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Adiós al mito del joven emprendedor: los mayores de 50 años son los innovadores más radicales
Julie Wainwright, que lleva casi dos décadas trabajando como consejera delegada, rondaba los 50 años cuando creó la plataforma de lujo de segunda mano The RealReal. Harland Sanders había cumplido 62 cuando fundó la cadena de restaurantes Kentucky Fried Chicken (KFC), y Bernie Marcus tenía 50 cuando abrió la primera tienda de artículos para el hogar Home Depot. Pero ¿hasta qué punto es común este potencial innovador en los empresarios de más edad?
Dado que en muchos países desarrollados la población está envejeciendo y la gente trabaja durante más años, es importante saber cómo podemos aprovechar mejor la experiencia de la población sénior.
En nuestro estudio, publicado en julio de 2023, aportamos pruebas de que los empresarios de más edad tienen mucho que ofrecer. Nuestras conclusiones muestran que quienes crean empresas en edades más avanzadas (cumplidos los 50) tienen más probabilidades que los empresarios más jóvenes de aportar innovaciones radicales o disruptivas al mercado. Es decir, innovaciones que producen cambios revolucionarios o desarrollos completamente nuevos de una tecnología. Y dado que esos productos y servicios novedosos benefician la economía, podemos concluir que las habilidades y experiencias de los empresarios de más edad son muy valiosas.
Los empresarios sénior innovan y venden más
Basándonos en los datos recopilados entre 2008 y 2017 sobre 2 900 fundadores de nuevas empresas en Alemania, descubrimos que, por cada diez años más de edad, aumenta hasta en un 30 % la probabilidad de que un emprendedor introduzca una innovación en el mercado.
Así, los emprendedores de carrera tardía, muy orientados a la innovación y con experiencia en gestión, tienen más del triple de probabilidades que la media de la muestra de introducir novedades en el mercado.
En términos de ventas, diez años adicionales de edad suponen unos 35 000 euros más al año de ventas procedentes de innovaciones, lo que implica cerca de un 26 % más que la media de la muestra. El impacto positivo de la edad del emprendedor en los productos o servicios novedosos continúa hasta su jubilación.
Por su parte, los emprendedores más jóvenes suelen introducir más cantidad de innovaciones pero suelen ser más comunes, centradas en mejorar los procesos y la oferta de productos de una empresa concreta. Pueden consistir en crear un programa informático novedoso para reducir costes, utilizar nuevas tecnologías para reducir el tiempo de producción o introducir nuevas funciones para que un producto o servicio sea más fácil de usar.
La diferencia se debe a que, a la hora de crear sus propias empresas, los emprendedores de más edad cuentan con dos bazas: experiencia en gestión y más riqueza personal. Combinadas, aumentan su capacidad para crear innovaciones y desarrollar productos o servicios novedosos que revolucionan los mercados.
Romper el mito del joven empresario
Nuestras conclusiones cuestionan el estereotipo dominante de que los creadores de empresas de más edad no son innovadores. Demostramos que es importante distinguir entre las innovaciones que son simplemente nuevas para una empresa concreta y las innovaciones que son nuevas en el mercado.
Para que los Estados se beneficien de este talento es necesario romper con la idea de que solo los jóvenes tienen espíritu empresarial. Y tomar medidas concretas como, por ejemplo, crear planes de pensiones que animen a trabajar más tiempo como empresarios y fomentar la movilidad profesional.
En cuanto a las empresas ya establecidas, nuestras conclusiones sugieren que los trabajadores de más edad tienen un gran potencial de innovación si se les asignan puestos de responsabilidad. Los directivos deberían cuestionar los estereotipos sobre los trabajadores de más edad y crear entornos laborales en los que sean precisamente ellos, con sus ideas originales y sus amplias competencias, los que impulsen cambios innovadores.
Virva Salmivaara, Assistant professor in business administration and entrepreneurship, Audencia
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.