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¿Cómo ha impactado el nuevo etiquetado de alimentos en México desde su aparición?

En el marco del Día Mundial de la Obesidad, la doctora María Elena Sañudo, endocrinóloga, especialista en diabetes, metabolismo y directora médica de Sanofi, afirma que el sistema de etiquetado frontal de alimentos y bebidas es una herramienta clave para la toma de decisiones saludables”.

Foto EE: Especial

En México, el etiquetado para alimentos y bebidas no alcohólicas preenvasados de fabricación nacional o extranjera, que se comercializan en nuestro país, es obligatorio de acuerdo a la NOM-051-SCFI/SSA1-2010, que es la encargada de establecer la información comercial y sanitaria que deben contener dichos productos. La norma fue publicada en el Diario Oficial de la Federación el 27 de marzo de 2020, desde entonces ¿Cómo ha funcionado esta medida?

Este etiquetado se integra por 5 sellos octagonales de advertencia que, de manera clara, sencilla y visible indican cuando un producto contiene exceso de nutrimentos e ingredientes críticos como: calorías, grasas saturadas, grasas trans, azúcar y sodio.También incluye 2 leyendas precautorias sobre contenido de cafeína y edulcorantes, no recomendables para consumo en niñas y niños, también prohíbe que los envases contengan personajes infantiles, dibujos animados y celebridades.

En entrevista para El Economista, la doctora María Elena Sañudo, endocrinóloga, especialista en diabetes, metabolismo y directora médica de Sanofi, nos da su punto de vista. “De entrada todas las herramientas que nos ayuden a tomar decisiones en favor de la salud son positivas, en este caso el sistema de etiquetado frontal de alimentos y bebidas es una herramienta clave para la toma de decisiones saludables”.

Cuando surgió la medida se plantearon algunos objetivos, primero tomar una decisión informada, saber que cuando uno está comprando, entre más número de sellos, mayores son los riesgos a nuestra salud, también la idea es que esta medida pudiera dar información muy rápida y fácil de entender por la población, además de que pudiera advertir algunos ingredientes críticos para la salud.

En el contexto de cómo se ha ido evaluando la herramienta, en la última Encuesta Nacional de Salud (Ensanut 2021), se hizo una estimación del etiquetado de alimentos empaquetados. Lo que se encontró es que el 89.4% de los adultos entrevistados por lo menos habían visto el sistema de advertencia, es decir, reconocían que existe este sistema de etiquetado; el 42.2% de los entrevistados identificó qué alimentos eran menos saludables con este sistema y pudo decidir qué tan saludable era su consumo; y el 60.5% de ellos indicó que el etiquetado ayuda a padres y madres de familia para elegir alimentos más saludables para los hijos.

“Ya hay datos duros de una encuesta realizada de manera abierta a la población que nos muestran que el etiquetado es bien percibido por la población y que sí les está dando una idea de cómo elegir los alimentos”.

El etiquetado cuenta con cinco componentes, que básicamente dan información sobre si un alimento tiene exceso de calorías, sodio, grasas trans, grasas saturadas y exceso de azúcares, además existen dos pequeños recuadros que advierten a los niños de edulcorantes artificiales o cafeína y que su consumo podría traer repercusiones para este sector de la población específicamente.

Sellos de advertencia y obesidad

Sin embargo, al relacionar la medida con el tema de obesidad, la especialista explica que aunque se trató de hacer una asociación en la encuesta, el sistema de etiquetado frontal tuvo obstáculos, “con la llegada de la pandemia hubo un factor confusor para su evaluación, lo cierto es que la gente disminuyó su actividad física drásticamente, hubo mayor sedentarismo, mayor consumo de alimentos, combinados con temas de estrés, todo eso incrementó los casos de obesidad y sobrepeso en dos puntos porcentuales, por lo que hoy no se puede saber si en términos generales la medida tuvo impacto en el problema de obesidad”.

Como contexto, México ocupa el quinto lugar del padecimiento a nivel global de acuerdo con la Federación Mundial de Obesidad. “Cuando nosotros analizamos en la Ensanut 2021, la prevalencia de obesidad y sobrepeso en la población mayor de 20 años es del 72.4%, con un problema más grave en mujeres que en hombres. Para ellas es del 75%, es decir, 3 de cada 4 mujeres tienen sobrepeso (33%) u obesidad (41%); para ellos es de 69.6% la cifra total, con 37.8% de sobrepeso y 31.8 de obesidad. Por lo menos es un 10% de diferencia que nos expone más”.

Esto incluso viene desde la población infantil “la prevalencia total de sobrepeso y obesidad es de 7.8%, cada vez vemos más niños menores de 5 años, esto es alto tratándose de una población pequeña, pero entre 5 y 11 años esto se eleva al 37.4%, este es un salto dramático. Luego, entre los 12 y 19 años, se encontró que el 42.9% de la población tiene sobrepeso u obesidad. En nuestro país estamos hablando de un problema grave que tiene repercusiones importantes para la salud”.

La doctora Sañudo explica que algo de lo que más llama la atención es que desafortunadamente la obesidad y el sobrepeso no están contemplados por la población como una enfermedad, pero sí lo es; el diagnóstico en el país es muy bajo, solo el 16.6% reconoce el diagnóstico, es decir, la mayoría de las personas no entienden que están pasando por una enfermedad “la desinformación es muy alta y la conciencia muy baja. Necesitamos trabajar para que las personas entiendan que se requiere de un tratamiento y cambio de hábitos”.

El problema no ha sido reconocido y en las últimas dos décadas, se ha observado que la asociación de patologías con la enfermedad ha aumentado. Hipertensión, diabetes, enfermedad cardiovascular, son las principales causas de defunción en nuestro país con un fuerte componente de obesidad en todas ellas.

Concluye que lo que tenemos que hacer es seguir con una campaña de concientización a la población en cuanto a reconocer a la obesidad como enfermedad, seguir midiendo hasta qué punto tenemos este problema y otro es promover hábitos saludables, como ejercicio y dentro de ello, saber que el etiquetado nos puede ayudar a tomar decisiones más informadas.

nelly.toche@eleconomista.mx

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