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¿Es el Sur un Frankenstein monetario?
¿Qué tan seria es la intención de crear una moneda entre Brasil y Argentina? Tenemos una foto de los presidentes y una declaración de intenciones. Sus creadores nos ofrecen un nombre para la criatura, Sur y también una narrativa que es más política que tecnocrática. El objetivo es tener una divisa que facilite el comercio en América del Sur y permita reducir el uso del dólar en las transacciones entre las dos mayores economías del Cono Sur. Son países que ahora tienen gobierno de izquierda y en este incipiente proyecto monetario hay una carga ideológica. No hay detalles de cómo se hará. No lo sé, dijo Lula da Silva: si lo supiera sería Ministro de Hacienda, en vez de Presidente.
La noticia “brincó” en la edición dominical del Financial Times y generó un efecto Wow a escala mundial. No hay calendario ni plan de trabajo, pero el Sur se ha convertido en uno de los temas de conversación en la reunión de presidentes de América Latina, que se celebra en Buenos Aires. En Estados Unidos, ni la Fed ni el Tesoro han dado su opinión, pero Elon Musk le dio palomita. El entusiasmo de Lord Twitter no es compartido: la moneda no ha nacido, pero ya se está devaluando, dice el tweet de una voz crítica en Argentina.
Es normal que el posible nacimiento de una moneda genere muchas reacciones. No se ha creado una divisa “multinacional” desde el Euro, que entró en vigor en el año 2000. No se ha creado porque no es fácil, mejor dicho es muy complicado. En el caso europeo fueron necesarios 35 años para llegar al Euro y una zona de libre comercio, donde existe un banco central, políticas comunes en temas como migración y seguridad, además de una burocracia continental. Para materializar este proyecto común, cada país sacrificó una parte sustancial de su soberanía.
El reto es enorme para Argentina y Brasil, sobre todo porque parten de una idea muy vaga. Cada país mantendría su moneda. El Sur serviría sólo para las operaciones de comercio binacional. El relato de la nueva moneda pasa de la vaguedad a los sueños de grandeza. Aspiran a que la divisa sea aceptada y utilizada en todo América Latina, una región que produce 5% del PIB mundial, pero tiene un raquítico comercio intrarregional. Del Río Bravo a la Patagonia se echa de menos infraestructura para conectar los países de la región, además se nota la carencia de acuerdos para tener reglas y normas compatibles en sectores clave, como son las telecomunicaciones, tecnologías de la información, industria farmacéutica y certificación de capacidad laborales.
Entre los aspirantes a padres del Sur, las diferencias son notables. La inflación de Argentina en 2022 fue de 90%, en Brasil, 5.9 por ciento. En política cambiaria, Brasil tiene un régimen flexible, parecido al mexicano; Argentina trabaja con controles cambiarios que limitan el monto de dólares que una persona o empresa pueden adquirir. Las reservas de divisas del Banco de Brasil ascienden a 300,000 millones de dólares. El banco central de Argentina cuenta con 37,000 millones de dólares.
Los equipos técnicos empezarán a trabajar para definir lo que se necesita, explicó al FT Sergio Massa, el ministro de Economía de Argentina. Una moneda compartida implica compromisos de coordinación en materia fiscal, comercial y, por supuesto, en política monetaria. No hay antecedentes de una colaboración tan estrecha en América Latina. En la historia reciente, el Mercosur dejó claro los límites que la realidad impone a los sueños.
Son abundantes las razones para el escepticismo. Hace apenas tres años, Mauricio Macri y Jair Bolsonaro hablaron de la posibilidad de crear una moneda común. Se llamaría Peso Real el “hijo” de este proyecto de presidentes de Derecha. El proyecto no pasó de las primeras conversaciones, según Infobae, porque la autoridad monetaria brasileña hizo valer su miedo al contagio que la inestabilidad financiera argentina podría traer para la economía brasileña.
Ahora son otros tiempos y estarán en la mesa otras razones. La conversación sobre la nueva moneda puede significar para Lula da Silva una oportunidad para extender su influencia más allá de sus fronteras. Estamos en el comienzo del tercer periodo para el veterano líder brasileño y ahora cuenta con un aliado en Argentina, pero no está claro cuánto tiempo puede durar esta alianza. Alberto Fernández está en la parte final de su mandato. Argentina tendrá elecciones generales en octubre de este año.
¿Por qué México debería aceptar el Sur, la Sur o le Sur? Aquí y ahora, la imaginaria divisa sudamericana no aporta nada a la economía mexicana. Estamos en la órbita del dólar estadounidense, entre otras cosas porque formamos parte de la región América del Norte y tenemos una relación comercial que vale un poco más de 2,000 millones de dólares diarios. Sin embargo, no debemos cerrar los ojos a lo que pasa en América del Sur, como no debemos perder de vista el debate y las decisiones que se están tomando en torno a las criptomonedas y a las divisas digitales. Vivimos una era de experimentación monetaria y más pronto tendremos que tomar la decisión, seguir como espectadores o tomar un lugar en el escenario.