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“Una democracia sin demócratas”
En México hemos querido construir un país democrático sin habernos preocupado por crear una cultura democrática entre la población. La gente en México no está acostumbrada a la democracia y nuestra historia como país independiente está muy lejos de haber tenido mayoritariamente una vida democrática.
Son pocas las etapas del país en que ha habido una auténtica democracia con división de poderes: los primeros años de nuestra independencia, la República restaurada con Juárez, la presidencia de Madero, el constituyente de 1917 y los años de 1997 hasta 2018, en que, con la llegada de López Obrador, se inicia una regresión democrática. El resto de nuestra historia política ha sido la de un hombre fuerte, Santa Anna, Juárez, Díaz, Carranza, Obregón, Calles o de un partido de Estado, el PRI, que durante casi 70 años se opuso a la democracia y a la división de poderes. No fue hasta 1997, cuando el PRI perdió la mayoría en la Cámara de Diputados y se dio una auténtica división de poderes entre el Legislativo y el Ejecutivo.
Un ejemplo claro de esta falta de compromiso con la democracia se ha dado siempre en los partidos políticos. La reelección del presidente del PRI, la forma en que se eligió al presidente del PAN y la forma en que López Obrador designó a la nueva presidenta y a su hijo como secretario de organización de Morena, son decisiones cupulares o personales al margen de la militancia y la democracia. En cualquier otro país esto sería un escándalo, en México la gente lo ve normal y no castiga a los partidos. Ejemplos extremos de esta falta de democracia se da en los partidos, Verde, del Trabajo y MC que, a pesar de ser controlados por una persona o por una familia, la gente sigue votando por ellos.
El caso de los políticos en nuestro país es similar, la gran mayoría de ellos y ellas no tienen un compromiso real con la democracia, la utilizan para llegar al poder, pero una vez en el puesto están dispuestos hacer lo que sea para permanecer en éste. Los políticos de Morena son un claro ejemplo de esto, cuando estaban en la oposición exigían reformas democráticas y apertura política, hoy en el poder impulsan cambios para marginar a la oposición y ganar a como dé lugar.
López Obrador luchó por la apertura democrática y la división de poderes y una vez en la presidencia buscó cómo regresar al presidencialismo y marginar a la oposición. Lo mismo pasa con Monreal, Pablo Gómez, Noroña y otros muchos dentro de Morena, buscaron como oposición poner un límite al presidencialismo y a la sobrerrepresentación legislativa, ahora como gobierno, impulsan cambios para regresar al presidencialismo y al partido único.
Estoy convencido que la mayor parte de las políticas y políticos en México estarían dispuestos a hacer fraude electoral si éste es necesario para ganar. Durante mis 40 años en la política conocí a muy pocos políticos que tuvieran un auténtico compromiso con la democracia y con la honestidad e igual que estaban dispuestos a hacer fraude electoral, estaban dispuestos a robar.
Morena, un partido que se creó con gente de oposición al presidencialismo, al partido único, que luchó por la división de poderes y por la legalidad electoral, están ahora dispuestos a acabar con la autonomía del poder Judicial, con la pluralidad y aplaude la sumisión del Legislativo.
La regresión democrática que estamos viviendo, debe enseñarnos que no puede haber democracia que dure si la gente no valora y tiene un compromiso con la democracia y que, la gente no puede valorar la democracia, cuando la mayoría de los políticos y los partidos no tienen ningún compromiso con ella.