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Watson se lleva el Masters de Augusta

Con un imposible golpe en medio de los pinos, Bubba Watson consiguió el par para llevarse el título del Masters de Augusta, tras superar en el segundo hoyo de un desempate a Louis Oosthuizen.

De Bubba Watson el llanto. Apenas logró coronar su primera victoria en un Major, la del Masters de Augusta, y el jugador, quien se convirtió en el estadounidense número 34 en adjudicarse el título del torneo, no pudo contener la emoción y en los brazos de su caddie se soltó a llorar como un niño.

De la infancia los recuerdos del golf, deporte del cual nunca tuvo una enseñanza formal. Gerry, mejor conocido como Bubba gracias a que su padre decidió llamarlo así cuando al nacer vio en su rostro un gesto extraño, ayer logró la hazaña de su vida al ganar en dos hoyos de desempate al sudafricano Louis Oosthuizen y así lograr la primera chaqueta verde de su carrera.

Con apenas tres títulos en la PGA (Travelers Championship en el 2010, Farmers Insurance Open y Zurich Classic of New Orleans, ambos en el 2011) el llanto de Watson fue justificable.

Había sido un gran día tanto para él como para Oosthuizen, quien ayer logró un histórico doble eagle en el hoyo dos que le alcanzó para culminar con 10 golpes bajo par y un total de 278 impactos, score que igualó Watson y obligó a los playoffs.

Entonces vino el primer hoyo de desempate, el 18, en el que ambos terminaron par cuando se esperaba que el sudafricano repitiera la hazaña que había conseguido a inicios del día. Pero no. Todo se definió en el hoyo 10. De los brazos de Bubba un imponente swing mandó la bola a los arbustos.

Vuelven los recuerdos a Watson. La única manera que recuerda de haber perfeccionado su swing cuando niño era entre los árboles de su jardín.

Así, del mismo modo como lo hacía cuando a sus 12 años ya había conseguido un 62 en un campo par 72, de la misma manera enfiló su golpe, entre los árboles de Augusta, y mandó la bola al green. Casi suyo el título.

En tanto Oosthuizen no logró alcanzar el green en su segundo impacto y tras un titubeo concluyó el hoyo con un golpe de más. De ahí, la confianza de Watson que pedía al público no emocionarse. Afinó entonces el tiro y tras conseguir el par en el hoyo soltó el llanto, primero con su caddie y luego en los hombros de su madre.

No era para menos pues ayer, a sus 33 años, el hombre que creció jugando al golf por diversión, ése que combina su afición al basquetbol y que en su habitación lo mismo tiene un póster de Shaquille O’Neal que de LeBron James, volvió a ser un niño inundado en lágrimas. Un niño que, entre árboles, alcanzó por primera vez la gloria de Augusta. ?(Con información de Agencias)

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