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El científico Ruy Pérez Tamayo falleció a los 97 años 

La trayectoria de Pérez Tamayo destaca por su aporte como precursor de la divulgación científica en México.

Foto EE: Cortesía UNAM

“La muerte es necesaria e indispensable para la vida, sin muerte no hay renovación, cambio, desaparece la posibilidad de inventar soluciones diferentes, se elimina la sentencia del juicio biológico inevitable que resulta de la confrontación entre nuevas formas de vida y el medio que las rodea. No hay muerte sin vida y no hay vida sin muerte”. El Dr. Ruy Pérez Tamayo hablaba de la muerte, lo tenía claro, durante una charla en el Colegio Nacional hizo un recorrido sobre el concepto, él como buen científico, concluía también que la muerte “es un proceso que ocurre en los seres vivos, se inicia cuando los cambios son irreversibles, se caracteriza por la pérdida de la complejidad de su organización y por la disminución en el contenido de energía, y termina cuando la diferencia de este contenido energético con el medio ambiente es cero”. 

Este médico patólogo e inmunólogo, investigador, divulgador de la ciencia y académico mexicano, Premio Nacional de Ciencias y Artes 1974, miembro muy activo de la Academia Mexicana de la Lengua y El Colegio Nacional, entre otras organizaciones, falleció a los 97 años de edad en Ensenada, Baja California, confirmaron en simultáneo las autoridades de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Academia Mexicana de la Lengua y El Colegio Nacional.

Aunque aún no se saben las causas de su muerte, lo importante hoy es tener presente que el Dr. Pérez Tamayo fue un mexicano destacado, que trabajó toda su vida en favor de la ciencia, la educación, la salud y en general de la humanidad.  

Por ejemplo, se desempeñó como Profesor Emérito de la UNAM durante casi 60 años y fundó la Unidad de Investigación en Medicina Experimental de la Facultad de Medicina, misma que dirigió. También fue invitado a impartir clases en las Universidades de Harvard, John Hopkins, Minnesota, Galveston, Yale, Tel Aviv, Madrid y Lisboa, así como en países de Latinoamérica.  

Dejó como legado científico, la descripción del efecto de la metionina en la cicatrización de las heridas, la primera descripción en México de la neumonitis reumática, señaló las características propias de la aterosclerosis, los tumores del corazón y pericardio, la tuberculosis y también realizó múltiples estudios de los mecanismos humorales del hiperesplenismo, la reabsorción de la colágena y el papel de las células, todo esto lo llevó a develar su busto en la Explanada de Médicos Ilustres de la Secretaría de Salud. 

Fue también uno de los más importantes divulgadores de ciencia en México; escribió y publicó más de 150 artículos científicos en revistas nacionales y extranjeras y 39 libros , 15 de temas científicos y 24 de ensayos históricos y de divulgación científica. Incluso se creó el Premio Internacional de Divulgación de la Ciencia Ruy Pérez Tamayo, el cual premia obras escritas con un tema contemporáneo de ciencia o tecnología, con un lenguaje atractivo y preciso. 

Ante la pérdida del Dr. Pérez Tamayo, instituciones, academias, científicos e investigadores se han manifestado, uno de ellos fue Gonzalo Celorio, director de la Academia Mexicana de la Lengua quien en su “Laudatio a Ruy Pérez Tamayo”, trajo a colación una plática destinada a jóvenes preuniversitarios que tuvo el propósito de presentarles como “feliz alternativa de su vida académica” la carrera científica.  

Con el discurso Diez razones para ser científico, Celorio lo retoma y lo renombra Cinco razones para querer y admirar al doctor Ruy Pérez Tamayo, en él recorre su trayectoria y  habla sobre su imaginación, la docencia, su parte científica,  humanista, divulgadora, y cierra con su amor a las palabras.   

“Las diez razones para ser científico suscritas por Ruy son para no tener jefe, para no tener horario de trabajo, para no aburrirse, para hacer siempre lo que nos gusta, para usar mejor el cerebro, para que no nos tomen el pelo, para hablar con otros científicos, para aumentar el número de científicos en México, para estar siempre contento y para no envejecer”.  

Buen viaje Dr. Ruy Pérez Tamayo, aunque tenía muy claro el momento y las cualidades de la muerte, su legado no permitirá que sea un punto final.

nelly.toche@eleconomista.mx 

kg

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