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Este retador 2023
Estimaciones de crecimiento económico oscilan entre cifras distintas; la OCDE, ha ajustado a la baja su estimación hacia el 1.5%, Banxico considera que México crecerá alrededor de 1.6% y el FMI va a la baja estimando que nuestro país estará en niveles de 1.2% por ciento. En un claro contraste, la Secretaría de Hacienda puntualiza que creceremos en un grandioso 3 por ciento.
Año con año se escucha la misma perorata: el próximo ciclo de 365 días vendrá rebosado de retos. Esta aseveración nos dibuja panoramas donde comúnmente destacan las complicaciones avizoradas en el horizonte y que, también año con año, derivan en muchas ocasiones de la inacción que se traduce en problemas crónicos sin resolución, y en otras muchas interviene la circunstancia que nos acota. Pero, sin afán de caer en la reiteración, es claro que este naciente 2023 ya dibuja un mapa que incluye ambos frentes; una gran carga de circunstancias provenientes del entorno mundial, y una serie de problemas derivados de la política económica y el actuar público que nos dejan en una situación donde el reto será la constante.
La primera acotación de la circunstancia tiene que ver con la desaceleración generalizada de las economías. Es aquí donde, el comportamiento conjunto de las principales economías de influencia global como lo son China, Estados Unidos y la zona del Euro, previsiblemente caminarán a ritmos cada vez más ralentizados a lo largo del año por la influencia de diversos factores conocidos. La continuidad en la guerra de Rusia y Ucrania, con la consecuente distorsión en las cadenas de suministro seguirán deteniendo un ritmo económico que desea acelerar. En México, esta influencia es inevitable; dependemos de un suministro en diversos frentes y la prolongación de esta escasez es a su vez razón para seguir experimentando presiones inflacionarias y condiciones financieras mayormente restrictivas.
Y la meta inmediata en gran medida ha sido el conseguir los niveles observados previo al cierre por pandemia. Sin embargo, aún no hay certidumbre sobre qué tanto se podrá crecer cuando el destino del recurso público no está generando un esquema real de inversión productiva para el país. Es así que, las propias estimaciones de crecimiento económico oscilan entre cifras distintas; la OCDE, ha ajustado a la baja su estimación hacia el 1.5%, Banxico considera que México crecerá alrededor de un 1.6% y el Fondo Monetario Internacional va a la baja estimando que nuestro país estará en niveles de 1.2 por ciento. En un claro contraste, ya sea por un optimismo desbordado o por la construcción de una narrativa conveniente, la Secretaría de Hacienda puntualiza que creceremos en un grandioso 3 por ciento.
Lo cierto es que, en ese conjunto de factores, mucho dependeremos del gran panorama mundial, pero, subrayadamente estaremos sujetos a la marcha de nuestro más cercano vecino y socio. Estados Unidos se revuelve en una lucha interna por lograr estabilidad. Norteamérica como nunca está cerca de la recesión y posiblemente de un escenario de estanflación. La suerte de los vecinos afecta considerablemente los rumbos mexicanos, por ello, hay que consolidar lo hecho en casa para estar a la altura de un año que, si bien nos exige orden local, está sujeto a lo que el mundo nos pondrá a la vista. Que venga lo mejor es el deseo.
Twitter: @gdeloya