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El Buen Fin

La imitación mexicana del Viernes Negro, que tuvo lugar aprovechando el puente de la conmemoración de nuestra Revolución Mexicana, fue una jornada donde miles de establecimientos comerciales del país ofrecieron sus productos y servicios a precios especiales, precios con descuento, así como la opción de comprar a meses sin intereses.

La imitación mexicana del Viernes Negro, que tuvo lugar aprovechando el puente de la conmemoración de nuestra Revolución Mexicana, fue una jornada donde miles de establecimientos comerciales del país ofrecieron sus productos y servicios a precios especiales, precios con descuento, así como la opción de comprar a meses sin intereses.

Dicho evento, considerado por el presidente Calderón como una jornada de éxito dado el incremento de 37% en las ventas en los comercios respecto de un fin de semana, promovió, según sus palabras, un impulso en el empleo y el mercado interno.

La intención de realizar un evento de la magnitud del Black Friday, con la finalidad de activar la economía interna de nuestro país, deja mucho que desear. A pesar de que la Profeco indicara que la mayoría de las compras fueron hechas a conciencia por el consumidor, la escasa cultura financiera del mexicano revela la falta de administración de los recursos y nos revela la poca prevención que existe en la utilización del crédito como una alternativa para comprar.

Es importante recordar que el crédito es una opción que permite la adquisición de bienes y servicios siempre y cuando los flujos de nuestros ingresos permitan solventarlo y más cuando periódicamente se tiene que desembolsar una cantidad para liquidarlo. Si a esto le aunamos el hecho de que, en ocasiones, más de una compra es realizada utilizando este esquema, el monto de la mensualidad a pagar se hace mucho mayor, y esto es lo que precisamente le ocurrió a muchas familias mexicanas este Buen Fin.

La visita de miles de personas durante cuatro días a centros comerciales, establecimientos, comercios, entre otros, fue el indicador más claro de como una campaña de mercadotecnia de unos cuantos días acompañada del desenfreno por comprar dadas las ofertas especiales genera en la población un consumo excesivo y poco consciente.

Vale la pena reflexionar para quién fue el verdadero beneficio de este fin de semana: ¿para las empresas que aumentaron sus ventas, para los bancos que incrementaron en más de 185% sus créditos, o para la gente que estará endeudada por los siguientes meses?

Más que buscar opciones que activen la economía de manera esporádica, el gobierno mexicano debería de generar estrategias que brinden un verdadero impulso al mercado interno. Olvidar el porcentaje de desempleo, de pobreza extrema y del nivel de inseguridad que vivimos resultó eficaz por un fin de semana, pero ¿acaso se podrán generar propuestas que realmente borren de manera permanente de la vida del mexicano estos hechos? Ojalá que pronto nuestras autoridades puedan brindarnos esta respuesta.

*Mónica Hernández. Maestría en Administración por el Tecnológico de Monterrey, Campus Toluca.

moniurrutia@hotmail.com

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