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Opinión

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¿Cómo saber si funciona el plan contra la inflación y la carestía?

¿Podrá AMLO y su equipo lograr con la IP un acuerdo que le pegue a la inflación? No estamos hablando de resultados a medias tintas. El plan debe lograr una disminución sostenible de los precios de la canasta básica. Esta disminución debe ser real, pero sobre todo debe ser percibida así por las madres y padres de familia, por los consumidores mexicanos. La canasta básica ha subido 13.4% en los últimos 12 meses, casi el doble del índice de precios al consumidor que usamos para hablar de inflación. Una familia de cuatro personas que habita en el medio urbano necesita 7,900 pesos al mes para adquirirla. Si se trata de una familia que vive en el medio rural, son 6,072 pesos mensuales. En ambos casos el valor de la canasta básica supera el salario mínimo mensual, que es de 172.87 pesos diarios, 5,255 pesos mensuales.

¿Qué quiere decir sostenible y generalizada? La presión inflacionaria que vivimos no es transitoria ni se acabará al día siguiente que se ponga fin a la invasión de Ucrania. Es un fenómeno global que los expertos auguran que durará todo este año, además el 2023 y quizá una parte del 2024. El plan debe tener en cuenta este calendario y la complejidad del reto: el esfuerzo antiinflacionario debe durar tanto como dure la tormenta inflacionaria y, quizá, incluir subsidios para la compra de insumos importados. ¿Cómo repartir la carga entre Gobierno y empresarios por un periodo tan largo?, es una de las cuestiones. Otra muy relevante tiene que ver con el reto de construir y sostener la confianza en un contexto de polarización y desconfianza.

¿Cómo abatir el riesgo de la simulación? En un país del Cono Sur, de cuyo nombre no quiero acordarme, se puso en marcha un plan antiinflacionario que anunciaba grandes descuentos en algunas presentaciones de ciertos productos emblemáticos. Imaginen que hablamos de la lata de atún en presentación de 100 gramos. Todas las demás presentaciones no formaban parte del acuerdo y mantenían su precio a partir de reglas del mercado. Adivinen qué pasó: la lata del descuento era la más difícil de encontrar. Las latas de atún disponibles subieron a tasas de dos dígitos, en contraste con la otra que no subía, pero no estaba en los anaqueles más que en pequeñísimas cantidades. La cereza del pastel es que la presentación del pacto era la que se tomaba como referencia para medir el nivel oficial de la inflación. Este registraba una reducción o estabilidad en los precios. Los artífices de esta maniobra se pasaron de listos y provocaron un daño adicional: echaron a perder la medición inflacionaria.

El Gobierno de la 4 T y la IP han tenido grandes acuerdos que resultaron improductivos, ¿cómo lograr que esta vez sea diferente, para bien? Para saber de qué estamos hablando, recuerden los anuncios de inversión en infraestructura que hizo el sector empresarial con AMLO y los compromisos de reactivación del sector inmobiliario en la Ciudad de México que han hecho los empresarios con Claudia Sheinbaum. Se habla de problemas de aterrizaje e implementación, pero también de simulación: algunos anuncios pertenecen a un territorio en el que los políticos ganan y los empresarios no pierden. Hemos tenido cientos de malas fotografías y buenos discursos o viceversa, pero malos resultados. Seguimos con niveles de inversión en mínimos de tres décadas.

¿Qué papel jugarán los consumidores en el plan? A diferencia de otros anuncios de Gobierno, los resultados de este plan estarán a la vista de todos, literalmente en la tienda de la esquina o en el mercado de cada barrio. Las amas de casa podrán verificar todos los días, muy fácilmente, si el plan está funcionando. Es un problema que afecta muchísimo en todos los hogares, por tanto podremos contar con su atenta observación y sus comentarios en redes sociales. En términos de comunicación política, el presidente se enfrentará a uno de los mayores retos de su mandato. Podrá decir que él tiene otros datos, pero no encontrará un público complaciente o apático. La inflación es un animal muy diferente a otras estadísticas económicas, como el PIB o la inversión. Es un animal que nadie puede mirar con indiferencia.

lmgonzalez@eleconomista.com.mx

Licenciado en Economía por la Universidad de Guadalajara. Estudió el Master de Periodismo en El País, en la Universidad Autónoma de Madrid en 1994, y una especialización en periodismo económico en la Universidad de Columbia en Nueva York. Ha sido reportero, editor de negocios y director editorial del diario PÚBLICO de Guadalajara, y ha trabajado en los periódicos Siglo 21 y Milenio. Se ha especializado en periodismo económico y en periodismo de investigación, y ha realizado estancias profesionales en Cinco Días de Madrid y San Antonio Express News, de San Antonio, Texas.

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