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Arte e Ideas

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Capital mental: Alcoholismo de estado

El beber de manera episódica y descontrolada se relaciona con graves problemas de salud y sobre todo con lesiones, violencia y suicidio.

"Pero esa feroz fotografía, más severa que un ama de llaves, no deja que la verdadera verdad se evada de sus escasos centímetros. La vida está prisionera de su representación: del día siguiente sólo te acuerdas tú." Antonio Tabucchi, Se está haciendo cada vez más tarde.

Más allá del más reciente zafarrancho nacional y del protagonismo de sus habituales sainetistas, los ciudadanos hemos sido engañados -una vez más- por las grandes televisoras y sus aliados en los diferentes medios de comunicación.

Pareciera que lo verdaderamente importante, en momentos tan delicados, es el chismorreo alrededor de un supuesto alcoholismo de una sola persona, aún cuando se tratara del presidente. Mientras tanto, poco o nada se ha discutido sobre uno de los mayores problemas de salud pública en el país y que es causa, directa o indirecta, de enfermedades graves, muertes prematuras y daños irreparables al desarrollo social, a la economía y a la productividad.

El consumo riesgoso del alcohol no sólo daña la salud de quienes abusan de esta "droga legal" (cirrosis, cáncer, depresión, adicción, suicidio), sino que su impacto afecta a los demás debido a que puede provocar alteraciones severas en el cerebro y conductas peligrosas por la intoxicación.

Las consecuencias negativas varían en diferentes regiones del mundo. Sin embargo, la carga de enfermedad y muerte que imponen sigue siendo importante en casi todos los países. El consumo de alcohol representa uno de los tres mayores factores de riesgo de enfermedad y de discapacidad. Cuatro de cada 100 muertes en el planeta tienen que ver con su abuso y dependencia, matando a más gente que el VIH/SIDA, la violencia o la tuberculosis. El alcoholismo, además, está detrás de problemas de abuso y abandono infantil, trastornos mentales, ausentismo y accidentes laborales.

Los países más ricos y desarrollados tienen, en general, los mayores consumos de alcohol, sin que esto se traduzca necesariamente en una mayor problemática de salud. En cambio, naciones con niveles inferiores de educación y empleo y altamente inequitativas -como el caso de México-, destacan por sus tasas elevadas de enfermedad y discapacidad por alcoholismo, aún cuando el consumo per cápita sea inferior comparado con países mejor desarrollados y menos desiguales.

Por ello es que la Organización de las Naciones Unidas en su más reciente reporte sobre alcoholismo y salud (Global status report on alcohol and health-2011), coloca a México en una rango equivalente al de países como Kazakhstan, Sudáfrica, Ucrania y la Federación Rusa, donde se han identificado las más elevadas puntuaciones en cuanto a patrones de consumo alcohólico y riesgo implícito.

El beber de manera episódica y descontrolada se relaciona con graves problemas de salud y sobre todo con lesiones, violencia y suicidio. México y los países sudafricanos comparten la más alta prevalencia en patrones riesgosos de consumo.

Tenemos que reducir el uso perjudicial del alcohol. El objetivo es impostergable. Se trata de salvar vidas, disminuir enfermedades y prevenir lesiones graves. Se necesitan estrategias de educación científica para toda la población, sobre todo la más joven. Ya basta de moralinas estúpidas, escanciadas con "alcohol y circo". ¿Acaso no es cierto que se está haciendo cada vez más tarde?

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