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Arte e Ideas

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FICG nació como una “provocación” de Jaime Humberto Hermosillo

El encuentro fílmico que en junio próximo celebrará su edición 38 inició como la Muestra de Cine Mexicano en Guadalajara para mostrar a la crítica internacional el trabajo de los cineastas independientes en una época aún poco favorable para la industria.

Los recortes presupuestales y el tardo flujo de los recursos en la primera mitad del año han obligado al Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG) a asumirse más como un festival de verano y no como un festival para abrir la primavera.

Del 3 al 9 de junio próximos, será posible la realización del encuentro fílmico encabezado por Estrella Araiza, para celebrar su edición 38 con un país viejo amigo como Invitado de Honor, Italia, que asumirá la distinción por tercera ocasión en la historia del encuentro.

El anuncio se dio a conocer el domingo desde el Festival Internacional de Cine de Berlín, la Berlinale, en el Pabellón Italiano, con la presencia de la directora del FICG y Roberto Stabile, jefe de proyectos especiales de la Dirección General de Cine y Audiovisuales del Ministerio Italiano de Cultura.

“Intentaremos estar a la altura, trabajando una selección de películas de la más reciente producción, sin dejar de lado un homenaje a nuestra historia (…) También llevaremos a México una delegación de representantes de alto perfil de la industria e instituciones italianas, y en el jurado de esta 38 edición estaremos representados por Paolo Genovese”, declaró Roberto Stabile durante el anuncio.

Un aparador en tiempos adversos

El Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG) es uno de los proyectos pioneros para el acercamiento del cine mexicano con su público natural y se fue consolidando, además, como un escaparate de lo mejor del cine mundial. Valga el anuncio del Invitado de Honor como pretexto para echar un vistazo atrás, al inicio de la historia de este pilar, en 1986, entonces como la Muestra de Cine Mexicano en Guadalajara.

“El FICG se mantiene como una de los más importantes aparadores para el cine mexicano de calidad y sigue siendo un festival de cine muy saludable y muy robusto. Todo empezó con Jaime Humberto Hermosillo tratando de que el cine nacional de los 80 se pudiera ver”, comenta el crítico e historiador de cine mexicano José Antonio Valdés Peña.

“En los años 80 se dieron varias circunstancias favorables. Hermosillo se fue a vivir a Guadalajara y allá se encontró con el maestro Emilio García Riera. La Universidad de Guadalajara concretó la creación del Centro de Investigación y Enseñanza Cinematográficas (CIEC) (en 1986). Por otro lado, Jaime Humberto, quien siempre tuvo una relación muy cercana con algunos críticos de cine internacionales, entre ellos Robin Wood, promovió un evento para invitados internacionales donde lo más importante de la producción mexicana pudiera presentarse”, relata.

En 1986 sucedió la primera edición de la Muestra de Cine Mexicano en Guadalajara, un escaparate para el cine independiente nacional en un momento no del todo favorable para la industria y con un Imcine a tres años de haberse creado.

“Teníamos todavía una producción básicamente de películas de albures, un cine lépero, violento, que es el que hacía el grueso de la industria, mientras que el cine de autor estaba marcado por una independencia, los cineastas filmaban en 16 mm y hacían producciones en cooperativas. Ese es el cine que la muestra buscaba visibilizar”.

“El hecho de abrir la muestra en Guadalajara y para la crítica internacional fue un acto transgresor, de provocación, de parte de Jaime Humberto Hermosillo”, José Antonio Valdés, crítico e historiador de cine.

Nueva oportunidad para el cine

Durante los años 90, con el cambio de política cinematográfica, y con Ignacio Durán como director del Imcine (entre 1988 y 1994), se respiraban aires de cambio, se sentaron las bases para el llamado Nuevo cine mexicano. Guadalajara fue un músculo imprescindible.

Gradualmente, desde los años 80, por petición de la UdeG, el encuentro se abrió al público en general y hacia los 90 comenzó con diversas premiaciones que finalmente marcaron la conversión a un festival hacia la primera década de este siglo, aunque este conserva la numeración de sus ediciones desde la versión de 1986.

“Lo que hizo la entonces muestra fue encontrar un nicho de oportunidad en una época en la que no había interés en el cine mexicano de calidad. El hecho de abrirla en Guadalajara y para la crítica internacional también fue un acto transgresor, de provocación, de parte de Jaime Humberto Hermosillo”, concluye el crítico e historiador de cine mexicano.

“El problema sigue siendo la exhibición”

Por su parte, Nelson Carro, director de Programación de la Cineteca Nacional y miembro del Patronato del FICG, coincide en que, sin duda, la entonces muestra fue fundamental para el posterior auge del cine nacional.

“Es un festival de una muy larga tradición y ha ido evolucionando hasta que llegó un momento en el que la muestra quedó chica y se volvió una muestra de cine mexicano e iberoamericano. También aparecieron otros festivales en México y cambió totalmente el esquema de exhibición. Su evolución fue congruente con el progreso de la industria”, declara Carro.

No obstante, desde entonces y hasta el presente, señala, “el gran problema fundamental del cine mexicano sigue siendo la exhibición, es el punto más débil. Incluso ahora con las tecnologías digitales se ha vuelto más fácil, pero la exhibición es el problema que hace que muchas películas mexicanas tarden en llegar a su público o lleguen a espacios limitados”.

De ahí la importancia, coincide, de que festivales como el mencionado se hayan convertido en foros de diálogo para tocar temas de industria, de políticas públicas y para la búsqueda de nuevas vías de exhibición.

*** ***

En la Muestra de Cine Mexicano en Guadalajara se presentaron por primera vez películas fundamentales del cine mexicano. Algunos ejemplos:

  • “La tarea” (Jaime Humberto Hermosillo, 1991)
  • Solo con tu pareja” (Alfonso Cuarón, 1991)
  • Como agua para chocolate” (Alfonso Arau, 1992)
  • Cronos” (Guillermo del Toro, 1993)
  • Principio y fin” (Arturo Ripstein, 1993)
  • El callejón de los milagros” (Jorge Fons, 1994)

Ilustra el trabajo colectivo del cine

El cartel de la edición 38 del FICG fue diseñado por el reconocido historietista e ilustrador argentino Ricardo Siri “Liniers.” La imagen retrata en el particular estilo de este caricaturista el trabajo colaborativo que representa realizar cine.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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