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Arte e Ideas

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Casi 2,000 niños, niñas y jóvenes artistas lucieron en el Auditorio Nacional

Noveles artistas de 129 semilleros creativos de 111 municipios de los 32 estados del país dieron muestra de su talento en las artes escénicas.

Sueño con que sigan existiendo programas como este y se apoye a la sociedad con cursos como los que tenemos. Que se aprovechen espacios públicos abandonados y que existan no sólo programas de apoyo a la cultura sino también al deporte. Por último, en nuestro semillero carecemos de cosas importantes y básicas como la energía eléctrica, mobiliario, y equipo que nos ayudará a aprender mejor y que este programa sea un éxito”.

Mayra Carrasco, Semillero Creativo Fotografía, en Salina Cruz, Oaxaca.

“Hace 100 años se firmó el decreto que significó un gran rayo de luz y de esperanza para millones de esclavos negros quemados en las llamas de la injusticia, el decreto llegó con un precioso amanecer (...) La promesa de que a todos los hombres les sería garantizado el derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Pero 100 años después el negro aún no es libre...”. Con este fragmento de la pieza monumental de Arturo Márquez Tengo un sueño, de la cantata Sueños, es que el Auditorio Nacional dio la bienvenida a la edición 2021 del Magno Evento de Cultura Comunitaria ‘Tengo un sueño’.

El evento, celebrado la noche del martes, fue la culminación de un año de actividades de los 300 semilleros creativos que operan en el territorio mexicano, impulsados por la Secretaría de Cultura del gobierno federal. Estos espacios proponen grupos permanentes de creación colectiva en los que participan niñas, niños y jóvenes, para que junto con artistas locales se genere la participación en la vida cultural y el desarrollo cultural comunitario, ahí los más jóvenes toman lecciones y generan muestras en la región, el broche de oro para muchos de ellos es llegar a la Ciudad de México y pisar el “gran escenario”.

El primer sonido monumental que consiguió la atención de todos los presentes fue el de la Orquesta Sinfónica Comunitaria, la Banda Sinfónica Comunitaria, el Coro Sinfónico Comunitario y el Ensamble Comunitario de Música Tradicional, quienes hicieron un homenaje a las víctimas del Covid-19, interpretando la pieza Lacrimosa, del Réquiem en re menor, K. 626, de Mozart y después de un minuto de silencio, la pieza Jaten Tsënayen Nyaxy (así pasa la vida) que acompañó el momento solemne de la noche.

Posteriormente, luces de colores, personajes, alebrijes, trajes típicos de diversas regiones de México, poesía, danza, teatro, circo, actuación, mucha música y una gran cantidad de lenguas que se hablan en el territorio mexicano, dieron color al magno evento.

En este espectáculo multidisciplinario participaron 1,955 niñas, niños y jóvenes de 129 Semilleros creativos de 111 municipios de los 32 estados del país. 538 de ellos estuvieron distribuidos entre varios actos escénicos, mientras que los otros 1,417 participaron conjuntamente en la elaboración de la escenografía y audiovisuales que se proyectaron en cada número. 

Vale destacar las participaciones de artistas consolidados que acompañaron los talentos de los más jóvenes, entre ellos Eugenia León, Javier Camarena, Fernando Rivera Calderón e inesperadamente Yalitza Aparicio, quien participó en la presentación de El coyote y la iguana, junto con el grupo de teatro en Amealco de Bonfil, Querétaro y Teatro en Tecomán, Colima.

Algo que también robó las palmas de los espectadores fue la participación de solistas que intervinieron con cantos en lenguas indígenas, entre ellos Juan Sant, un rapero totonaco que con la pieza Ni kamaxananti (No te avergüences), puso a todo el público de pie. Con los ánimos ya a tope se presentó el programa interdisciplinario para jóvenes con trastorno del desarrollo denominado PIA armónicos, para después recibir la sorpresa de un mensaje enviado por el cantautor cubano Silvio Rodríguez, pues los pequeños cantores junto con Eugenia León interpretarían su canción La Maza.   

El cierre fue una fiesta, el Huapango de Moncayo acompañado de cuerdas, instrumentos de aliento-madera, aliento-metal y percusiones, además de coros, junto con actuación, performance y visuales, completaron el objetivo, demostrar que vale el esfuerzo de atender los derechos culturales de niñas, niños y jóvenes, que provienen precisamente de aquellos lugares en donde las posibilidades son menores, en donde los índices de violencia son altos, con alerta de género  y marginación.

Cuidar estos espacios y dotarlos de recursos

Durante el evento fueron entregadas al público pequeñas aves realizadas con papiroflexia, en cada una venía un mensaje de algún participante de los semilleros, los mensajes eran diversos, celebrando la posibilidad de reunirse y de participar de estos espacios, pero también se hicieron presentes las necesidades.

“Sueño con que sigan existiendo programas como lo son el semillero creativo y se apoye a la sociedad con cursos como los que tenemos. Que se aprovechen espacios públicos abandonados. En nuestro semillero carecemos de cosas importantes y básicas como la energía eléctrica, mobiliario y equipo que nos ayudará a aprender mejor y que este programa sea un éxito”, escribe Mayra Carrasco, del Semillero Creativo Fotografía, en Salina Cruz, Oaxaca.

Esperanza González, asistente al evento y madre de uno de los jóvenes participantes, coincide: “Es necesario que no solo para el día del evento se eche la casa por la ventana, lo que aquí sucede es hermoso, pero también las necesidades diarias en los semilleros deben ser atendidas”.

Al final, Laura Durán Arias, de 8 años, hermana de Mauricio Martín, participante de 11 años, expresó: “Me gustó el espectáculo, la parte donde hicieron una presentación con ropa neón como fosforescente. Mi hermano tocó también ahorita en la parte de mosaico musical y a mi también me gustaría participar. Yo ya tocó desde hace cuatro años la trompeta y hace un año me pasé a la tuba. Esta vez no me dejaron participar, pero yo quiero estar ahí. Yo empecé con la música porque mi abuelo me enseñó a tocar la trompeta, él fue mi maestro y quiero continuar, quiero tocar en un escenario como este”.

nelly.toche@eleconomista.mx

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