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Opinión

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Los impuestos y los ricos en México

Oxfam, el conglomerado de organizaciones en favor de la igualdad social, publica su informe para México, con el nombre ¿Quién paga la cuenta? Los mitos detrás de las grandes fortunas en México. El objetivo, loable, de Oxfam es provocar una discusión en torno a la necesidad de mejorar la fiscalidad en los países en desarrollo. Ya se ha generado polémica. Se dice que lo importante es generar riqueza, no disminuir la desigualdad, cuando ambas cosas son fundamentales y será imposible incrementar la inversión en infraestructura sin mayores recursos para el sector público. Quienes están en contra de incrementar los impuestos en México siempre eluden explicar el hecho de porque el país recauda menos, en relación al PIB, con respecto a otras economías, apenas 17.8% del producto para los impuestos, cuando el promedio OCDE es 35 por ciento. Oxfam centra su análisis para México en los súper millonarios y en las grandes empresas. Señala que los contribuyentes con ingresos superiores a 500 mdp al año apenas si representaron el 0.03% de la recaudación total, mientras que por cada 100 pesos que se generaron entre 2019 y 2021, 21 de ellos lo capturaron al 1% más rico.

Oxfam propone un impuesto federal a la riqueza que podría tasar con 2% a las personas con activos mayores a 20 mdp y de 3% a las de más de 100 mdp, con un potencial recaudatorio de 270 mmdp. Pienso que se pueden también explorar otras alternativas para gravar a ese sector, como incluir el calculo de todos sus ingresos a la hora de contabilizar la renta, incrementar la tasas marginales del ISR, reducir la posibilidad de deducciones a cierto nivel de ingreso y gravar sucesiones. Ahora, me parece que el verdadero potencial recaudatorio se encuentra en un impuestos que ya existe y que se cobra muy poco, el predial.

Se requiere trabajar en un nuevo diseño para que los tres niveles de gobierno participen en el registro y cobro de la propiedad, actividad cada vez más sencilla de realizar gracias a la tecnología, para que el país pueda obtener por ese medio un punto porcentual adicional del PIB de recaudación. Eso, además de volver a gravar la posesión del auto, también con un esquema progresivo. Sabemos dónde están las mansiones (y los autos) del 1% más rico y que características tienen, basta ahora tasarlas al valor de mercado y capturar de manera adecuada las plusvalías inmobiliarias.

El documento de Oxfam muestra con claridad la evolución de los impuestos en México. En el periodo 2007-2020 la recaudación tributaria se incrementó de 12 puntos del PIB a 17.8, por nuevos impuestos, topes a deducciones y mejor fiscalización. Eso significa que en tres sexenios vamos a lograr un incremento de seis puntos. Debido a incremento del costo de las pensiones, al pago de intereses y a la necesidad de mayor inversión y servicios públicos, la nueva administración va a requerir mantener este ritmo y, por lo menos, buscar otros dos puntos de ingreso adicional. Los tributos al consumo, como el IVA y los impuestos especiales, son los que más han aportado a la recaudación adicional, alrededor de 2.15% del PIB en 13 años.

Es posible que se puedan obtener más recursos por esa vía, gracias a la tecnología y a la disminución del uso del efectivo que pueden ayudar a su mejor fiscalización, pero incrementar sus tasas, o eliminar la deducibilidad de alimentos y bebidas en el caso del IVA, tendría efectos regresivos importantes y aportaría poco a la hacienda pública. Son los impuestos al ingreso y a la riqueza los que menos crecieron en los últimos años, y, por ser progresivos, son los que deben de ser utilizados con mayor intensidad en los próximos años. Eso implica pensar fuera de la caja, en España, por ejemplo, se estableció un impuesto a sectores con ganancias extraordinarias en la coyuntura actual, como las financieras, por el incremento de la tasas, o las de energía, por el incremento de los precios de los hidrocarburos. 

Twitter: @vidallerenas

Licenciado en Economía por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), cuenta con una Maestría en Política y Gestión Pública por la Universidad de Essex, Reino Unido y un Doctorado en Administración y Gerencia Pública por la Universidad de York

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