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Opinión

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Es 2022 el año de Arabia Saudita; para el mundo, oscuridad e incertidumbre

Foto: Reuters

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Arabia Saudita será el país que tendrá el mayor crecimiento en 2022, pronostica el Fondo Monetario Internacional (FMI). El PIB saudiárabe se incrementará 7.6%, gracias a los altos precios del petróleo. Ellos producen 12.4 millones de barriles diarios y tienen el menor costo de producción entre los mayores productores del mundo, menos de 6 dólares por barril.

El país gobernado por el príncipe Mohamed bin Salmán es uno de los pocos que podrá hablar del 2022 como de un año excelente, desde el punto de vista económico. Tan buenos son los números sauditas que se dan el lujo de anunciar la construcción de una nueva ciudad, NEOM, que tendrá un costo de 500,000 millones de dólares y aspira a tener cero emisiones de carbono con cinco millones de habitantes. Esta ciudad será un centro de producción y logística; constituye el paso más importante de Arabia Saudita para diversificar su economía, hasta ahora dependiente del petróleo en 46% de su Producto Interno Bruto.

Quitemos a ese país petrolero del mapa y nos quedamos con un mundo que enfrenta un panorama de oscuridad e incertidumbre. Gloomy and More Uncertain, titula el FMI su informe dado a conocer ayer. La pandemia del covid sigue causando estragos; la guerra en Ucrania se ha consolidado como el gran disruptor de los mercados de energía y alimentos, además de agudizar la fragmentación geopolítica.

En el nuevo escenario global, no hay muchas esperanzas de lograr colaboración internacional para resolver grandes problemas. Esto frena el comercio global y alimenta la inflación en todo el mundo, entre otras cosas. En este nuevo mundo, oscuro e incierto, los bancos centrales están obligados a ir mucho más allá de lo que planeaban en materia de endurecimiento de política monetaria: las alzas de tasas serán más severas y se complementarán con el retiro de cantidades enormes de dinero.

El panorama que enfrenta el mundo es uno de los peores en los últimos 50 años, advierte el economista en jefe del FMI, Pierre Olivier Gourinchas. La referencia temporal no es arbitraria: la primera mitad de la década de los 70, el mundo vivió una crisis que comenzó con un shock petrolero, relacionado con el nacimiento de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Se dice que ahora el mundo depende menos del petróleo, porque cada unidad de PIB requiere menos oro negro para producirse. Es cierto pero está claro que el petróleo no es la única variable a considerar: tenemos la pandemia y el desorden climático... la interconexión del mundo.

Ese prodigio de las tecnologías de la información que permite que las noticias y las fake news se conozcan en segundos y que miles de millones de dólares se muevan con dos o tres clicks. Esa interconexión significa que el mundo ha ganado velocidad y se mueve mucho más rápido que en 1973. Tenemos mucho más pimienta para condimentar los momentos difíciles y hacerlos más peligrosos.

En la parte final de su informe de 19 páginas, el Fondo Monetario Internacional  pone en la mesa dos escenarios posibles a considerar. Uno tiene que ver con la interrupción del suministro del gas ruso a Europa y el otro con el impacto financiero del alza de las tasas de interés en los países en vías de desarrollo. Son escenarios bastante probables.

El primero traería para Europa severa recesión, acompañada por más presiones inflacionarias. Los incrementos en las tasas de interés acentuarán las vulnerabilidades de muchos países no desarrollados. Esto quiere decir muchas cosas: presiones devaluatorias para sus monedas, dificultades para cuadrar las cuentas públicas y, eventualmente, riesgos de inestabilidad política o social.

Un rayo de luz sobre México

El informe del FMI otorga una mejora del pronóstico del Producto Interno Bruto para México en el 2022. En vez de 2.0% que el organismo internacional proyectó en abril, ahora estima que podría llegar a 2.4%, gracias al “buen” comportamiento de la economía mexicana en el primer semestre. Pongo las comillas para poner la lupa en los números. Entre enero y marzo, el PIB creció 1.8 por ciento. Entre abril y junio, todo indica que no creció más de 1.0 por ciento. Todos coinciden que el segundo semestre será mas complicado. Por eso, es difícil encontrar de dónde saldrá el 2. por ciento. El tiempo dirá. Entre los pronósticos optimistas, tenemos el de Hacienda y el de BBVA, que también revisó hacia arriba el PIB de México hace un par de semanas. ¿Cómo se comportará ese rayo de luz entre tanta oscuridad e incertidumbre?

lmgonzalez@eleconomista.com.mx

Licenciado en Economía por la Universidad de Guadalajara. Estudió el Master de Periodismo en El País, en la Universidad Autónoma de Madrid en 1994, y una especialización en periodismo económico en la Universidad de Columbia en Nueva York. Ha sido reportero, editor de negocios y director editorial del diario PÚBLICO de Guadalajara, y ha trabajado en los periódicos Siglo 21 y Milenio. Se ha especializado en periodismo económico y en periodismo de investigación, y ha realizado estancias profesionales en Cinco Días de Madrid y San Antonio Express News, de San Antonio, Texas.

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