Arráncame la vida, un gran texto con una gran actriz

Todos los sábados se presenta Arráncame la vida, del venezolano Elio Palencia, un texto de sólida complexión y bien definidos intereses discursivos y sociológicos. La obra plantea que: El esfuerzo para luchar contra el SIDA no debe ser solamente científico: es también una tarea nuestra . Expone de esta manera una objetivación quizá novedosa en forma realista y descarnada. Una gran actriz como Teresa Selma (impulsora de este proyecto en México) y Wilfrido Momox, quien también dirige, dan cuerpo a la puesta.

Aunque el título para México resulta poco afortunado, ya que es el mismo de una de las novelas más conocidas y discutidas de la literatura mexicana del siglo XX (la de Ángeles Mastretta), Palencia nos lleva a olvidar la novela mexicana al adentrarnos en una historia con consecuencias propias.

Con un mínimo de recursos (la producción es modesta), Selma y Momox encarnan dos personajes complejos que van al corazón y a la conciencia, a lo largo de un espacio-tiempo desnudo escénicamente.

EL ESTIGMA Y EL FINAL

La temática del drama desenvuelve la historia de una maestra rural (Selma), que es prácticamente estigmatizada en su pueblo por tener un hijo homosexual (Momox), además enfermo de SIDA, al que cuida en su fase terminal, enfrentando los tabúes de su pueblo y las condenas sociales.

El subtema es el hijo mismo, pintor, que enfrenta su condición sexual y de seropositivo no sólo con dignidad, sino con valentía. El contrapunto argumental establece un equilibrio perfecto y la obra de Palencia encuentra un eco de inequívoca contemporaneidad en su forma y fondo.

Teresa Selma actúa con grandeza, como suele hacerlo, y aquí encuentra un personaje sólido que la conduce una creación entrañable y en quien recae el peso histriónico de todo el montaje. Por desgracia, Momox no alcanza a darle una réplica precisa -o justa- a la eminente actriz; hay mucho de planicie en su expresión verbal y una tendencia a recurrir a lo manido, en cuanto a recursos melodramáticos, o a la insistencia en aparecer semidesnudo en casi la totalidad de la obra (es demasiado, ni teatral ni dramatúrgicamente se justifica, ni siquiera pensando en que dicho desnudo podría llevar público a taquilla ); incluso, el actor/director llega a desbarrar en imágenes manidas como la crucifixión, que demeritan el andamiaje dramático.

Algo grave pasa en esta puesta escénica: falta dirección. Y es que la obra resulta muy ardua para alguien que quiera dirigir y actuar a la vez, aun cuando se sobreentiende que al tratarse de un trabajo sin apoyos de producción, no hay más alternativa.

Momox como actor/director no llega, ya no a convencer, ni siquiera a conjugar un trabajo de solvencia y coherencia instintiva, yéndose mucho a la idéntica reiteración interpretativa (un tanto grotesca) que utiliza en su montaje, también actuado por él mismo, Giro negro de Enrique Mijares, que se presenta en el mismo espacio.

Así pues, Teresa Selma navega con un apoyo muy débil en la propuesta; sin embargo, los momentos en que ella monologa son sublimes realmente, dignos de encomio y propios de una actriz que sabe ahondar en el alma del espectador con fuerza, garra y poética.

Arráncame la vida vale la pena como una muestra honesta del teatro independiente que pone sobre la mesa el tema de cómo, aun con recursos muy elementales en su producción, un proyecto como éste pudiera llegar a alcanzar grandeza estética, siempre y cuando el rigor y autocrítica permeen el proceso creador. Vale la pena, no obstante, por Teresa Selma y su actuación aleccionadora y memorable; por el esfuerzo como difusor de Momox y porque, finalmente, tal vez sólo así, aun en condiciones precarias, puede el espectador tener acceso a los textos del teatro latinoamericano de hoy.

• Arráncame la vida
• Foro El Foco.
• Dirección: Tlacotalpan 16, colonia Roma.
• Función: Sábado 6 de la tarde.