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¿Cómo se mide la felicidad?
Independientemente de lo subjetivo que pueda parecer dicha métrica, los avances recientes en su medición podrían sernos de gran utilidad.
La felicidad comenzó a medirse de forma sistemática en 1972 en el reino de Bután, donde se inventó el Índice Nacional de Felicidad. Aunque los economistas utilitaristas dirían que llevamos más de 200 años midiendo la felicidad, lo cierto es que la medición de la felicidad y el bienestar han evolucionado significativamente. El premio nobel de Economía Amartya Sen (1998) se destacó por crear nuevas métricas de bienestar sobre las que se construyó el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas. Más recientemente, muchos académicos y universidades, como la de Illinois, Oregon y Victoria en Canadá, se han centrado en entender y medir la felicidad bajo principios más amplios como los que utilizó Bután.
Así este pequeño reino, que es la democracia más moderna del mundo, pone a nuestra disposición la medición más completa de felicidad actual. Dicha métrica cuenta con nueve componentes:
1) Salud. Mide la atención médica y las barreras de ésta, así como la calidad de los servicios de salud.
2) Educación. Evalúa el aprovechamiento, calidad, escolaridad y nivel de educación.
3) Diversidad ambiental. Cuantifica el acceso a servicios ambientales, el conocimiento ambiental de la población y destaca por el indicador de árboles sembrados por persona.
4) Nivel de vida. Mide los consumos de los hogares y el número de casas propias, entre otros. Destaca por medir la inhabilidad de hacer remodelaciones por hogar.
5) Gobernanza. En éste se evalúa la calidad de los servicios públicos, la confianza en las instituciones y los niveles de seguridad.
6) Bienestar sicológico. Aquí se estiman los niveles de estrés y prevalencia de emociones como celos, frustración, generosidad, y tranquilidad.
7) Uso del tiempo. Cuantifica el tiempo que dedicamos a dormir, a la participación comunitaria, a la educación, al deporte, al cuidado de los demás y a meditar, entre otros.
8) Vitalidad comunitaria. Estima la confianza y el apoyo social entre los miembros de una comunidad, así como los niveles de seguridad.
9) Cultura. Evalúa el conocimiento de la cultura propia (deportes tradicionales, festividades comunitarias, labores artesanales, etcétera) así como el respeto y conocimientos de otras culturas.
Si bien creo que Sarkozy se equivocó al declarar que de contar con un índice de felicidad se hubiera evitado la crisis financiera, considero que indicadores del bienestar sicológico y vitalidad comunitaria contribuirían a atender la descomposición social que viven actualmente algunas de nuestras ciudades.
rgallegos@eleconomista.com.mx