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Opinión

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Vencer, no convencer

Pero en el bando de los antagonistas no únicamente hay críticos. De manera importante, también se han movilizado grupos opositores en acción...          

El apoyo presidencial irrestricto a la llamada reforma judicial ha enturbiado tremendamente el panorama de la economía de México. Los promotores de dicha reforma sólo han estado preocupados por imponer, no convencer. No he sabido de una sola instancia reconocida y respetable de la cual haya emanado una opinión fundada y persuasiva en favor de la comentada iniciativa. Al contrario, las voces no convencidas son muchas y además de bastante peso. En contraste, en el bando impulsor sólo una pléyade de autómatas y entumecidos legisladores, actuando por consigna.

Los críticos a la reforma se han manifestado abierta y reiteradamente. En el propio reportaje correspondiente, en la edición del miércoles aquí en El Economista, el embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, insistió: “si la reforma al Poder Judicial no se hace de manera adecuada, puede generar ´muchísimo daño”. Previamente, el diplomático había sentenciado de forma mucho más directa “la elección de jueces por voto popular representa un riesgo para la democracia y para la integración comercial de América del Norte”. ¡Más claro ni el agua!

Pero en el bando de los antagonistas a la reforma no únicamente hay críticos. Un punto de mucha importancia es que también hay grupos opositores en acción. En esa corriente se destacan en lo principal los trabajadores del Poder Judicial que se encuentran en paro. Ese movimiento ya había bloqueado las entradas al Palacio de San Lázaro, por lo que hubo que trasladar la sesión a una sede improvisada en la Ciudad Deportiva. Pera hasta allá se trasladaron los quejosos, sin conseguir ser escuchados. Sólo la autodeterminación se está imponiendo, prácticamente con cero razones persuasivas.

Al panorama de transición transexenal se le ha tratado de dar una apariencia de fiesta celebratoria, con el lanzamiento de muchos cuetes. El problema es que la recolección de las varas corresponderá a la siguiente administración. Y no debe caber la más mínima duda: la metafórica recogida de varas se va a concretar en una más reducida propensión a la inversión en el país. Ayer mismo, Larry Rubin, presidente de la American Society de México (AmSoc), decidió no anunciar una enorme inversión estadounidense ya programada. “Estamos analizando el impacto a la certeza jurídica respecto de la reforma judicial”, explicó. ¡Más claro ni el agua nuevamente!

Y frente a ese complejo y preocupante contexto, se nos aparece, encarnada en la persona de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, una convidada de piedra. Impertérrita, ajena al drama, aparentemente insensible. No debería estarlo, en razón de que a ella le tocará recoger las varas de los cuetes.

bdonatello@eleconomista.com.mx

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