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Opinión

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Virus político ataca al presidente Pedro Sánchez

Pedro Sánchez se la vuelve a jugar. Se trata de su Presidencia.

Hoy inicia en España el retorno a lo que muchos llaman normalidad.

El azote del nuevo coronavirus en el planeta tiene en España a uno de los cinco epicentros en los que ha habido los mayores números de muertos hasta el momento, con Estados Unidos, Italia, Reino Unido y Francia.

Sánchez ya tiene acostumbrados a los españoles a permanecer en el filo de sus asientos. Se la jugó cuando se enfrascó en una batalla interna en el PSOE frente a Susana Díaz, entonces presidenta de la Comunidad de Andalucía. Sánchez renunció a su escaño en el Congreso porque no estuvo de acuerdo en sostener la investidura de Mariano Rajoy.

Pedro Sánchez renació de sus cenizas al derrotar a Susana Díaz en la contienda por la presidencia del PSOE.

Se la jugó al provocar las segundas elecciones el año pasado y no le fue muy bien, pero terminó formando gobierno de coalición con el partido Unidas Podemos.

A partir de hoy se la vuelve a jugar, y tal parece que el riesgo es elevadísimo, porque a pesar de que en su país han muerto 16,972 personas, hoy los trabajadores que no pueden realizar teletrabajo tendrán que regresar a sus centros de labores, siempre y cuando no se trate de restaurantes, bares, salas de cine u otros lugares lúdicos que congreguen a conjuntos de personas.

Sánchez toma la decisión cogiendo con una mano la palanca de freno total (renovó el estado de alarma hasta el 25 de abril) y vinculándola con la opinión de expertos epidemiólogos. Sin embargo, el ruido de sables se puede escuchar desde México.

“Si hay un rebote, los responsables serán aquellos que toman decisiones”, avisa el gobierno catalán de Quim Torra.

“No merece el apoyo de la oposición. Sus mentiras, su arrogancia y su incompetencia son un cóctel explosivo para España”, responde el líder del PP, Pablo Casado, en referencia a la oferta de un nuevo pacto para regenerar la economía. “Son los pactos de las lentejas, para confinarse en la Moncloa”.

“Se empeñan en ocultar cualquier imagen de los miles de muertos, porque saben que los españoles les pedirán cuentas por su negligencia criminal”, sentencia Santiago Abascal, mariscal del ultraderechista Vox.

El presidente Sánchez sabe que las condiciones económicas minarán su administración, la decisión de regresar a la vida laboral a millones de personas que se dedican a actividades no esenciales durante el Covid-19, la toma para evitar que se pierdan más empleos y más puntos del PIB.

¿Es el momento de mirar hacia la normalidad? Hace 10 días morían casi 1,000 personas por día en España. Los números han disminuido, pero siguen siendo elevados: 619 en las últimas 24 horas.

La única certeza frente al nuevo coronavirus es la incertidumbre. Otra certeza: la oposición en España no se ve con tanta fuerza en los otros epicentros del virus.

Giuseppe Conte ha reforzado su imagen a través del manejo de crisis de la pandemia, lo suficiente como para que Matteo Salvini se quede descolocado. En Bélgica, después de 454 días sin gobierno, tres partidos liberales y democristianos han recibido la misión de formar gobierno ex profeso para el manejo del Covid-19. En Alemania, Angela Merkel es quien tiene el total control de la crisis gracias a la lealtad institucional. Lo mismo ocurre en Francia, con excepción de los lepenistas. En Portugal, lo mismo. El líder de la oposición, Rui Rio, echa mano de la retórica para apoyar a António Costa: “No coopero con el Partido Socialista, coopero con el gobierno de Portugal en el nombre de Portugal”. En Argentina, la figura de Alberto Fernández ha crecido por su buen manejo de la crisis, situación que la oposición ha entendido.

Sánchez está en guerra política, y se la juega.

faustopretelin@eleconomista.mx

Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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