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Opinión

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Insuficiencia cardiaca: un problema subestimado en México y la urgencia de su detección oportuna

"Al igual que sus pinturas que reflejaban la fragilidad y la belleza de la vida, el corazón del famoso artista Gustav Klimt sucumbió a la insuficiencia cardiaca, pero su obra maestra de vida sigue inspirando a generaciones". IA Personaje Famoso

Es imperativo fortalecer el sistema de salud mexicano al identificar proactivamente a los pacientes con insuficiencia cardiaca (IC), así como intensificar la atención de aquellos con enfermedades cardiometabólicas desde el primer nivel de atención, todo esto desde una perspectiva multidisciplinaria.

Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son la causa principal de muerte a nivel mundial. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2019 estas enfermedades provocaron la muerte de alrededor de 17.9 millones de personas, lo que representa aproximadamente un tercio de todas las muertes registradas en el mundo. En México, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), las ECV fueron la primera causa de muerte antes de 2021, cuando fueron superadas por la Covid-19, causando aproximadamente 220 mil muertes y un exceso de mortalidad de 41.4%.

Dentro de las ECV, encontramos la hipertensión arterial sistémica, la cardiopatía isquémica, la estenosis valvular aórtica cálcica degenerativa, las cardiopatías congénitas y la insuficiencia cardiaca. En 2021, las enfermedades cardiacas; parte de este grupo, fueron la segunda causa principal de muerte en México, con más de 225,000 defunciones registradas.

Es crucial entender que la insuficiencia cardiaca (IC) es la etapa final de todas las enfermedades cardiacas y, por ende, tiene altas tasas de morbilidad y mortalidad. Aunque los datos sobre su prevalencia en México son limitados, se estima que entre 2.4 y 3.0 millones de personas la padecen, y esta cifra tiene una tendencia ascendente.

La IC es la causa principal de hospitalización en personas mayores de 65 años en México. En nuestro país, alrededor de 15 millones de personas se encuentran en este rango de edad, y la mitad de los pacientes con IC fallecen en un plazo de cinco años tras su diagnóstico debido a la falta de tratamiento oportuno.

Los síntomas de la IC pueden variar, pero suelen incluir dificultad para respirar, fatiga, acumulación de líquido en las piernas e incapacidad para realizar ejercicio u otras actividades físicas. Además, del total de personas con IC, el 70% padece de sobrepeso u obesidad, el 30% de hipertensión arterial sistémica y el 20% de diabetes mellitus tipo 2. Esta realidad subraya la importancia de establecer políticas públicas que promuevan la detección precoz de la IC desde el primer nivel de atención.

A pesar de que la IC en etapas avanzadas puede requerir un trasplante, existen medidas para ralentizar el progreso de la enfermedad y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Estas incluyen mantener un peso saludable, hacer ejercicio regularmente, abstenerse de fumar y minimizar el estrés. Controlar enfermedades coexistentes como la diabetes y la hipertensión también puede contribuir a reducir la IC.

En términos de medicación, se emplean inhibidores de la angiotensina, betabloqueadores, digitálicos y diuréticos. También se usan dispositivos médicos como marcapasos, desfibriladores automáticos, equipos de resincronización cardíaca y dispositivos de modulación de la contractilidad cardíaca. Cuando se requiere, el tratamiento puede incluir cirugías como bypass o angioplastía, recambio valvular y, en casos extremos, trasplante cardíaco.

Sin embargo, la disponibilidad de medicamentos, dispositivos médicos y procedimientos quirúrgicos en México ha sido notoriamente insuficiente en los últimos años. Por ejemplo, en 2021 y 2022 se realizaron respectivamente solo 26 y 42 trasplantes de corazón (0.2 y 0.3 por millón de habitantes), cifras significativamente menores en comparación con países como Colombia y Brasil.

Por lo tanto, es crucial presentar un llamado al Ejecutivo federal para que se busque proactivamente a los pacientes con IC, con el objetivo de proporcionar un diagnóstico oportuno, un tratamiento temprano y coordinar los sistemas de referencia y contrarreferencia para garantizar el acceso efectivo a los diferentes tratamientos, dispositivos médicos e incluso al trasplante cardíaco si es necesario. La detección oportuna y el tratamiento temprano de la insuficiencia cardíaca son fundamentales para mejorar la salud y el bienestar de los mexicanos.

*Éctor Jaime Ramírez Barba es médico especialista en cirugía general, certificado en salud pública, doctorado en ciencias de la salud y en administración pública, y es diputado reelecto del grupo parlamentario del PAN en la LXV Legislatura.

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Éctor Jaime Ramírez Barba es médico cirujano, especializado en salud pública, doctorado en ciencias de la salud y en administración pública, y es diputado reelecto del grupo parlamentario del PAN en la LXV Legislatura.

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