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Arte e Ideas

Lectura 3:00 min

El luchador

Mickey Rourke da vida a la historia de un hombre que lucha por recuperar el tiempo perdido, como suele pasar en la vida real.

Dirigida por Darren Aronofsky, El luchador (The Wrestler, EU, 2008) es la trágica historia de Randy The Ram Robinson (Mickey Rourke), un practicante de la lucha libre que, hace 20 años, era una estrella del cuadrilatero.

Por amor al arte, Randy prácticamente dejó todo por su carrera, ahora, como suele ocurrir con muchas historias de éxitos, a penas tiene para pagar la renta, pero eso sí, no deja de luchar, así sea en arenas de segunda categoría.

Randy es un solitario, tiene una hija que lo odia y una amiga llamada Cassidy (una guapísima Marisa Tomei), que trabaja en un club de striptease y que lo escucha como lo hace con todos sus clientes.

Para completar sus gastos, Randy debe trabajar como cargador en un supermercado y aguantar las humillaciones del gerente.

Es decir, la vida de Randy apesta, y será peor cuando le notifiquen que ya no debe seguir luchando porque su corazón no aguantará más. Es entonces que Randy desea recuperar el tiempo perdido, tal tal vez reconciliarse con su hija y formalizar su relación con Cassidy (quien al igual que él es una showgirl), es decir, asentarse.

El dilema es si este viejo hombre podrá aprender nuevos trucos.

Por su parte, Cassidy no la tiene más fácil que Randy: esta mujer hermosa, pero ya madura, comienza a verse ninguneada debido a que los clientes las prefieren jóvenes. Sin su actuación de seductriz, ¿cómo podrá mantener a su hijo? ¿Randy será la solución? Pero, más allá de ser un cliente más, a quien ella le cobra por escucharlo y hacerle un par de bailes, ¿quién es Randy?

La película es sumamente emotiva sin caer en la cursilería… y es hermosa. En parte, el gran culpable es el mismo Rourke, quien detrás de ese rostro aparentemente inexpresivo, consigue transmitir el dolor de una estrella que está a punto de extinguirse en lugar en el que parece no brillar el Sol; la tragedia de un luchador que ya no debe luchar más y, por lo tanto, rendirse a una vida mundana.

En cierto sentido y sin quererlo, El luchador puede funcionar como un complemento de la cinta de Sam Mendes, Sólo un sueño (Revolutionary Road); la primera es la historia de un tipo que dejó todo para hacer lo que más le gustaba, mientras la segunda es la historia de una pareja que se negó a vivir sus sueños para disfrutar de las bondades del estilo de vida americano.

Aronofsky es duro con los protagonistas, pero al final de todo, ofrece respuestas sin que esto nos haga pensar que la vida es color de rosa.

klm

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