Lectura 4:00 min
Cómo ser héroe, a pesar de tu gobierno
Clint Eastwood lleva un rosario de buenas películas y no parece que la edad lo vaya a detener. En una década hizo cintas de relumbrón como Cartas desde Iwo Jima, Mystic River, El sustituto e Invictus. Sólo estoy mencionando algunas para no atosigarlos.
Clint Eastwood lleva un rosario de buenas películas y no parece que la edad lo vaya a detener. En una década hizo cintas de relumbrón como Cartas desde Iwo Jima, Mystic River, El sustituto e Invictus. Sólo estoy mencionando algunas para no atosigarlos.
Eastwood es un cineasta atractivo pero no perfecto. Su Francotirador parece una película de televisión: buenos y malos. Buenos: los soldados estadounidenses. Malos: los insurgentes iraquíes. La cámara siempre toma partido, desde el momento en que se pone del lado de un frente de guerra. Eastwood no es ningún ingenuo, su objetivo era volver héroe a un francotirador de los SEAL y lo logró. El problema es que la historia está tan llena de clichés que simplemente parece irreal. Un strike en la carrera de Dirty Harry.
¿Hazaña en el Hudson es el segundo strike?
La maquinaria estatal ?devora héroes
Veamos, Sully: hazaña en el Hudson es de nuevo una película muy directa. Cuenta lo que debe contar. Muy bien.
¿Se acuerdan de aquel caso en el 2009 de un avión que amerizó en el río Hudson? Pues de eso va la historia. El capitán Sully Sullenberger (Tom Hanks, en un papel que le queda perfecto con esa cara de blanco que no votó por Trump) tiene un día normal. Toma su café, saluda a su personal, intercambia bromas con su copiloto (Aaron Eckhart). Todo normal. Como siempre sucede antes de la tragedia.
La anécdota ya la sabe si no era un bebé en el 2009. La increíble noticia le dio la vuelta al mundo.
El avión estuvo a punto de estrellarse porque se le quemaron los dos motores. Sin otro recurso a mano, el capitán Sully aterrizó como un artista en la superficie de Hudson. Sully tiene pesadillas en las que se estrella en los edificios emblemáticos de Nueva York. No fue así: Sully salvó a cada una de las personas que iban a bordo. El héroe que América necesitaba.
Excepto para la burocracia y ese es el verdadero corazón de la historia. Los investigadores aéreos acusan a Sully de imprudencia, de arriesgar sin motivo a sus pasajeros. Dicen que tenía tiempo de llegar al aeropuerto. Hicieron decenas de simulaciones electrónicas: en cada una el avión llegaba sano y salvo a la pista.
Lo único que los investigadores quieren, como buena burocracia, es sacarse problemas de encima. Para los burócratas nada es más terrorífico que una demanda.
Eastwood tiene una constante en sus cintas: siempre se pone del lado del hombre que se hace a sí mismo como ejemplo de libertad. El hombre imparable fue, para él, el que construyó América. América es un viaje individual. Se puede estar en desacuerdo, pero a esta reseñista le parece muy cierto el punto de Sully: la burocracia, gobierno de nadie, nos hace olvidar quiénes son nuestros héroes.
Mientras que en la calle todo mundo detiene a Sully para regalarle un café o invitarle un trago, su carrera está a punto de irse al caño. De nuevo es el individuo, la primera minoría, contra el armatoste del Estado. Cómo odio usar mayúscula en la palabra Estado; es otra muestra mínima de su poder.
Sully: hazaña en el Hudson no es de lo mejor de Clint Eastwood. La anécdota se le acaba pronto y se vuelve reiterativa. Pero el final es fantástico, emocionante.
Una película mala (o no muy buena) de Clint equivale a 10 de cualquier cineasta mediocre. Si quiere ver una historia para adultos en estos días de películas de Disney y comedias navideñas, he aquí la opción.