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Arte e Ideas

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Defienden espiritualidad del rito del volador

La danza de los voladores testifica que hay una cultura indígena viva, aún cuando se le quiera dar carácter comercial al vuelo, éste sigue siendo un acto espiritual en todos los sentidos.

Papantla. La danza de los voladores testifica que hay una cultura indígena viva y eso es importante, porque aún cuando se le quiera dar carácter comercial al vuelo, éste sigue siendo un acto espiritual en todos los sentidos, aseguró el promotor cultural Salomón Bazbaz Lapidus.

En entrevista, el organizador del IV Encuentro Internacional de Voladores, que se desarrolla en Papantla, Veracruz, puso énfasis en que ese es uno de los retos del Plan de Salvaguarda, que se analiza en las mesas de esta cita, y en la cual también se dialoga sobre similitudes y diferencias de la tradición, según la etnia donde se practica.

La idea, expuso el secretario técnico del Consejo para la Preservación de la Ceremonia y Ritual de los Voladores, es que en este encuentro se establezca un diálogo respecto a las similitudes y diferencias de esta tradición.

Bazbaz dijo que se trata de compartir el ritual completo, desde la ceremonia de petición en las pirámides de Tajín, la ceremonia de corte y de petición para llevarse el árbol, el arrastre y siembra del palo volador, hasta el vuelo con el que se finaliza esta tradición.

Para ello, dijo, se dieron a la tarea de localizar a los practicantes de esta tradición y encontraron 800 voladores en todo el país, el 80% de los cuales pertenece a la cultura totonaca, mientras que el 20 restante corresponde a voladores de otras etnias como la teenek, nahua y nañú, así como la mayas quiché de Guatemala.

Este año, agregó, invitaron además a los mazahuas de Michoacán, quienes por primera ocasión asisten a un encuentro de este tipo.

"Buscamos ver cuáles son los puntos en común, por qué el vuelo es diferente en otras etnias, un ejemplo de ello son los mayas quiché, quienes le dicen 'la danza del mono' y vuelan vestidos de negro con un marimba", puntualizó el promotor cultural.

Por su parte, los teenek emplean un guajolote que va siendo desplumado por los aires mientras realizan la danza del volador.

Sin embargo, lo que se encuentra en común es que es una ceremonia de fertilidad, más allá de que la forma del vuelo sea distinto.

Respecto a la afección que sufre esta tradición al promoverse como espectáculo, dijo que éste es uno de los puntos más importantes del Plan de Salvaguarda, pues su objetivo es recobrar esta tradición desde un sentido espiritual y no comercial.

En cuanto al apoyo que reciben de instituciones gubernamentales, aseveró que ya existen avances como es el marco legal de voladores, que incluye seguro médico, y el Consejo Juvenil, el cual apoya a los voladores con sus trajes y los beca para que puedan acceder a una educación universitaria, pero aún falta mucho por hacer.

Inquirido en cuanto a la incursión de las mujeres en este ritual considerado únicamente para hombres, Bazbaz dijo estar a favor, no obstante, detalló que las féminas se han enfrentado con diversas complicaciones para ser parte de esta tradición.

"Los voladores de la sierra ya dejan volar a mujeres, son unas guerreras impresionantes que a pesar de las adversidades vuelan y seguirán volando, es una transición interesante y creo que con el tiempo volarán más".

Por último, informó que próximamente recibirán una donación de una hectárea en la que plantarán diversas especies de flora para emplearlas en esta tradición; "es uno de los propósitos del Plan de Salvaguarda, ya que el árbol de palo volador se encuentra en extinción, es una alegría que en poco tiempo tendremos un lugar del que se pueda extraer todo lo necesario para el ritual".

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