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Opinión

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Muerte al volante y corteza prefrontal

Déjenme comenzar con un disclaimer, como dicen los gringos, un descargo de responsabilidad: saqué mi permiso de conducir a los 16 años,  la edad en la que se permite sacarlo. Y fui un conductor adolescente temerario, choqué 3 veces, si no recuerdo mal. Por suerte nadie salió lesionado. Choque tras choque se hubiera esperado que aprendiera la lección, que hiciera conciencia, pero nada, solo el tiempo me permitió convertirme en el conductor que soy: respeto los límites de velocidad, no hago maniobras arriesgadas, me trago los insultos que quiero repartir al por mayor, para evitar altercados con otro tipos; que seguro saben pelear o vienen armados. Y, sobre todo, nunca manejo borracho y miren que me gusta salir a tomar unas copas. Desde que «maduré» aplico a rajatabla el «si bebe no maneje».

Digo lo anterior por lo grave que es el problema de los accidentes automovilísticos  y su estrecha relación con la edad. Sucede que en la adolescencia el cerebro no ha terminado de desarrollarse y, por ello, los adolescentes tienen menos aversión a llevar a cabo conductas riesgosas (acá les dejo un estudio). Es cuando la corteza prefrontal deja de desarrollarse que nuestra aversión al riesgo llega a su nivel máximo (cada cerebro es distinto y hay adultos con mayor y con menor aversión al riesgo). La falta de dicho desarrollo permite que los adolescentes escojan la conducción temeraria con menos reticencias que la mayoría de los adultos (unos no maduran nunca, no sé si será cosa de la corteza cerebral). Dice Caminos y Puentes Federales (CAPUFE) lo siguiente (liga): «De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), México ocupa el séptimo lugar a nivel mundial y el tercero en Latinoamérica en muertes por hechos de tránsito, con 24 mil decesos al año en promedio». A esto suma el siguiente dato escalofriante: «en nuestro país 22 jóvenes de entre 15 y 29 años fallecen al día por esta causa (poco más de 8 mil al año), es decir, un tercio de los decesos por hechos de tránsito. Tan solo en 2020 constituyeron la primera causa de muerte en personas de entre 5 a 29 años de edad». Y qué propone CAPUFE para solucionar el asunto: «Es importante que las y los jóvenes hagan conciencia respecto a este tema». ¡Por favor, les falta desarrollo de su cortesa prefrontal, no miden el riesgo!, y también experiencia al volante. El asunto requiere tomar medidas para evitar muertes. La CDC (Centers for Disease Control and Prevention) gringa propone: además de normas de uso obligatorio de cinturón y de cero tolerancia de conducir alcoholizado, hechas cumplir de manera estricta, un sistema de licencias gradual. El sistema de Nueva Jersey, por ejemplo, establece lo siguiente: cualquier menor de 21 años que tenga permiso (que no licencia) debe poner una etiqueta roja en sus placas delantera y trasera, para ser identificado. Además, tienen prohibido conducir de 11:00 p.m. a 5:00 a.m. No pueden usar aparatos de comunicación ni siquiera con manos libres. Y más importante aún, solo pueden manejar si van acompañados de sus padres o tutores o de alguien que tenga licencia de conducir con al menos tres años de antigüedad. A muchos les sonará demasiado exigente, pero claro, el «ahí se va», el «que hagan conciencia», negar la evidencia científica, pues, es lo que nos tiene donde estamos. Ojalá este artículo lo haga pensar dos veces antes de darle las llaves a su adolescente. Si lo quiere como dice, protéjalo.

Twitter: @munozoliveira

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L.M. Oliveira es escritor. Autor de "El mismo polvo" y "El oficio de la venganza". Es Titular A en el Centro de Investigaciones sobre América Latina y El Caribe.

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