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Política

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Siete de cada 10 mujeres encarceladas sufrieron violencia durante el proceso de su detención: Segob

Al presentar el primer Diagnóstico Nacional sobre Tortura Sexual Cometido contra Mujeres Privadas de Libertad en México, el Gobierno federal reconoció la compleja condición que las mujeres enfrentan cuando están involucradas en hechos delictivos.

Foto EE: Archivo

Al reconocer que la tortura sexual o malos tratos son practicas comunes al momento de que una mujer es detenida en México, la Secretaría de Gobernación (Segob) dijo haber identificado que siete de cada 10 mujeres encarceladas sufrieron violencia durante su proceso de detención, mientras que 3 de cada 10 vivieron tortura sexual en el momento de su arresto.

Al presentar el primer Diagnóstico Nacional sobre Tortura Sexual Cometido contra Mujeres Privadas de Libertad en México, el Gobierno federal reconoció la compleja condición que las mujeres enfrentan cuando están involucradas en hechos delictivos, ya que identificaron que las condiciones sociales, económicas culturales a las que se enfrentan previo a su detención, aunado a que muchas de ellas no cuentan con solvencia económica, no son tomadas en serio por sus defensores y en los centros penitenciarios.

Luego de entrevistar a 1,280 mujeres privadas de libertad en 66 penales distribuidos en las 32 entidades de la república, este diagnóstico nacional identificó que a nivel nacional aún existen deficiencias para la prevención, sanción y erradicación de la tortura sexual cometida en contra de las mujeres, pues la información recaba señala que el 79.3% de las mujeres entrevistadas señalaron haber vivido tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, durante su arresto, traslado al Ministerio Público, estancia en el Ministerio Público, arraigo, traslado y estancia en el centro penitenciario, incluyendo servicios de salud.

Asimismo, el 32.19% del total de mujeres refirió haber sufrido tortura sexual en al menos una etapa de su proceso y algunas refirieron que, al momento de ser detenidas en presencia de sus hijos e hijas, los agentes del estado emplean a los mismos para coaccionar a las mujeres con el fin de confesar o firmar documentos inculpatorios.

Es decir, las mujeres no solamente son sometidas a actos de tortura y violencias durante los procesos de detención, sino que, al encontrarse en estado de vulnerabilidad ante los agentes aprehensores, se facilita que se cometan otro tipo de violaciones tanto de manera directa como indirecta en contra de sus familiares. Al tiempo que son coaccionadas a realizar actividades de naturaleza sexual, por medio de amenazas de muerte en contra de sus hijos e hijas.

Y es que las cifras indican que aquellas mujeres que sufrieron violencia o tortura durante su detención, el 40% señaló a la policía de investigación como el perpetrador, además de un 21% a la policía municipal y 16% a policía estatal, quienes además cometieron otro tipo de abusos de autoridad, como beneficiarse de las pertenencias de las mujeres detenidas.

Asimismo, se dijo algunas mujeres, al momento de ser detenidas se encontraban embarazadas y cuando vivieron la tortura sexual, las amenazas de interrumpir su embarazo eran constantes y en algunos casos hubo aborto resultado de la tortura.

Cabe resaltar que, en los casos donde las mujeres son detenidas con sus parejas, el cuerpo de las mujeres es empleado como un instrumento de coacción para forzar a sus acompañantes a declararse culpables.

“Fui detenida el 24 de noviembre de 2010 por personas no identificables, más de 10 elementos varones y tres mujeres; una de ellas participó, presenció y videograbó los actos de tortura sexual. Fui trasladada a un lugar desconocido, donde permanecí poco tiempo, después me llevaron al c4 y en los baños fui violada de manera multitudinaria, me orinaron, me introdujeron arma de fuego en boca, vagina y ano; recibí descargas eléctricas en genitales y me dislocaron el brazo izquierdo”, señala una de las entrevistadas.

En tanto, se resaltó que del análisis de la información proporcionada durante las entrevistas, se presume que un 11.64% vivieron actos de tortura sexual sin haberla reconocido como tal, pues del catálogo de violencias a las que fueron sometidas se detectó la presencia de la violencia sexual como una constante.

Y es que con frecuencia las víctimas no consideran a las agresiones verbales, el desnudamiento, el toqueteo, los actos obscenos o humillantes o los golpes o choques eléctricos en los genitales como agresión sexual y es muy frecuente que las víctimas no digan nada o incluso nieguen haberla sufrido.

También se dijo que en algunos de los casos exponen que la tortura sexual pudo ser más severa, sin embargó fue interrumpida por causas ajenas, no obstante, la intención de infundir miedo por parte de personas servidoras públicas de ser sometidas a cualquier acto de violencia sexual aumentaba el terror psicológico.

En este contexto, se identificó que el 43.82% de las mujeres que fueron sometidas a actos de tortura, fueron con connotaciones de naturaleza sexual con la finalidad de humillarlas y castigarlas por ser mujeres. Mientras que el 23.59% vivió tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes y un 20.70% no refirió haber vivido algún tipo de violencia.

Las agresiones sexuales mencionadas son: manosear, desnudar forzadamente, infringir golpes en senos o genitales; violación sexual vía oral, vaginal o anal; lanzar amenazas con cometer violación o introducir objetos en sus cavidades.

De acuerdo con el Diagnóstico Nacional, el 28% fueron agredidas con patadas, 18% manoseadas, 16% fueron víctimas de golpes en senos, glúteos y genitales, 3.5% sufrieron violación.

kg

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