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Arte e Ideas

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Ondas cerebrales bailan al ritmo que les toquen

Hace un par de meses, por primera vez en la historia, cientos de personas pudieron ver y escuchar las ondas del cerebro de un gran músico.

Mickey Hart alcanzó pronto la fama tocando batería con Grateful Dead, uno de los grupos de rock más pesados de la época dorada del hippismo en San Francisco. Hoy, a sus casi 70 años de edad, Hart continúa con una actividad creativa musical verdaderamente impresionante. No sólo es un intérprete prodigioso, sino que además ha realizado notables estudios sobre los orígenes de la música y también ha publicado varios libros sobre el tema. Por otra parte, el doctor Adam Gazzaley es un destacado médico neurólogo, quien desde hace años investiga el papel de las ondas cerebrales en distintas actividades mentales como la atención, la memoria, la percepción y la imaginación, así como sus posibles vínculos con enfermedades mentales y el envejecimiento.

Resulta que Hart y Gazzaley, ambos neoyorquinos por nacimiento y formación, decidieron unir sus talentos, conocimientos, intereses y pasiones con el fin de entender cómo es que la música, y en particular el ritmo, podrían utilizarse científicamente para prevenir, tratar e incluso rehabilitar diferentes afecciones cerebrales. Este proyecto neuromusical es conocido con el curioso nombre de: Ritmo y cerebro.

Un día, al estar tocando los tambores, Mickey Hart notó que su silenciosa abuela –diagnosticada hacía siete años con demencia de Alzheimer– repentinamente volteó a verlo con viveza y lo llamó por su nombre. Desde entonces, pudo observar que cada vez que tocaba alguno de sus ritmos, ella despertaba brevemente de su alejamiento mental.

Fue en Nuevo Orleans, en septiembre pasado, que Gazzeley dejó boquiabierto al público cuando al colocar una sofisticada diadema –capaz de registrar ondas electroencefalográficas- en la cabeza de Hart mientras éste tocaba un tambor, aparecieron sobre las pantallas gigantes del auditorio una sucesión de coloridas imágenes con los flujos cerebrales del músico en tiempo presente. Pero, además, todos pudieron escuchar los sonidos que dichas ondas producían.

El propósito del show era persuadir a la concurrencia que vale la pena invertir en esta clase de investigación científica, ya que el ritmo está presente en todos los niveles del universo. Incluso la vida misma sería impensable sin sus rítmicas pulsaciones. El cerebro depende de complejos ritmos de actividad que guían las interacciones entre distintas regiones produciendo la sincronía necesaria para que emerja la mente.

No se trata sólo de conocer el papel que ocupan los ritmos cerebrales al aplicar distintas técnicas (videojuegos, entrenamiento rítmico, retroalimentación), sino que se busca desarrollar métodos eficaces para mejorar el pensamiento y el ánimo (tanto en personas sanas como con alteraciones mentales) e impactar favorablemente la calidad de vida.

Hace 30 años, Mickey Hart lanzó el álbum Music to be born with, donde pueden escucharse los latidos del corazón de su hijo dentro del vientre materno mezclados con sutiles armonías de bajo, percusiones y flauta shakujachi. A la fecha, muchos partos han sido felizmente ambientados con esta música apacible y orgánica concebida por un legendario intérprete del hard-rock.

moises.rozanes@eleconomista.mx

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