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Arte e Ideas

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El arte al servicio del nacionalismo en el siglo XIX

En su libro México, la nación doliente, el historiador Tomás Pérez Vejo analiza unas 240 obras de arte con las que las élites buscaron legitimar una mitología y una identidad de país.

México se imagina como una nación que siempre ha sufrido las agresiones del exterior, es decir, una nación que sufre de los asaltos de otras potencias.”

Tomás Pérez Vejo, historiador y escritor.

En el óleo sobre tela “Moctezuma recibe a Cortés”, pintado por el mexicano Juan Ortega en 1885, hoy parte del acervo del Museo Nacional de Arte (Munal), se ilustra uno de los encuentros entre el entonces huey tlatoani de México–Tenochtitlan y el conquistador español, en una escena por demás colorida con una visión caballeresca y cortesana.

En esta obra, Ortega pintó un palacio con un par de escalones sobre cuyo descanso se planta el soberano mexica para recibir a Cortés, mientras que éste permanece en la parte baja con el bonete (o gorro) en la mano, de brazos abiertos, insinuando una sutil reverencia ante su interlocutor. Asimismo, se observa en el piso un alfombrado de color rojo, como era habitual en la representación de la suntuosidad de las cortes reales europeas.

Esta obra, basada en una de las crónicas de Bernal Díaz del Castillo vertidas en la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (1568), concursó en la Exposición Nacional de Bellas Artes en 1887 y fue adquirida por el Estado ese año, durante el primer mandato de Porfirio Díaz.

Así como el óleo de Ortega, el grueso de la obra pictórica mexicana más conocida del siglo XIX, particularmente de la segunda mitad, se empeñó en construir el imaginario histórico e incluso mitológico de una nación que, para consolidarse, a razonamiento de las élites de la época, requería de un cuerpo de imágenes capaz de homogeneizar una identidad colectiva.

Es una de las 240 obras analizadas por el historiador español radicado en México Tomás Pérez Vejo en su nuevo libro, México, la nación doliente. Imágenes profanas para una historia sagrada (Grano de Sal, 2024), cuya primicia es: “Toda identidad colectiva depende de la fabricación de una memoria en imágenes: visuales, orales, escritas. No se apoya en los hechos, si es que existen, sino en cómo se organizan, se preservan, se representan”.

La única vía de legitimidad

En entrevista para este diario, el doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid e investigador del INAH señala que, pese a que el siglo XIX fue un periodo políticamente inestable –con rebeliones internas, intervenciones extranjeras, dos periodos monárquicos y disputas entre visiones encontradas de nación–, “el Estado del siglo XIX se vio en la necesidad de construir una idea de nación porque era la única vía de legitimidad. Es decir, solamente se podría gobernar en la medida en que se representara y consolidara la voluntad de una nación”.

Y fue, sobre todo, durante la segunda mitad del XIX, durante la época de la “República restaurada”, con Juárez, y el Porfiriato, que se tomaron las riendas de un proyecto de construcción de nación mexicana donde el arte resultó fundamental como pedagogía nacionalista interna, pero también como una proyección de sociedad hacia el exterior. “Y yo diría que fue muy eficiente en eso, tanto así que el relato que se construye sobre México sigue siendo vigente en la medida en que así lo asume la mayoría de los mexicanos”.

Para ello, Pérez Vejo analizó aquellas obras que contaron con el aval del Estado, ya fuera por encargo, por adquisición o seleccionadas para enviarse a las exposiciones universales.

Esto, dado que, explica el entrevistado, “esa idea del artista creador autónomo, tal como la conocemos hoy, en el siglo XIX fue muy difícil de tomarse en cuenta, porque lo que medía la validez de un artista era su triunfo en las grandes exposiciones internacionales y esto estaba condicionado y mediatizado por el gobierno”.

De esta manera, más que la historia de los individuos, el sujeto de construcción del relato era más bien la nación, “entendida como una especie de abstracción”, donde “las élites políticas y culturales mexicanas reconstruyeron una historia de México entendida como un ciclo de nacimiento, muerte y resurrección al margen de lo que sucediera con los individuos”.

Por esto mismo, indica, una de las grandes vertientes del libro, “es el componente de nación doliente, en la medida en que México se imagina como una nación que siempre ha sufrido las agresiones del exterior, es decir, una nación que sufre de los asaltos de otras potencias”.

Una historia en imágenes

El autor analiza obras que remiten a pasajes históricos del país, como los óleos “El combate de la Alhóndiga de Granaditas en Guanajuato el 28 de septiembre de 1810” (José Díaz del Castillo, 1910), “Batalla del 5 de mayo” (Primitivo Miranda, 1868) o “La fundación de México” (Joaquín Ramírez, 1889). Asimismo, se muestran retratos interpretativos de figuras como Cristóbal Colón, Sor Juana Inés de la Cruz, Miguel Hidalgo, José María Morelos y Agustín de Iturbide, entre otros. De igual manera, analiza obras de paisajistas como José María Velasco o Eugenio Landesio.

Este análisis histórico–pictórico concluye estrictamente en las celebraciones del Centenario del inicio de la Guerra de Independencia, en 1910, un momento de paradoja dada la coincidencia entre la celebración y el inicio de la Revolución.

“Resulta por demás paradójico porque, a pesar de la ruptura, lo que cuenta la posrevolución sobre México es muy semejante a lo que habían contado ya las élites porfirianas (...) Después de todo, éste es un libro sobre mitos. Es decir, es un libro que analiza los mitos como un método histórico”, concluye Pérez Vejo.

“México, la nación doliente. Imágenes profanas para una historia sagrada”

Tomás Pérez Vejo

Grano de Sal

2024

376 páginas

Precio impreso: 360 pesos

Otras obras analizadas en el libro

• Fundación de la Ciudad de México

José María Jara, 1889

• El descubrimiento del pulque

José Obregón, 1869

• El Senado de Tlaxcala

Rodrigo Gutiérrez, 1875

• El suplicio de Cuauhtémoc

Leandro Izaguirre, 1893

• La matanza de Cholula

Félix Parra, 1877

• El cura Hidalgo en el monte de las Cruces arengando a sus tropas momentos antes de la batalla

Luis Coto, 1879

• El prisionero insurgente

Atanasio Vargas, 1873

• Vista del valle de México desde el cerro de Santa Isabel

José María Velasco, 1877

La solución del editor

Dado que no se trata de un libro de arte sino un amplio ensayo que se extiende por más de 370 páginas, se incluyó un apartado con la impresión a color de una veintena de imágenes que el autor consideró primordiales, mientras que para el resto de obras referidas de un total de 240, se usaron códigos QR insertos al margen de los textos que permiten al lector observar las imágenes en cuestión.

Conoce aquí

El banco de imágenes referidas en el libro

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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