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Arte e Ideas

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El Papalote, otra vez niño

El Museo del Niño presume grandes mejoras en sus áreas, organización y talleres que ofrece al público; redescubrirlo fue todo un placer.

Para visitar El Papalote Museo del Niño cualquier pretexto siempre será bueno.

Por eso, festejar los 20 años de El Árbol Ramón, una de sus mayores atracciones, fue ideal para redescubrirlo y sí, volver a ser niño.

Áreas renovadas, una mejor organización, mejor uso de la tecnología y actividades nuevas hacen que visitarlo sea una obligación para quien quiera aprender, tocar y jugar a sus anchas.

El año pasado, el Papalote cumplió 20 años de vida y aprovechó para darle una manita de gato al recinto, que anualmente recibe más de 750,000 visitantes.

El motivo de mi visita (acompañado de niñas) fue la remodelación de El Árbol Ramón, que desde la inauguración del Papalote es uno de los recorridos más solicitados.

El gigante muestra en 30 minutos las maravillas de la naturaleza, los animales y el proceso de la fotosíntesis, con unos cuates (guías) muy animados.

El árbol se encuentra en óptimas condiciones luego de haber sido sometido a un tratamiento general, para que pueda seguir dando alegría y enseñanza a los visitantes , dijo Dolores Béistegui, directora del Museo en la reinauguración.

La inversión en la remodelación fue de 10 millones de pesos y gracias al apoyo de Fundación Coca-Cola, Bimbo, Bio-Pappel y Philips.

La gente cuando habla de un árbol nada más piensa en el oxígeno y se le olvida que también da agua y que sostiene los suelos, sobre todo los árboles como Ramón, que es muy grande y tiene unas raíces grandes , indicaron los directivos.

APRENDER Y JUGAR

Redescubrir sus áreas temáticas como: Soy , Pertenezco , Comprendo , Expreso y Comunico con juegos, retos y nuevos talleres hace la visita muy especial y provoca que el visitante vuelva a ser niño y se pierda en su laberinto.

La niña de cuatro años no se cansa de jugar; ya dibujó, aprendió el poder de la luz de la energía, la música y las plantas. Lleva más de tres horas brincando, preguntando y experimentando cada una de las secciones y parece que aprende más en un día que todo lo que hubiera podido leer en la escuela.

Pero cuando uno cree que ha visto todo, no es así; aún falta el Museo con Criaturas Míticas, la Megapantalla IMAX y el impresionante Domo Digital.

Hace falta fuerza, pero la niña no se cansa de ver, aprender y jugar y el adulto tampoco y corre a tirar unas cuantas pelotas en el aro que flota sobre el agua entre risas; la gente en verdad disfruta su paseo.

Para visitar el Papalote Museo del Niño existen múltiples descuentos, días especiales y paquetes.

vgutierrez@eleconomista.com.mx

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