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Arte e Ideas

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Ni tanto que queme al Santo

Ciertas personas desde la niñez, pero sobre todo en la adolescencia, pueden ser más vulnerables a desarrollar dependencia tanto de drogas legales como ilegales.

La semana pasada llamó una profesora quien dijo haber asistido a una charla que di hace poco ante un grupo de directores de escuelas primarias. El tema, para variar, fue el de salud mental y adicciones . En lo general, -aclaró la aguda maestra- estoy de acuerdo en la inutilidad de los enfoques moralistas y los interminables sermones si realmente queremos prevenir la adicciones en los niños y jóvenes.

Además -continuó la educadora-, me resulta novedoso aquello que mencionó sobre el riesgo hereditario y la participación de los circuitos cerebrales de dopamina en las adicciones, motivo por el cual ciertas personas desde la niñez, pero sobre todo en la adolescencia, pueden ser más vulnerables a desarrollar dependencia tanto de drogas legales como ilegales, como una especie de alergia. Y yo que creía que el cigarrito y el café no eran drogas.

Pero explíqueme psiquiatra, por qué no mencionó nada sobre la obesión que tienen los padres en la actualidad con el ejercicio.

¿Cómo dice?

Por supuesto, ¿acaso no se ha enterado de que muchos papás, y desde hace años otras tantas mamás, se ejercitan diariamente de manera desaforada y dedican, con religiosa disciplina, buena parte de su tiempo a la búsqueda de la fuente de la eterna juventud?

En nuestra escuela –decía la profesora, ahora en un tono más cauteloso – tenemos destacados triatlonistas, pentatlonistas, maratonistas, ciclistas y demás istas. ¿Quién de ellos no sueña y vive para el próximo Iron (wo) man? Estos papás y mamás hiper-saludables rara vez se perdonan dejar de asistir a cuanta competencia se anuncia.

Creáme que resulta incluso conmovedor escucharles cuando describen, de manera por demás meticulosa y prolija, cómo debe seleccionarse la ración diaria de calorías, el porcentaje de fibra vegetal, los complementos proteicos, el surtido multicolor de todas las indispensables vitaminas y -aquí entre nos Doc- la inyección subrepticia y cada vez más frecuente de anabólicos esteroides. Pero eso sí, todo bajo el estricto control del entrenador y de la nutrióloga de la tienda naturista del Gym.

He de confesar lectores, que a estas alturas de la conversación telefónica, ya había quedado bastante claro hacia donde nos encaminábamos. No obstante, me animé a hacer la pregunta más obvia y sin un ápice de pudor.

¿Y eso maestra qué tiene que ver con las adicciones y la salud mental de sus alumnos?

Nada ocurre por casualidad, eso ya los sabíamos, y todo tiene (por lo menos) algún punto de contacto con aquello que es capaz de llamar nuestra atención o de afectar nuestras vidas, aún cuando a veces pareciera que en la supuesta realidad, en la más real y objetiva de las múltiples realidades, ciertas circunstancias suceden, por lo general, fortuita y desarticuladamente.

Esa misma tarde asistió a consulta un joven de 27 años con adicción a todas las drogas que alguien pueda imaginarse.

Empecé a comprar cerveza –dijo casualmente- cuando tenía 13 años en una tienda que abría las 24 horas. Me daban las caguamas dentro de una bolsa de estrasa. Luego me sentaba a tomar en la escalera de mi casa. Bebía poco a poco toda la tarde hasta que llegaban mis papás cansados de tanto ejercicio. De pronto el joven comenzó a llorar.

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