Lectura 7:00 min
¿La Fed está en problemas otra vez?
En la estanflacionaria década de 1970, la Reserva Federal de los Estados Unidos niega una vez más que sus propias políticas sean la razón de un reciente aumento de la inflación, aunque hay buenas razones para pensar que lo son. No es demasiado tarde para aprender de los errores del pasado y revertir el rumbo, pero el tiempo avanza rápidamente.
STANFORD – Hace cincuenta años, exactamente el 22 de junio de 1971, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Arthur Burns, escribió un memorándum al presidente Richard Nixon que se recordará con vergüenza. La inflación estaba en aumento y Burns quería que la Casa Blanca entendiera que el alza de los precios no se debía a la política monetaria o a alguna acción que la Fed hubiera emprendido bajo su conducción.
El problema, más bien, era que “la estructura de la economía había cambiado profundamente”. En consecuencia, Burns escribió recomendando “una política fuerte de salarios y precios”:
“Ya he diseñado para usted un posible camino para una política de esas características –una presión enfática y acentuada, acompañada por una junta de revisión de salarios y precios (preferentemente a través de la instrumentalización del Comité del Gabinete sobre Política Económica); y en caso de un éxito insuficiente (algo que ahora es más probable de lo que habría sido hace un año o dos), seguido –quizá no más tarde del próximo mes de enero- por un congelamiento de salarios y precios de seis meses”.
Quizá debido a la reputación de académico renombrado de Burns (fue maestro de Milton Friedman) y a su larga experiencia como responsable de las políticas económicas, el memo convenció a Nixon de avanzar con un congelamiento de los salarios y los precios, y de proceder luego con una política de controles y lineamientos de salarios y precios para toda la economía.
Por un tiempo después de que se implementara el congelamiento, los controles y los lineamientos parecían funcionar. Inclusive fueron políticamente populares durante un período breve. La inflación bajó ligeramente y el congelamiento fue seguido por más controles obligatorios que les exigían a las empresas obtener permiso de una comisión para cambiar los salarios y los precios.
Pero la naturaleza invasiva del sistema comenzó a generar un desgaste en la gente y la economía porque cada aumento de precios tenía que ser aprobado por una burocracia del gobierno federal. Asimismo, pronto se tornó evidente que los controles y las intervenciones del gobierno estaban empeorando las cosas.
Eludiendo su responsabilidad de mantener baja la inflación, la Fed había comenzado a permitir que la oferta monetaria aumentara más rápido: la tasa de crecimiento anual de M2 (una medida de efectivo, depósitos y activos altamente líquidos) promediaba el 10% en los años 1970, con respecto al 7% en los años 1960. Esto se sumó al impacto de los shocks petroleros de la década en el nivel de precios, y la tasa de inflación se disparó a dos dígitos –aumentando por encima del 12% en tres oportunidades (primero en 1974 y luego nuevamente en 1979 y 1980)- mientras que la tasa de desempleo creció del 5.9% en junio de 1971 al 9% en 1975.
Como ahora sabemos, el desempeño de la economía estadounidense en los años 1970 fue muy pobre debido, al menos en parte, a las políticas monetarias de esa época. Fue ahí cuando se acuñó la palabra “estanflación” para describir una extraña mezcla de inflación en alza y de crecimiento económico estancado. Como explicó recientemente James A. Dorn del Instituto Cato, “los controles de precios de Nixon pasaron a distorsionar los precios de mercado” y se los recuerda acertadamente como un ejemplo aleccionador. “No deberíamos olvidar que la pérdida de libertad económica es un precio alto a pagar por una falsa promesa de poner fin a la inflación reprimiendo las fuerzas de mercado” (el énfasis corre por mi cuenta).
Precisamente, Choose Economic Freedom (Elegir la libertad económica) es el título de un libro que publiqué el año pasado con George P. Shultz, que murió en febrero a la edad de 100 años. Schultz había ganado décadas de sabiduría y experiencia como diplomático y como responsable de las políticas económicas, y era el director de presupuesto de la administración Nixon cuando Burns escribió su memo audaz. En un apéndice de nuestro libro, incluimos el texto completo de ese documento, porque se lo había descubierto recientemente en los archivos de la Hoover Institution. Ahora debería reconocérselo como lectura obligatoria para cualquiera que intente entender la historia reciente de las políticas económicas de Estados Unidos.
El memo de Burns es un ejemplo perfecto de cómo las malas ideas conducen a malas políticas, lo que a su vez deriva en malos resultados económicos. A pesar de la extraordinaria reputación de Burns, su memo transmitía un conjunto de recomendaciones políticas terribles. Al echarle la culpa de todo a los defectos estructurales putativos que supuestamente afectaban a toda la economía, el peor efecto del memo fue rehuir de la responsabilidad de la Fed de controlar la inflación, aunque claramente era responsable del creciente nivel de precios.
Del mismo modo, las buenas ideas conducen a buenas políticas y a un buen desempeño económico. Como hemos demostrado con Schultz, esto fue lo que sucedió en los años 1980. La Fed se reafirmó como parte de una reforma económica más amplia, y la economía debidamente mejoró.
El mensaje de esta experiencia histórica –y de muchos otros ejemplos en Estados Unidos y otras partes- debería ser sumamente claro. Y si bien la historia nunca se repite, muchas veces rima, de modo que consideremos dónde estamos a mitad de 2021: la inflación está aumentando y la Fed una vez más dice que no es responsable de eso. Por el contrario, las autoridades de la Fed sostienen que el aumento de los precios hoy simplemente refleja el repunte de la baja inflación del año pasado.
Peor aún, la política de la Fed es aún más intervencionista hoy que en los tiempos de Burns. Su balance ha explotado a partir de compras gigantescas de bonos del Tesoro y de títulos respaldados por hipotecas, y la tasa de crecimiento de M2 ha aumentado marcadamente en el transcurso del año pasado. La tasa de interés de los fondos federales ahora es más baja de lo que prácticamente cualquier regla o estrategia de política monetaria comprobada sugiere que debería ser, incluidos aquellas enumeradas en la página 48 del propio Informe de Política Monetaria de febrero de 2021 de la Fed.
No es demasiado tarde para aprender de los errores pasados y transformar la política monetaria en una herramienta al servicio de una recuperación sostenida de la pandemia. Pero el tiempo se está acabando.
El autor
John B. Taylor, ex subsecretario del Tesoro de los Estados Unidos (2001-05), es profesor de economía en la Universidad de Stanford y miembro principal de la Hoover Institution. Es el autor de Global Financial Warriors and co-author (with George P. Shultz) of Choose Economic Freedom.
Copyright: Project Syndicate, 2020