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Bellas Artes despide a Mario Lavista, “el luminoso”
Con un silencio tan rotundo, con el que se hacía sentir el dolor por la pérdida física del artista, de inmediato comenzaron a montarse las guardias de honor. La primera, con más de 10 personas alrededor del féretro, entre familiares y funcionarias. A ella le continuaron guardias más pequeñas. Por momentos se imponía un silencio estrujante que únicamente era interrumpido por el obturador de las cámaras de prensa que se apostaban en las escaleras centrales del recinto de Bellas Artes.
Fue sin duda el mejor papá que pude imaginar jamás y el abuelo más increíble que pude haber tenido para Elisa, mi hija”, dijo conmovida Claudia Lavista junto al ataúd con el cuerpo inerte de su padre a quien, compartió, por la mañana acompañó en su partida.
“Crecí con un papá que tuve la enorme fortuna de admirar profundamente. Siempre estaré eternamente admirada de su inteligencia, de su sensibilidad, su cariño por todos. Si pudiera describir a mi padre con una palabra, diría que era puro gozo (…) así era él, de una humildad increíble”.
Claudia Lavista reconoció que su padre fue “una pieza absolutamente primordial” en su decisión de ser bailarina y coreógrafa. “Tuve la enorme fortuna de escuchar su música cuando la estaba creando en el piano. Oía las primeras notas que después se convertían en un cuarteto de cuerdas, en una pieza para flauta. Veía cómo venían los intérpretes a la casa y mi papá con mucha curiosidad les preguntaba cosas sobre el instrumento y entonces iba al piano otra vez y cambiaba la partitura. Tuve la fortuna de hacer obra con su música cuando él estaba vivo, que la pudiera ver y la pudiera dirigir, que pudiera darme consejos y participar conmigo”.
Anunció que hasta el último momento expresó sus ganas de volver a su clases y anunció que corresponde a su familia y amigos asegurarse de que el legado de Lavista sea accesible para todos, en especial para las nuevas generaciones.
En su oportunidad, la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, señaló: "Mario Lavista significó una renovación en la esfera cultural del país y abrió paso a una nueva etapa, quizá por eso sentimos que una época termina el día de hoy”.
Por su parte, Sergio Vela, director de ópera y expresidente del extinto Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) expresó: "Es incuestionable su notable logia de discípulos, pues Mario siguió el ejemplo de Carlos Chávez, auténtica figura paterna, y dedicó amorosamente buena parte de su tiempo a enseñar lo mucho que sabía. Esa labor, elogiada magistralmente por George Steiner, es una genuina apuesta por la supervivencia de lo bueno, lo verdadero y lo bello”.
Trazó su propia senda musical
La compositora Gabriela Ortiz, Premio Nacional de Artes y Literatura en 2016, amiga y una de las más destacadas alumnas de Lavista, dijo que “la cultura de Mario era infinita, igual que su generosidad. Desde ahí supe que me encontraba no sólo con un gran maestro sino con un compositor inminente y un artista de primer orden (…) sabía cómo compartir, estimular y, lo más importante, encauzar la creatividad individual de sus alumnos”
Gran parte de la música de Mario Lavista, única y escrita con impecable oficio, encuentra una de sus fuertes raíces en el mundo de la poesía (…) en el imaginario sonoro, Mario interioriza el poema, no lo ilustra ni lo interpreta”, añadió.
Señaló que el compositor mexicano siempre se mantuvo fuera de las llamadas vanguardias para seguir su propio camino. Por ello, “su poderosa fuerza inventiva lo coloca en un lugar privilegiado de la música mexicana del siglo XX y XXI”.
Lavista -coincidió la secretaria de Cultura federal- fue uno de los más grandes compositores mexicanos y maestro de generaciones, siempre alejado del protagonismo. “No puede pensarse la música contemporánea sin la presencia de Mario Lavista. La música nacional de las últimas décadas del siglo XX estuvo impulsada por su trabajo y no solo me refiero a sus creaciones sino también a su extensa labor editorial y pedagógica”.