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"¡Sálvese quien pueda, yo estoy muerto!"

Científicos han averiguado por qué muchos vertebrados e invertebrados fingen estar muertos ante la presencia de un depredador.

Redacción Internacional.- Científicos japoneses han averiguado por qué muchos vertebrados e invertebrados fingen estar muertos ante la presencia de un depredador: aumentan así la posibilidad de sobrevivir a costa de un vecino más inquieto.

Los investigadores de la Universidad y la estación de experimentación agrícola de Okayama llegaron a esta conclusión tras analizar el comportamiento de algunos escarabajos rojos de la harina cuando son atacados por una araña saltarina Hasarius adansoni.

La tasa de supervivencia del escarabajo es mayor si, en vez de estar solo, al lado hay un congénere que no finge o un insecto de otra especie, "lo que confirma la hipótesis de la presa egoísta", señalan.

El trabajo de estos investigadores aparece publicado hoy en "Proceedings of the Royal Society B".

"Nuestros resultados sugieren que la inmovilidad durante el ataque de una araña es egoísta. Las presas que fingen estar muertas aumentan sus posibilidades de sobrevivir a expensas de vecinos más móviles", afirman.

Hasta ahora, había cinco hipótesis para explicar la llamada "inmovilidad tónica", el estado de parálisis que afecta a muchas especies, incluyendo a los humanos, cuando son amenazadas.

Estas son: pasar desapercibido y camuflarse con el entorno, adoptar una postura para aparecer más grande y amenazante, enfriar el interés del depredador que prefiere una presa en movimiento, y hacerse el muerto y por tanto ser un posible transmisor de enfermedad.

En sus experimentos con el escarabajo de la harina, los científicos japoneses desecharon la quinta hipótesis, según la cual la presa estaría enviando al depredador una "señal química de alarma" de que es incomestible.

Los científicos seleccionaron a 100 machos y 100 hembras de escarabajos rojos de la harina y los separaron en dos grupos, los que fingían la muerte durante más tiempo y los que menos.

Mediante un proceso de selección natural y tras cruzar a cada grupo entre sí durante 20 generaciones (la vida media de estos escarabajos es de 3 meses), obtuvieron un escarabajo que fingía la muerte en el 99% de los casos (L) y otro que nunca lo hacía (S).

Cuando introdujeron a un escarabajo L en un recipiente con una araña saltarina hembra que no había comido en una semana fue devorado en el 60% de los casos, pero esto sólo ocurrió en un 9.6% de las veces si en el recipiente había también un escarabajo del tipo S.

Por otra parte, el 27.7% de los escarabajos L y el 62.5% de los del tipo S fueron devorados cuando en el recipiente fue colocada otra especie, un escarabajo confusum.

El estudio es el primero en utilizar la hipótesis de "la manada egoísta" (1971) del biólogo W.D. Hamilton para explicar la evolución de la simulación de la muerte en presas que viven en grupo.

Según Hamilton, en caso de ataque, cada individuo de una manada intenta ponerse lo más cerca posible del centro del grupo que huye, para escapar del peligro.

Sin embargo, la hipótesis del egoísmo no basta para explicar por qué la inmovilidad tónica redujo los ataques de la araña incluso en ausencia de otras víctimas propiciatorias, afirman los científicos.

Una posible hipótesis es que esta inmovilidad sea también un modo de señalar una defensa de tipo químico, algo que no se pudo probar en este experimento.

Los escarabajos de la harina liberan metilbenzoquinona en presencia de un depredador, pero los niveles de esta sustancia fueron los mismos en los escarabajos L y S cuando fueron atacados.

Vrag

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