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La economía creciendo pero...
Albricias y buenos augurios es lo que provoca una noticia alentadora como la que los mexicanos recibimos por parte del INEGI. El instituto como voz institucional acreditada, ha dado a conocer un panorama que bien nos hace pensar que los efectos perniciosos de la pandemia han quedado atrás; un crecimiento sostenido del PIB en el orden de 0.9% aunado a un incremento del indicador global de la actividad económica del orden de un 0.7%, dibujan un panorama libre de tormentas. Sin embargo, sin pecar de pesimismo, pero si mediante un análisis más acucioso, debemos saber que la economía mexicana aún presenta pendientes hondos, los cuales no permiten percibir a plenitud un cuadro de recuperación con plenitud en el desarrollo social. Es así que los efectos pronunciados por recuperación ante la apertura económica, aún nos mantienen en un plano positivo pero, cada vez más tenderán a hacerse más reducidos. A ello, unida la presión inflacionaria que, si bien ha tendido a la baja a niveles globales, continúa presionando un alza sostenida de precios de mercancías y servicios.
Existen los elementos necesarios para construir un escenario multilateral de recuperación que se traduzca en bienestar colectivo. Sin embargo, acceder a esos elementos es una labor de apertura y cierre de válvulas que demanda enorme equilibrio para un gobierno cuyas prioridades por igual están ubicadas en la rentabilidad electoral. Por ejemplo, la inversión en desarrollo social, específicamente en protección social, aun no tiene destinos estrictamente evaluados para saber si realmente representan un alivio al problema económico nacional. Son más bien fondos que se entregan a mansalva sin saber si realmente estamos ante fondos perdidos que muy poco atacan el problema. Tal cuestión se refleja en algunos focos rojos; la pobreza laboral pasa de 38 a un 40%, es decir, el trabajador gana menos y los precios de la canasta básica siguen incrementando. Y esto ya no es un fenómeno regional ya que en 27 de las 32 entidades federativas, se experimentó un incremento en los índices de pobreza laboral y una disminución del ingreso laboral per cápita ponderado en 2.5 por ciento.
Un crecimiento de la economía comparado con el pasado año nos viene a dar un positivo admirable. Pero, cuando vemos el crecimiento acontecido trimestre contra trimestre, es claro que estamos ante una desaceleración económica que paulatinamente se va apersonando. Así, el crecimiento entre trimestres ha ido en el orden de 1.2, 1.1 y 0.9 por ciento. Estamos ante una ola global que no ha acabado de mostrar un comportamiento estable y sólidamente previsible. Lo que indica la lógica, es que las tasas de interés continuarán en su tendencia alcista y la inflación cada vez resistirá más a ese control. Conviene como país, el proyecto de mediano plazo que no se permita el derroche en fondos sin controles y se centre en la creación de condiciones para una mayor inversión productiva que nos sustente con pilares más confiables.
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