Lectura 8:00 min
La Romería de Zapopan se hará sin romeros por primera vez en casi 300 años
Este lunes, la celebración en Jalisco, que es patrimonio de la humanidad y que cada año convoca a 2 millones de fieles, será virtual y podrá seguirse el recorrido por TV e internet.
Cada 12 de octubre, al amanecer, la imagen de Nuestra Señora de la Expectación, de Zapopan, Jalisco, abandona la Catedral de Guadalajara y comienza el recorrido de 9 kilómetros de retorno hacia su Basílica, custodiada por su guardia de honor y sus calabroteros que le van abriendo el paso sobre un caudaloso río de gente que la abraza y sobre el cual da la impresión de que navega, que la acompaña con danzas, música de mariachi, bandas de guerra, rezos y pirotecnia. Es “La Llevada de la Virgen”, o “La Romería”, como se le conoce popularmente, una manifestación cultural y religiosa que congrega anualmente a dos millones de peregrinos, y que en 2018 fue inscrita en la Lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por la UNESCO.
Desde el día 11 de octubre las calles de la capital tapatía comienzan a llenarse de romeros provenientes de los pueblos cercanos, e incluso de ciudades distantes y hasta del extranjero. Familias completas acuden a dormir bajo los portales del centro de la ciudad, para esperar la salida de “La Generala”, como se le conoce localmente, la “Patrona contra rayos, tempestades y epidemias”, y ser los primeros en recibir su bendición, exponerle sus necesidades o encomendar a algún familiar.
Era una tradición que se había mantenido inalterada desde 1734 hasta que llegó la pandemia. Este 2020, la conmemoración 286 de la Romería de Zapopan pretende celebrarse sin romeros. La Virgen se encontrará con sus fieles en sana distancia, en modo virtual, como lo marca la nueva normalidad, o al menos eso desean las autoridades civiles y eclesiásticas encargadas de mantener el orden y encauzar la organización del peregrinaje.
“Tenemos un plan de contención, este año hemos organizado el recorrido para que pueda seguirse de manera virtual, por primera vez en 286 años no queremos romeros, queremos que permanezcan en sus casas, resguardados, cuidando su salud y la de los demás; el mismo cardenal (Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara) ha hecho un llamado a la responsabilidad de los fieles y de los peregrinos, pero el fervor y la pasión de los romeros nos rebasa a todos, y verdaderamente no sabemos lo que va a pasar”, dice a El Economista Sandra Vizcaíno, coordinadora general de Construcción de Comunidad del Ayuntamiento de Zapopan y del operativo de la Romería desde hace tres años.
Vizcaíno revela que desde el comienzo de la pandemia, y a medida que se fueron extremando las medidas de restricción social y sanitarias, la organización de la Romería ha sido una aventura montada en la incertidumbre. “La relación del gobierno municipal con las autoridades estatales y federales para la organización de la Romería ha sido accidentada, porque no sabíamos lo que iba a pasar, la epidemia crecía, la información federal era muy ambigua, no se correspondía la realidad con el análisis y las cifras; finalmente, cuando el gobierno estatal decidió manejar sus propias cifras se da la oportunidad de ir pensando en la ruta a seguir y cómo íbamos a operar para que esta tradición no se interrumpiera”, dice Vizcaíno.
A medida que las cifras del Covid-19 iban en aumento, las posibilidades de realizar la Romería de manera presencial se acortaban, tanto por los riesgos sanitarios como por las mermas en los equipos operativos donde participan personas más vulnerables al contagio, explica Sandra.
“Las autoridades, tanto civiles como eclesiásticas, siempre estuvimos muy conscientes de nuestra responsabilidad y del riesgo que implicaba, pero por otro lado nos enfrentamos a una gran expectativa en la gente, porque esta es una tradición de la gente, el pueblo es quien la empuja, la mantiene y la preserva. Entonces propusimos en un primer momento que el recorrido se hiciera en helicóptero, y luego que la Virgen fuera trasladada por la nueva línea del Tren Ligero, desde la Catedral hasta los Arcos de Zapopan, pero el arzobispado no vio conveniente ninguna de estas dos opciones. Así que se optó por hacer el recorrido tradicional —vía terrestre— pero sin romeros”, dice la coordinadora general.
Había un consenso generalizado en Jalisco: “siendo la madre contra las epidemias, la Virgen tenía que salir”, asegura Vizcaíno.
Cada año, desde el mes de mayo, la Virgen de Zapopan recorre los barrios y las parroquias del área Metropolitana de Guadalajara con su atuendo de peregrina y visita el lago de Chapala, para regresar el 10 de octubre a la Catedral tapatía y el día 11 con una misa multitudinaria se refrenda el patrocinio de "La Generala", como Patrona Universal del Estado Libre y Soberano de Jalisco. Y este año, a pesar de la epidemia, no fue la excepción, salvo porque se evitaron los actos religiosos masivos y se siguieron los protocolos sanitarios. “En algunos lugares con medidas más estrictas y con mayor responsabilidad que en otros'', reconoce la funcionaria.
El virus que se propagó a comienzos del año, impuso la cancelación de muchas de las manifestaciones religiosas en el mundo, algunas de ellas, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, como la Semana Santa de Popayán, en Colombia; la Fiesta de Jesús del Gran Poder, en La Paz, Bolivia, que se celebra entre mayo y junio, las fiestas y tradiciones de los otomí-chichimecas de Tolimán, en Querétaro entre mayo y septiembre, que incluye tres grandes peregrinaciones, una de las más numerosa a la Peña de Bernal, todas ellas suspendieron o modificaron su celebración original debido a la pandemia, como la representación del Vía Crucis en Iztapalapa que por primera vez en 177 años se celebró a puerta cerrada y sin público; la Romería de Zapopan no será la excepción, tendrá que adaptarse a las circunstancias y optar por una celebración híbrida.
El recorrido desde la Catedral a la Basílica de Zapopan se hará vía terrestre —como se acostumbra—, a una velocidad de 20 km/h, pero la imagen religiosa irá encapsulada y en medio de un cerco para que sus fieles no puedan seguirla. Las autoridades de Zapopan y Guadalajara han diseñado un operativo que incluye el cierre de las calles del primer cuadro en ambas ciudades conurbadas para impedir que la población tenga acceso a los espacios públicos y a la ruta de la procesión, que será transmitida por televisión y vía streaming.
Aun así, Sandra Vizcaíno dice que esperan que lleguen alrededor de 150,000 personas y como 6,000 danzantes, de los 30,000 que normalmente acompañan el recorrido y velan toda la noche afuera de los templos ejecutando una danza de tipo prehispánica. “Los danzantes fueron todo un tema porque su razón de ser es bailar para la Virgen, y ellos querían estar presentes a toda costa, finalmente después de socializar y dialogar logramos que aceptaran estar presentes de manera virtual y se les estarán generando espacios en la cobertura mediática y a través de un video que preparamos exclusivamente para ellos”, detalla.
Las tradiciones viven en la comunidad
La subdirectora de Patrimonio Inmaterial de la Dirección de Patrimonio Mundial del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Edaly Quiroz, reconoce que la pandemia ha tenido un impacto significativo en estas manifestaciones culturales que son patrimonio de la humanidad —un impacto económico y social— porque el sentido de estas manifestaciones es la colectividad y el compartir, porque son las comunidades las que portan y sostienen estas tradiciones”, señala.
Pero por otro lado revela que en el acompañamiento y el diálogo que han sostenidos con estas comunidades durante la crisis sanitaria, y como resultado de una encuesta que se practicó a las comunidades portadoras de las tradiciones, “hemos podido apreciar, por un lado que ellos están consciente de que la tradición no se pierde por el hecho de que un año no pueda realizarse; ellos están conscientes de que la tradición son ellos mismos, y no necesariamente el ritual o la celebración en sí, y te lo dicen 'la tradición vive en nosotros' y saben que es valioso porque ellos lo son, y han entendido muy bien que la tradición se preserve si ellos se preservan.”
Por otro lado, la pandemia hizo algo muy importante para fortalecer esta preservación, nos hizo parar el ritmo acelerado de vida, nos mandó a todos a casa y posibilitó que recuperáramos la comunicación con nuestras familias, con nuestros padres y abuelos.
“Eso ellos lo están viendo como algo positivo, porque saben que la familia es el germen de toda tradición cultural y el diálogo con los mayores fortaleció los canales de transmisión de saberes y conocimientos acerca de la tradición cultural, por ejemplo con las cocineras tradiciones, los cantantes de pirekuas, las danzas rituales, etcétera, que se habían roto o debilitado por el ritmo acelerado de vida”.
“De allí que lo más importante en este momento es que la gente viva, que las comunidades se preserven para que se preserven las tradiciones culturales que son patrimonio de toda la humanidad”, concluye Edaly Quiroz.





