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La exquisita dolencia: Ramón López Velarde en los ojos de Emilio Uranga
El autor José Manuel Cuellar reunió la obra crítica del filósofo mexicano Emilio Uranga para armar un rompecabezas que redescubre no solo el pensamiento crítico y filosófico del legendario poeta zacatecano Ramón López Velarde, sino que al mismo tiempo nos lleva por un recorrido al México del siglo XX en La exquisita dolencia. Ensayos sobre Ramón López Velarde.
Licenciado en Literatura Hispánica y Filosofía, Jose Manuel Cuellar Moreno habló con El Economista sobre su última obra compilatoria ‘La exquisita dolencia. Ensayos sobre Ramón López Velarde’ en la que reúne la mirada crítica del polémico y poco explorado filósofo mexicano Emilio Uranga, quién se encargó de estudiar el pensamiento del célebre poeta zacatecano Ramón López Velarde, a quien abordó en sus columnas durante sus años como periodista en el México del siglo XX.
El poeta Ramón López Velarde (1888-1921), originario de Jeréz, Zacatecas, compuso el conocido poema ‘Suave Patria’ con motivo del primer centenario de la Independencia de México en el que descubre a México y lo mexicano. Pese a su corta vida (33 años), López Velarde ha sido considerado el fundador de la poesía mexicana contemporánea. Sus pensamientos y poemas quedaron registrados como obras literarias en los libros que publicó: “La sangre devota” y “Zozobra”. El escritor y abogado de principios del siglo XX colaboró en La Nación, El Nacional Bisemanal, Vida Moderna, El Maestro, México Moderno y Revista de Revistas.
El construir este trabajo literario no fue una labor sencilla, como asegura Cuellar Moreno, pues Uranga llegó a escribir más de 200 columnas por año en las que en palabras del autor que las estudió, encontró “pequeñas perlas de sabiduría”, que hoy entrega a los lectores en formato de libro.
—¿Háblanos sobre “La exquisita dolencia. Ensayos sobre Ramón López Velarde”?
—Desde el título ya anuncia una de las preocupaciones de Ramón López Velarde que es justamente el amor pero no un amor cualquiera, un amor que hiere, un amor que lastima pero que tiene que ser una herida que permanezca abierta y fecunda. Traigo a colación a Ramón López Velarde porque hace no mucho festejamos los cien años de su fallecimiento, él falleció en 1921 pero también hay un cruce muy interesante con otro personaje hiperbólico, un personaje endemoniado que es Emilio Uranga.
—¿Quién es Emilio Uranga?
—Es un filósofo que a mí me interesa, un filósofo al que he estudiado y es un filósofo deliberadamente olvidado. Quizás muchos no han escuchado este nombre. A él se le reconoce el haber introducido el existencialismo francés en México a mediados de los 40, estamos hablando de autores como Jean-Paul Sartre, como Merleau-Ponty pero él también va a desempeñarse como.consejero presidencial, va ser asesor de López Mateos, Díaz Ordaz, Luis Echeverría, de López Portillo. Hay una leyenda negra alrededor de este personaje áulico. Algunos lo han llamado incluso una especie de eminencia gris, lo cierto es de que cuando uno lo lee, se da cuenta que no era un personaje dócil, era un personaje contestatario, era un personaje cínico, era un personaje que le encantaba desenmascarar y en este tono fue que desenmascaró a Juan José Arreola, Carlos Fuentes, Octavio Paz. no tenía tapujos a la hora de decir las verdades y esto se sigue agradeciendo pero la verdad es que sigue lastimando.
Ha sido una labor de detective alrededor de Emilio Uranga, me di cuenta que además de filósofo, consejero presidencial y analista político era un excelente crítico literario y esta faceta es la que trato de descubrir en este libro. En la exquisita dolencia reuní todo lo que escribió Emilio Uranga sobre Ramón López Velarde a lo largo de casi 30 años, de 1950 a 1976. Fue una labor exhaustiva y extenuante porque estamos hablando de un personaje que llegó a escribir más de doscientas columnas al año y dentro de estas columnas había agujas, pequeñas perlas de sabiduría y me di cuenta que un conversador constante a lo largo de su vida fue el poeta de Jeréz, que no fue una lectura entre otras, no solamente se dedicaba a comentar los versos de Ramón López Velarde, sino que llega a decir que él es el fundador poético de México. Así como tenemos una constitución que sería el acta de nacimiento legal de México contemporáneo, la constitución de 1917, tendríamos en la obra de Ramón López Velarde el acta poética del nacimiento del México contemporáneo.
López Velarde falleció en junio de 1921, en agosto es decir, pocos meses después nace Emilio Uranga. Sabemos que Emilio Uranga comienza a leer como muchos otros jóvenes de su generación a Ramón López Velarde cuando él estaba en la preparatoria y queda fascinado por estos versos inusitados por este uso delicado y a la vez tan certero de los adjetivos. Pero también nos damos cuenta que era una época a finales de los cuarenta donde la revolución mexicana está cambiando, estamos hablando de la época de Miguel Alemán, de la industrialización de la revolución mexicana, cuando la revolución mexicana se baja del caballo, enfunda la pistola y cede sus riendas a los universitarios y es en este momento de crisis o este punto de inflexión donde surge la pregunta de ¿qué puede significar ahora la revolución mexicana?, ¿existe?, ¿no existe?, ¿Ya murió?, ¿No murió?. Es en esta época de renovación y de crisis donde Emilio Uranga voltea la mirada a Ramón López Velarde, y se da cuenta que Ramón López Velarde junto con Francisco I. Madero y Antonio Caso, tenía una concepción íntima de la Revolución Méxicana, una concepción cordial porque cordial viene de cor cordis (corazón), entonces la revolución mexicana fue más que un cambio de hombres en el poder, fue un cambio de corazón, fue un cambio de mentalidad, fue un cambio de sentimientos, fue una transformación de las conciencias, nace un nuevo ser humano , es este nuevo ser humano al que todavía hay que darle forma. Ser mexicano es un quehacer, no es algo fijo, no es algo que podamos encontrar en la calle, es algo que todos juntos debemos construir. Es México y lo mexicano está en obras y es esta concepción de revolución mexicana la que le llama la atención a Emilio Uranga, hasta el punto de decir que no había poesía anterior a la de Ramón López Velarde.
—¿Las obras de ambos autores mantienen vigencia hoy en día?
—Yo creo que Ramón López Velarde y Emilio Uranga son completamente vigentes, ellos tienen las claves para pensar fenómenos contemporáneos como una falta de cohesión en la sociedad mexicana, como un desgarramiento en nuestro tejido. Tienen la clave para cultivar este sentimiento de pertenencia a algo más grande que nosotros, a nuestra comunidad. Este sentido comunitario que está muy presente en los dos. Palabras como ‘lo mexicano’ o ‘mexicanidad’ son palabras engañosas, parecen anacrónicas, parece que nos hablan de un nacionalismo hermético, un nacionalismo cerrado que evocan estos tiempos florecientes del Partido Institucional pero no es así. Para Emilio Uranga, lo mexicano era un punto de partida, un punto de llegada, para Emilio Uranga un sentido estricto no existe, aquello que caracteriza y mejor une a los mexicanos, no es una lengua, no es género, no es un color de piel, no es el hecho de habitar en una región geográfica u otra, aquello que a todos nos une es el hecho de ser cuerpos vulnerables, cuerpos que no saben que les aguarda a la vuelta de la esquina, el hecho de estar a merced del azar y a merced de la suerte. Es un humanismo pero no precisamente tranquilizador sino es un humanismo que pretende sacudirnos, que pretende que tomemos conciencia, que sobre todo tomemos las riendas de nuestra existencia, que nos demos cuenta que lo que queramos ser es una decisión y es un empeño diario. Todo esto es una lectura que hace Emilio Uranga de Ramón López Velarde de modo que debemos de dejar de pensar a estos dos personajes como nacionalistas como folkloristas, como gente que tenía la mirada clavada en el ombligo, como localistas, no, su pensamiento es universal y es humanista y es una crítica al colonialismo y es una crítica a cualquier mirada estrecha.
—¿Consideras que el quehacer de los filósofos mexicanos ha cambiado en los últimos tiempos?
—La filosofía se ha modificado en estos tiempos pero yo soy optimista y creo que en la actualidad, la filosofía mexicana está viviendo una especie de segundo aire y cada vez más somos los investigadores mexicanos que nos damos cuenta que hay que recuperar este suelo de nuestro pasado, que no estamos solos, que hay grandes retos en todos los niveles pero que por suerte tenemos a nuestros maestros espirituales que han sido desatendidos durante muchas décadas pero que están ahí y hay que desempolvarlos, que hay que descubrir quiénes eran y hay que apoyarnos en ellos completamente.
—¿Qué mensaje quieres dar con la publicación de este libro a todo aquel que lo lea?
—Para mí este libro es una llamada de atención a nuestro pasado inmediato. Emilio Uranga puede servirnos como un Virgilio que no solamente nos acerca al pensamiento de Ramón López Velarde sino que nos lleva a recorrer el siglo XX mexicano. A lo largo de estos artículos vemos desdoblarse la figura poliédrica de Ramón López Velarde pero el propio Emilio Uranga nos va llevando de un tema a otro, que fueron los temas vertebrales del siglo XX. Estamos ante un testigo privilegiado de los eventos, estamos ante alguien que vivió muy cerca de los círculos del poder y con un ojo muy agudo y muy crítico. Es verdad que existe actualmente una especie de desmemoria, como que no nos acordamos de lo que pasó, no nos podemos concebir a nosotros mismos como herederos de proyectos y esto es una crisis de la memoria y el libro es un poco eso, es una introducción al pensamiento y a la figura de Emilio Uranga, es una introducción también a la obra de Ramón lópez Velarde, de nuestro poeta nacional tristemente olvidado también. Es una invitación a adentrarse en la filosofía y en la poesía del siglo XX que fue una de las más ricas de todo el mundo.
—Durante este tiempo estudiando la vida y obra de Emilio Uranga, ¿Qué destacas de este personaje poco explorado de la filosofía mexicana?
—Ya llevo varios años investigando a Emilio Uranga, en 2018 salió este libro que escribí: La Revolución inconclusa; La filosofía de Emilio Uranga, artífice oculto del PRI, ahí me detengo a analizar el papel que desempeñó como consejero de López Mateos, específicamente en año de 1960 que fue un año crucial y bien interesante en la historia de México porque se festejaban los cincuenta años de la Revolución Mexicana pero también estaba ocurriendo la Revolución Cubana liderada por Fidel Castro y esto cimbra todo el panorama latinoamericano. La Revolución Mexicana deja de ser el paradigma de revolución latinoamericana exitosa y es en este contexto que López Mateos suelta su famosa frase, una de las más célebres del PRI. “Mi gobierno dentro de la constitución es de extrema izquierda” y ahí el encargado de contestar esta adivinanza y de llenar de contenido estas declaraciones fue precisamente Emilio Uranga y él en ese momento nos dice que la Revolución Mexicana no es que haya muerto, es que la Revolución Mexicana no está anclada en el pasado, no es un hecho consumado, sino es una especie de norte o brújula que debe guiar y modular nuestras acciones. La Revolución Mexicana, dice ‘es como una sinfonía’, es como la sinfonía inconclusa de Franz Schubert, nunca nadie sabe cómo acabó, todo mundo a la hora de escucharla tiene que hacer un esfuerzo de la imaginación para completarla pero esto que Emilio Uranga nos dice de la Revolución Mexicana lo dirá en otros lugares sobre la propia existencia humana y es aquí donde me llama la atención y donde creo que Emilio Uranga tiene una enorme propuesta moral muy vigente; Pensar la existencia humana como un proceso inconcluso como un proceso inacabado y por lo tanto un concepto que nos atañe a todos. Nada está escrito sobre piedra, nada está determinado para siempre.
—¿Cómo llegaste a Emilio Uranga y cuánto tiempo te ha tomado investigarlo?
—Yo soy filósofo y mi primer acercamiento fue justamente a través del existencialismo, él como uno de los portavoces del existencialismo francés en México a finales de los cuarenta pero después me di cuenta que tenía una enorme trayectoría en el periodismo político. Es un personaje negado pero eso no significa que haya sido un personaje marginal. Él llegó a ser la conciencia vigilante de la república, sus opiniones llegaron a tener mucho peso y a lo largo de su vida estuvo en el vórtice del huracán político e intelectual por decirlo así. No es un personaje exactamente marginal, sí es un personaje negado.
Estamos hablando de una investigación que ya lleva quizá siete años. Investigarlo ha sido una fuente de gratas sorpresas y también de aprendizaje. Cuando hablo de que Emilio Uranga era un personaje cínico, no lo digo en un sentido peyorativo, es que utilizara el cinísmo como herramienta filosa para herir, (que a veces si lo hacía, a veces si daba en las fibras sensibles), sino el cinismo como una estrategia de revelación de la verdad.
Actualmente Cuellar Moreno prepara la biografía del filósofo mexicano Emilio Uranga que estará próximo a publicar y en el que abordará a detalle pasajes de su vida y obra.