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El blues del mocoso delincuente
Para entender el culto al escritor, lo mejor es leer sus ?novelas. No son fáciles de encontrar y hay que tener cierto estómago para disfrutarlas.
Hay personajes que nacieron para ser de culto. Es una cosa muy particular, eso de ser de culto. No es lo mismo que ser un mito o que ser una estrella.
Para ser de culto se tiene que ser marginal, tener algo de mala persona, ser capaz de inspirar cierta repulsión en la mayoría y de ser amado sinceramente sólo por un grupo pequeño de acólitos.
Nacido para ser de culto fue Edward Eddie Bunker (Hollywood, California, 1933- Burbank, California, 2005).
Su gran maestro fue un ladrón y violador serial, Caryl Chessman. Alguna vez fue el inquilino más joven de la legendaria prisión de San Quintín en California. El tiempo que la gente común suele pasarlo entre la primaria y la universidad, Bunker lo pasó tras las rejas. En resumen, una bestia incorregible.
¿Un criminal, un artista, un farol? Las tres cosas. Bunker será recordado por su vida pero también por su escritura.
Entre sus acólitos se encuentran James Ellroy y Quentin Tarantino, y se le considera un gran escritor de literatura negra, ésa que pretende desentrañar la psicología y la filosofía del criminal, que escribió con evidencia de primera mano: sus experiencias en la cárcel, desde luego, pero también su propia cabeza.
Escribir de criminales ,dijo Bunker alguna vez, no es más que mi manera de hacerme psicoanálisis .
La historia de cómo Bunker pasó de delincuente juvenil a escritor es una buena.
Un día, a los 17 años, por su conducta violenta (le daba por apuñalar a sus compañeros de celda) lo mandaron a la celda de aislamiento de San Quintín y cuenta la leyenda que desde ahí oyó que alguien escribía a máquina: era Chessman, El Bandido de la Luz Roja. Los consejos de Chessman lo introdujeron al mundo de la literatura. No que el joven Bunker no leyera y escribiera desde antes: todas sus evaluaciones psicológicas de la cárcel lo describen como altamente inteligente, casi superdotado y con una amplísima cultura. La cárcel es un gran lugar para leer y escribir, dicen.
La literatura no salvó a Bunker de la mala vida. De hecho se dedicó al crimen hasta pasados los 50 años. Colgó las botas cuando su primera novela, No hay bestia tan feroz (que fue el primer manuscrito que escribió, todavía de adolescente) se publicó en los 70.
En aquellos años en que nacía un Hollywood underground e independiente, Bunker fue amado por varias celebridades que no sólo lo invitaban a fiestas, también le consiguieron trabajo como actor y como guionista. Escribió decenas de películas y algunas novelas, muchas consideradas demasiado violentas para publicarse. Actuó en cintas como Tango & Cash, con Sylvester Stallone, y el clásico Runaway Train, pero su actuación más recordada es su aparición como Mr. Blue en Perros de reserva de Tarantino. Y eso que sólo tiene dos líneas y lo matan fuera de cuadro.
Más allá de la leyenda y la fábula, la mirada perspicaz de Bunker sobre el mundo del crimen no tiene igual en la literatura negra estadounidense. Para entender el culto a Edward Bunker, lo mejor es leer sus novelas. No son fáciles de encontrar y hay que tener cierto estómago para disfrutarlas, pero ninguna es un desperdicio de tiempo. Algunos de sus títulos circulan en español, todos bajo el sello de la editorial Al margen.
No hay bestia tan feroz. La novela con la que Bunker inició su carrera en el oficio literario y dejó el oficio de delincuente. Max acaba de salir de la cárcel. Tiene unos pocos dólares en el bolsillo y ganas de volverse honesto. ¿Pero cómo se convierte un buitre en paloma? Imposible, especialmente si el buitre sólo sabe comer palomas. Una novela violentísima e inolvidable.
La fábrica de animales. Ron Dekker no sabía en la que se metía cuando se puso a venderles drogas a sus amigos ricos sin pedirle permiso a los amos del negocio. Y a la policía. Ahora Dekker, niño rico sin futuro, tendrá que sobrevivir a la prisión de San Quintín, la fábrica de animales del título.
Stark. El ascenso y caída de un reyecito de la droga. Ernie Stark juega el juego doble de enamorar prostitutas y engañar a la policía y a los demás delincuentes por igual. Todo con tal de adueñarse del mercado del narcotráfico.
Little boy blue. La más autobiográfica de las novelas de Bunker, Little boy blue son sus memorias de infancia en forma de ficción.
Alex es inteligente y noble, pero posee una ira que no puede contener. Sus padres no pueden hacerse cargo de él, lo que provoca su caída en el hoyo oscuro y profundo de los servicios sociales del estado de California.