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Arte e Ideas

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Capital mental: Cuando el agua no llega al tinaco

Poca gente sabe que existen otros tipos de enfermedades del cerebro, con síntomas igualmente de temibles, y que nada tienen que ver con la demencia descrita por el psiquiatra Alois Alzheimer hace un siglo.

La famosa y multicitada enfermedad de Alzheimer es responsable de aproximadamente el 80% de todas las demencias que afectan a una humanidad empeñada siempre en desafiar el paso del tiempo. Sin embargo, poca gente sabe que existen otros tipos de enfermedades del cerebro, con síntomas igualmente de temibles, y que nada tienen que ver con la demencia descrita por el psiquiatra Alois Alzheimer hace un siglo.

Por ejemplo, cuando alguien sufre alteraciones de la presión arterial, durante un largo tiempo y de forma descontrolada, puede dañarse el tejido cerebral provocando una demencia de tipo vascular. Así se la llama porque el músculo cardiaco y los vasos sanguíneos dejan de aportar de manera suficiente, puntual y equilibrada la sangre que reclaman -sin tregua- las miles de millones de células responsables del buen funcionamiento de nuestra mente.

Sucede como cuando en el edificio donde vivo la bomba comienza a fallar. El agua sube al tinaco pero cada vez con menor presión complicando el abastecimiento de cada uno de los departamentos. Las distintas necesidades de los apremiados vecinos hará que maldigan reiterada e inútilmente al casero, y a su mamá, sabiendo que ese día habrá caos, confusión, irritabilidad y hasta parálisis.

Hace poco acudieron al consultorio dos mujeres jóvenes adultas con el rostro oscurecido y desencajado. Su padre septuagenario había comenzado a acusarlas, con gritos destemplados, de ser unas vulgares prostitutas. Amenazaba con matarlas y, en momentos, las correteaba blandiendo un bastón de madera nudosa.

Por si fuera poco, hacía un par de semanas -contaban las compungidas hijas- el pobre hombre estallaba en un doloroso llanto sin motivo aparente, para luego silenciosamente deambular largo rato cabizbajo y desnudo. A veces, durante estos insensatos recorridos se metía la mano por el recto sacando trozos de excremento que lanzaba a su alrededor.

Lo peor de todo -decían angustiadas- es que últimamente está mucho peor y esto puede suceder a cualquier hora del día o de la noche. Llevamos semanas sin dormir, no podemos dejarlo un minuto solo y ya no sabemos qué hacer.

No es difícil imaginar el penoso y desgastante peregrinar de esta familia a través de distintos consultorios y especialidades médicas, los interminables exámenes, la bochornosa oferta de medicamentos y remedios milagrosos. Gastos que nunca terminan, pero que siempre recuerdan la pérdida del patrimonio de toda una vida. Ya en el límite de la desesperación, las hijas decidieron llevar a su padre enfermo hasta Tijuana con un doctor Meneses o Meléndes de gran reputación.

Aún no es posible detectar las alteraciones tempranas del funcionamiento y la estructura del cerebro de enfermedades tan dramáticas y devastadoras. Tampoco contamos con tratamientos curativos y solo dependemos de unos cuantos medicamentos para atenuar las manifestaciones más disruptivas. Los daños que las demencias vasculares ocasionan en el enfermo, sus familiares y sus cuidadores reflejan la consecuencia tardía y convergente de un cerebro que comenzó a enfermarse mucho años atrás, pero que no le hicimos caso. Hay que dejar de fumar y hacer ejercicio para que suba agua al tinaco.

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