad, a pesar de que nuestro instrumento sea percibido como “seguro”.
También debemos entender que los instrumentos de deuda de menor plazo (por ejemplo a 28 días) son mucho más estables que los de largo plazo. En un periodo corto las tasas de interés por lo general no varían tanto, pero aún si lo hicieran, el impacto en el precio es limitado dado a que vencerán muy pronto.
Algo que también debemos entender es que los emisores de instrumentos de deuda tienen siempre la facultad de pagar su deuda anticipadamente. Por ejemplo, cuando leemos en las noticias que México (o cualquier otro país o empresa) refinanció su deuda, significa muchas veces que emitió nuevos instrumentos (a veces a mayor plazo y/o con una tasa de interés mucho más favorable) y utilizó parte de los recursos que recibieron para liquidar anticipadamente bonos emitidos con anterioridad. De esta forma reducen el costo de financiamiento.
En la entrega anterior dijimos que los gobiernos y empresas que eligen emitir instrumentos de deuda para financiarse buscan pagar la tasa de interés más baja posible, de acuerdo a las condiciones del mercado.
Muchas veces incluso pagan tasas inferiores a la inflación.
Por eso en un portafolio de inversión de largo plazo, uno jamás debe limitarse a instrumentos de deuda porque piensa que son “seguros”. Por el contrario, siempre hay que incorporar otro tipo de instrumentos en nuestro portafolio que puedan hacerlo crecer de manera más importante –en una proporción adecuada con nuestra tolerancia al riesgo (no está de más recordar esta máxima en inversiones: primero el riesgo, luego el rendimiento).
Pensemos un poco: si fuera más rentable prestar dinero que invertir en negocios, no habría emprendedores. Lo que nos lleva a la segunda de las tres clases de activos en los que podemos invertir, de la cual hablaremos en la siguiente entrega.