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Opinión

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¡Qué se vayan todos!

¡Qué se vayan todos! Es un grito plasmado en las pancartas de las protestas en Perú, que indica que la relación entre ciudadanía y política se encuentra en un estado “post mortem”, en el que ya se encuentran algunas moscas rondando.

El castillo en el aire se derrumbó, pero esta es solamente la punta del Iceberg. Desde el 2018 el país andino ha tenido seis presidentes, de los cuales solamente dos han sido electos. A la vez que el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), registra que el 60.6% de la población mantiene a la corrupción como su principal preocupación.

Además de que en la encuesta realizada por Proética, se puede apreciar que el Congreso es percibida como la institución más corrupta con un 76%, seguida por el Poder Judicial con 47%, y los partidos políticos con un 31 por ciento. A esto último, deben agregarse las acusaciones por corrupción en torno a Castillo, y el resultado nos da un: ¡Qué se vayan todos!.

La traición difícilmente puede esconderse y hoy los gritos de los peruanos, responden a una mezcla de dolor y decepción.

Perú se ha convertido en un Estado fallido. Porque les falló. Los intereses personales derrocaron a los nacionales, y hoy esto último se ve reflejado en los datos que arroja la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO), en la que se muestra que el 41.7% de los peruanos es pobre multidimensional.

De ahí el que haya un “ellos” y un “nosotros”. Perú tiene muchas caras que necesitan unificarse antes de poder centrarse en un proyecto de nación, y esto hace eco hoy más que nunca en la región.

Por eso es que muchos están adaptando la narrativa de Perú a sus circunstancias. Defendiendo así la democracia “a su manera.” En un sentido en donde México no es la excepción.

Lo que pasa allá importa porque impacta acá. La peor política exterior es la interior, y esto nos habla de su diseño y de quién la consume. En un contexto en donde la tos de los tiempos inciertos de la pandemia, ha creado un espejismo mundial que permite que cada quien vea lo que quiere ver.

Estamos en una mañanera mundial y esto es producto del recuerdo del porvenir que llegó con el Covid-19. A lo que también se suma lo que está ocurriendo entre Rusia y Ucrania.

Porque lo que hacen diversas interpretaciones que hay con su motivo, es recordarnos que en la vida no hay verdades absolutas, y que todo depende del cristal con que se mire. Por eso es que en Perú, unos lo que quieren es que se vaya Pedro Castillo. Mientras que otros, lo que quieren es que se vaya el Congreso.

No obstante, al final todo es lo mismo porque el daño está hecho. Los dos fallaron y esto ha ocasionado que el malestar social acierte y crezca. Dejando un saldo de un presidente derrocado, 4 días de protestas, 5 muertos, 20 heridos y una propuesta de elecciones generales adelantadas para abril del 2024. Dos años antes de lo previsto.

¿Será esto suficiente para calmar a los peruanos?

Podría necesitarse mucho más.

Twitter: @HenaroStephanie

Actualmente da asesorías geopolíticas, conferencias, e imparte la materia en la Universidad Iberoamericana de México y en la Universidad Francisco Marroquín en Guatemala. También comparte sus análisis en ADN40, MVS, Radiofórmula, El Heraldo y Televisa.

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