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Morena envejece rápido
“Ala derecha conservadora, vayan preparándose porque los volveremos a derrotar como lo hicimos en el 2018”, anunció Mario Delgado tras enterarse de su triunfo en la contienda interna por la presidencia de Morena. Según la encuesta de desempate, Delgado obtuvo una ventaja significativa sobre Porfirio Muñoz Ledo en la segunda vuelta. Los intervalos de confianza se abrieron de forma contundente. Delgado obtuvo entre el 56.3 y el 60.9% de la votación, mientras que Muñoz ledo entre el 39.1 y 43.7 por ciento. Al eliminarse tres de los cinco candidatos que participaron en la primera vuelta, las preferencias se realinearon a favor de Delgado. La interminable renovación de la dirigencia nacional de Morena, que inició desde el nombramiento de Alfonso Ramírez Cuéllar como presidente interino del partido en enero del 2020, parece llegar a su fin.
Sin embargo, la “derecha conservadora” no será el principal desafío que enfrente Delgado sino las divisiones y la desorganización que prevalece al interior del partido gobernante. Muñoz Ledo ya desconoció el resultado de la encuesta de desempate. “No nos han ganado”, dijo, casi anunciando la impugnación ante el Tribunal Electoral. Martí Batres, líder de la corriente de los puros, lanzó el anatema en contra de Delgado. Morena “tendrá su primer presidente neoliberal”, afirmó.
De manera que el primer reto para el nuevo presidente de Morena será restañar las heridas que dejó la contienda. Delgado representa a la corriente de los pragmáticos y es visto como un alfil de Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores y aspirante a la candidatura presidencial de Morena en el 2024. Los puros, que se identifican con Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la CDMX, temen que con Delgado los dados se carguen en su contra de cara a la sucesión presidencial.
El siguiente problema que Delgado tendrá que enfrentar es la desorganización que prevalece al interior de Morena. Sus órganos de gobierno tanto en los estados como en el ámbito federal llevan meses operando en la excepcionalidad, lo cual le ha valido al partido cuantiosas multas impuestas por el INE. Delgado tendrá que empezar a regularizar a los comités directivos estatales del partido a la brevedad posible. Para ello, ha anunciado que empezará con los 15 estados en los que habrá elecciones para gobernador en el 2021.
Mientras busca el establecimiento de algún orden al interior del partido, el nuevo presidente de Morena deberá resolver el conflicto de ambiciones en torno a las candidaturas. Hace apenas algunos años a Morena le faltaban candidatos. hoy en día enfrenta una situación opuesta, lo cual aumenta el riesgo de la división interna y la migración de candidatos atractivos a otros partidos.
La principal misión de Delgado como dirigente nacional de Morena será consolidar los grandes avances que el partido experimentó en las elecciones presidenciales del 2018. Las expectativas son elevadas dado los niveles de popularidad que conserva el presidente López Obrador y la posición de Morena a la cabeza de la intención del voto por partido en la gran mayoría de los estados.
Sin embargo, como las recientes elecciones de Coahuila e Hidalgo han mostrado, la popularidad presidencial no significa apoyo a candidatos de Morena. Además, la intención del voto por partido es un indicador poco fiable a siete meses de las elecciones y en ausencia de candidatos y campañas electorales.
Las expectativas son traicioneras. Pueden ayudar a Morena, sobre todo a reclutar candidatos atractivos. Pero generan un espacio enorme para la decepción, lo cual puede terminar hundiendo a Mario Delgado, como ocurrió con los presidentes del PRI y del PAN en el pasado.
*Profesor del CIDE.
Twitter: @benito_nacif